IDEAS
PERFIL 14 AÑOS

Cuatro pilares para la esperanza

La Argentina del futuro solo depende de nosotros, los argentinos. Y de nuestra voluntad de trabajar y construir un país seguro, próspero y en paz.

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La historia se mide en siglos, milenios. La vida humana, en días, meses, años. Estudiar historia es importante porque nos da una perspectiva diferente a la de nuestro diario trajinar.

Argentina es muy joven a la luz de la historia, aunque para cada uno de nosotros las frecuentes crisis, mejoras y retrocesos hayan ocupado gran parte de nuestra vida.

Pensar la Argentina futura, a las puertas del año 2020, me abre una ventana a la esperanza. Creo que todos los seres humanos necesitamos una cuota de optimismo para enfrentar el mañana.

Pero al mismo tiempo, la responsabilidad me obliga a explicitar cuáles son los supuestos sobre los cuales me animo a pensar que el futuro, que será el tiempo de mis hijos y mis nietos, será mejor que mi propio tiempo.

Y allí vuelvo a aquellos pilares que, a lo largo de la historia, han logrado construir sociedades prósperas en las que sus habitantes no se vean obligados a emigrar o a morir de pena, miseria o  víctimas de la criminalidad impune.

El primer pilar es la presencia de instituciones que establezcan  la base de contratos imprescindibles para el funcionamiento normal de la sociedad. Todo proceso de construcción social necesita de reglas claras y de un sistema de premios y castigos que induzca a los ciudadanos a cumplir la ley. La Justicia tiene un rol central en el desarrollo económico y social, así como la seguridad y la defensa. Si el Estado no asegura la provisión de estos bienes esenciales, la indefensión del ciudadano es completa, y es de esperar que imperen la violencia y el caos.

El segundo pilar es la educación,  elemento  que permite al hombre ser realmente libre y capaz de forjar su destino. Paradójicamente, hay muchas más publicaciones y cantidad de espacio en medios dedicados a analizar los trabajos del futuro que a imaginar y proponer políticas a aplicar para revertir la situación presente en la que el 50% de los adolescentes no termina la secundaria. Para ellos seguramente no habrá trabajo y consecuentemente no habrá un futuro con perspectivas de progreso y superador del presente. 

El tercer pilar es que, como sociedad, entendamos que la corrupción no es ajena a la pobreza estructural. Estudios empíricos han demostrado la relación directa entre falta de transparencia (corrupción) y pobreza. La razón es simple: para reducir la pobreza estructural, es necesaria la inversión directa (orientada a la producción de bienes y servicios, fuente genuina de creación de empleo productivo). Pero la inversión directa no fluye a las economías corruptas, porque los costos se incrementan y las complejidades también. La corrupción empobrece y mata.

Por último, y abarcando todo lo anterior, debemos consensuar un proyecto de Nación que nos trascienda y aglutine. Y que evite los movimientos pendulares que nos devuelven al punto de partida (o peor, a décadas atrás), separándonos cada vez más del resto de las economías. Este proyecto, una vez acordado, requiere de muchas decisiones, definiciones técnicas y políticas públicas que lo van haciendo posible. Lo que es clave es comprender que lo que transforma esa Argentina “soñada” en una realidad compartida es el trabajo duro, diario y coherente. Y una clase dirigente (política, empresaria, sindical, etc. ) no solo capacitada en lo técnico, sino profundamente ética y generosa, que dedique mucho más tiempo a construir el futuro que a asegurar su presente personal y familiar.

La Argentina del futuro puede ser la de la industria competitiva, la de la exportación de servicios de alto valor agregado, la de la ciencia y la tecnología, la del desarrollo de Vaca Muerta, y de una educación de calidad, o puede también ser la de la pobreza y el analfabetismo crecientes, el éxodo de los más capacitados, la escasez, las mafias, la miseria y la violencia.

La Argentina del futuro solo depende de nosotros, los argentinos. Y de nuestra voluntad de trabajar y construir un país seguro, próspero y en paz.
No olvidemos que muchos hombres y mujeres, no tan lejos en la historia, entregaron su vida por nuestro país. La mejor manera de honrar su enorme sacrificio es esforzarnos y trabajar para  construir un futuro mejor.

 

* Decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA.