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De Maquiavelo a Los Simpson: cuando la política se transforma en un juego de ajedrez

Rápida, vertiginosa y emocional. La llegada de los tiempos digitales determinó para la comunicación política fuertes cimbronazos que toda estrategia debe tener en cuenta antes de ser puesta en funcionamiento. Aquí, algunas claves para domar escenarios en constante mutación.

De Maquiavelo a Los Simpson: cuando la política se transforma en un juego de ajedrez
De Maquiavelo a Los Simpson: cuando la política se transforma en un juego de ajedrez | CREDITO PERFIL

Frank Underwood, protagonista de la serie que desnuda con crudeza el lado oscuro del poder, House of Card, decía que “el dinero puede ser una gran mansión en Sarasota que comienza a derrumbarse a los diez años, pero el poder es una sólida construcción de piedra que perdura por siglos”.

Con su sarcasmo ácido y sus definiciones corrosivas, Underwood aprendió que el camino para construir ese poder está pavimentado de hipocresía y traiciones. Sin atenuantes ni opciones: hay que ensuciarse los pies y endurecer la piel.

Por eso no es candidato el que quiere, sino el que puede. Y no es consultor el que puede, sino el que sabe.

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Desde la segunda mitad del siglo XVII a hoy, es decir, desde que las sociedades comenzaron a decidir su destino político, la lucha por vencer se transformó en una lucha para convencer. Un juego de estrategias, recursos, psicología y tácticas complejo y en evolución permanente, que convirtió a la política en un tablero de ajedrez móvil.

Maquiavelo decía que toda comunidad tiene dos polos: el pueblo y los gobernantes que están en constante conflicto. Lo decía en el 1500, años donde todavía la democracia estaba deslucida y la lucha por gobernar no tenía escrúpulos. Hoy, las herramientas, los escenarios, el ciudadano y el ejercicio del poder han cambiado radicalmente no solo las formas, sino también el fondo.

Si hoy viviera, Maquiavelo no podría transmitir sus famosos consejos de guerra o política sin ver a Los Simpson, sin descifrar un meme, sin apelar a TikTok. La comunicación política renovó su lenguaje, el método, el canal, el medio y el mismísimo mensaje.

Con la llegada de los tiempos digitales la política vivió cimbronazos trascendentales: ahora es rápida, vertiginosa y emocional. La reacción ante la noticia es explosiva, las indignaciones se esparcen como fuego en campo seco, la abulia para votar es contagiosa: todo es visceral.

La empatía y la emoción juegan sus cartas en la misma mesa que lo hacen los discursos y las piezas publicitarias. Todo confluye para trazar, como un arquitecto de las palabras y de los espacios, una estrategia precisa, sobre cuyos cimientos se sostendrá todo el andamiaje de una campaña electoral.

Por eso, es sumamente recomendable partir de algunas premisas esenciales: el arte de gobernar se convirtió, hace tiempo, en el arte de persuadir; las sociedades ya no creen en lo que lo que los políticos “son” ni en el futuro que la política les ofrece.

Así, deben multiplicarse los esfuerzos y la creatividad para transformar a un político en un auténtico líder. Sobre todo cuando, en realidad, lo que sobrevuela en los electores es la sensación de hastío y decepción.

La estrategia debe plantearse desde la realidad más cruda. En cada país, en cada región y en cada territorio se despliegan mapas exclusivos, pero unidos todos por el mismo afán de construir y conquistar el poder. En ese camino de construcción también sobreabundarán la hipocresía y las traiciones. Ante ellas, no hay recetas mágicas: solo se trata de ensuciarse los pies y endurecer la piel.

La brújula estratégica es un GPS que recalcula cada vez que se inicia una campaña: no hay dos caminos iguales ni manera de recorrerlos.

La consultoría política es un laboratorio donde la materia prima indispensable y omnipresente es el poder. Allí el “animal político” se transforma en candidato, que es aquel que quiere ocupar un cargo público elegido por los ciudadanos. Esa alquimia requiere de una profesionalización cada vez más exigente, que deje el menor margen de error y especulación posible.

De eso se trata.

@divoskus