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Diario Perfil

Zaira Nara, una chica de su casa

Con la hermana de Wanda "no existe el touch and go". Estudia abogacía y no quiere irse de la casa de sus papá y mamá. Galería de fotos. Galería de fotos

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| Santiago Cichero
Ve la cámara y palidece: “No sabía que tenía que sacarme fotos”. Zaira Nara está con el pelo recogido en un rodete, remera de algodón y cara lavada. Escondida tras unos inmensos lentes Dolce&Gabbana, Wanda le sugiere que “se ponga unos anteojos negros y listo”, pero su hermana ya no la escucha: corrió al placard de las maquilladoras de su agencia y está frente al espejo probando tonos de base para arreglarse ella misma.

Son casi las tres de la tarde, pero acaba de salir de la facultad y todavía no almorzó. Durante la entrevista, Wanda pasa sonoramente las páginas de una revista de personajes. A los cinco minutos anuncia que se va.

—Mi hermana y yo somos muy pegotas. Como Maxi ya se fue, estoy instalada en la casa de ella. Pero cuando estaba él, también salíamos mucho. La noche siguiente a la boda me invitaron a quedarme con ellos. Yo les decía que tengan un poco de intimidad, pero como en Rusia están muy solos, les gusta aprovechar.

—¿Te gustaría mudarte sola?

—Pensaba en irme a Belgrano para estar más cerca del centro, pero no hay nada más lindo que llegar a la noche “muerta” y encontrarme con la comida casera de mi mamá. Poder hablar de lo que hice en el día, mostrarle los contratos a mi papá o preguntarles qué les pareció una foto. Siento que con 19 años todavía lo necesito. Estoy cómoda y ya se les fue una hija, si se les va otra se mueren. En ese sentido, Wanda y yo somos muy chapadas a la antigua. Mi mamá lo mismo: la primera noche que faltó a su casa fue la noche de bodas.

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