IDEAS
PASO 2019

Hasta el empate siempre

Las expectativas y el milagro que espera el gobierno para las elecciones de octubre

Debate Presidencial 2020 Estados unidos 28082019
Los debates presidenciales son la oportunidad para que los candidatos visibilicen los puntos débiles de sus adversarios | AFP

El 16 de octubre de 2005 se enfrentaron por la fecha 11 del Torneo Apertura, River y Boca en el Estadio Monumental. A River lo dirigía Reinaldo Merlo y a Boca, Alfio Basile. Compañeros del Cuerpo Técnico en el seleccionado nacional y amigos entrañables, Boca venía apabullando a sus rivales y River estaba debilitado. Sin embargo, ese día el resultado fue un aburrido 0 a 0 que dejó conformes a ambos equipos y a sus conductores. La sospecha de un pacto entre ellos todavía persiste.

Pasadas un par de semanas de las PASO y tras cierta estabilización anímica y económica luego de sus contundentes resultados, comenzaron a surgir nuevas certezas y algunos interrogantes de cara a las elecciones generales de octubre.

Una de las nuevas certezas es que inexorablemente habrá que modificar la implementación de las elecciones primarias. Los 77 días que las separan de las elecciones generales son exagerados cuando precipitan resultados como el del 11 de agosto último. Sin absolutamente ninguna consecuencia institucional, las PASO derivaron en un presidente con un margen de acción muy acotado, con sus acciones -políticas y financieras- en baja y un candidato -Alberto Fernández- tomándole las medidas a la banda presidencial pero aún carente de poder institucional.

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En esta partida de ajedrez que se observó durante estos días, Macri abrió un canal de diálogo con el principal contendiente electoral en el que ambos exploraron estrategias de mutua cooperación que permitiesen estabilizar el terremoto que causó la paliza de las urnas.

Macri está en la búsqueda de un improbable milagro que le permita descontar la diferencia y acceder al ballottage, mientras que Fernández mide cada una de sus afirmaciones para no propiciar un colapso que, si no hay sorpresas, terminaría recayendo sobre sus espaldas.

Por el lado de los interrogantes, el círculo rojo está expectante de qué sucederá el 13 y 20 de octubre, fechas confirmadas en las que se efectuarán los debates presidenciales fijados por ley. Una duda recurrente entre los consultores políticos es la medida en que este duelo dialéctico, y la consecuente percepción del electorado, impacta en el escrutinio final.

Los debates presidenciales a lo largo y ancho del mundo con frecuencia son la oportunidad de que los candidatos visibilicen los puntos débiles de sus adversarios a través de chicanas; y maximicen sus virtudes por medio de frases altisonantes. Quedará grabado en nuestro imaginario colectivo “¿En qué te han convertido?, parecés un panelista de 6-7-8” y “No pudiste resolver el problema de los trapitos y vas a resolver el narcotráfico”.

En esta oportunidad y teniendo en cuenta la fragilidad de nuestro plan económico, basado en un modelo de neo valorización financiera (explicado sencillamente: el privilegio de la especulación de capitales basados en una alta tasa de interés de corto plazo en detrimento de la producción industrial) reduce las posibilidades de que los candidatos debatan a lengua suelta. En este caso el río revuelto no le provoca ganancia a nadie.

Por cualquier expresión de Fernández que golpee al modelo económico macrista, será él mismo quien pague las consecuencias; a su vez las afirmaciones de Macri que ataquen a los puntos débiles de la propuesta peronista pueden afectar una estabilidad cambiaria que se sostiene con alfileres.

Como sucedió en 2005 entre River y Boca, quizás sea conveniente que en ambos debates presidenciales se reedite aquella estrategia de Merlo y Basile: que los candidatos pacten un empate que mantenga la calma del sistema político. Tanto para el oficialismo como para la oposición implicarían un subóptimo que les permitiría atravesar la transición al próximo gobierno con menos dificultades.

 

*Licenciado en Ciencia Política (UBA) y analista político.