INTERNACIONAL
Entrevista exclusiva

Anne-Marie Slaughter: "El clima es la prioridad top de Biden"

La ex funcionaria del gobierno de Obama y profesora de la Universidad de Princeton propone una actualización radical del orden internacional. Qué líneas rojas trazará el presidente electo a China.

Anne-Marie Slaughter
Slaughter fue director de Planificación de Políticas del Departamento de Estado | Cedoc Perfil

Anne-Marie Slaughter, CEO del think thank New America y profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Princeton, ocupó importantes puestos en Washington y conoce muy bien al gabinete del presidente electo Joe Biden. De hecho, durante el gobierno de Barack Obama fue la primera mujer en convertirse directora de Planificación de Políticas del Departamento de Estado.

En diálogo exclusivo con PERFIL, Slaughter analizó la relación de su país con China, Rusia y América Latina.

—¿Cuáles serán las prioridades de Biden en política exterior?
—Tendría que responder esa pregunta hablando sobre estilo y sustancia. En estilo, si Donald Trump fue America First, Biden será Allies First (Aliados Primero). Abordará cada tema, ya sea geopolítico o global, pensando quiénes son nuestros amigos y socios  y cómo los juntamos para enfrentar desafíos juntos. Es un enfoque mucho más solidario de los asuntos globales. Gran parte del primer año será gastado en reparar las relaciones dañadas con los aliados y descifrando cuáles son los grupos correctos para abordar a China, a Irán, y para enfocarse en la desinformación rusa. Ese es el cambio de estilo. Es  reconocer que Estados Unidos está en un lugar diferente en el mundo. No volveremos a un mítico liderazgo hegemónico. El mundo ha seguido adelante y tenemos que encontrar una manera nueva de liderar. En cuanto a la sustancia, el clima es claramente su prioridad top. Lo primero que hará es reincorporarnos al Acuerdo de París. Es muy importante ver que el clima epitomiza un tema que es doméstico y global al mismo tiempo. Se enfocará en la tecnología verde, en la economía limpia, en mucha inversión doméstica y en cómo el mundo aborda ésto. También se enfocará en la proliferación nuclear. Querrá firmar el Tratado START (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas) con Rusia enseguida. Eso sentará las bases para pensar cómo tener un nuevo acuerdo con Irán. Para Biden se trata más de cómo evitar la proliferación nuclear que de Irán en sí mismo. Intentará evitar un Medio Oriente donde Irán, Arabia Saudita, Israel y Egipto tengan todos armas nucleares. La tercera cuestión es cómo aseguramos que el mundo digital que habitamos refleje valores democráticos. Eso es en parte contra China, contra Rusia, pero también es un gran y complejo conjunto de cuestiones, en las que querés tener de tu lado a los europeos, los asiáticos, los latinoamericanos. El punto es: ¿Podemos gobernar Internet, la inteligencia artificial, y el mundo digital de una manera que proteja y respete la privacidad, la seguridad, y la apertura? 

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—Usted escribió en un artículo en Financial Times que “los pilares de la política exterior de Biden pueden ser resumidos por tres D: Doméstica, Disuasión y Democracia”. ¿Cómo pueden esos pilares fortalecer a Estados Unidos en su competición con China?
—La parte doméstica es absolutamente vital. Como dije sobre el clima, la gente de Biden cree que no podemos competir con China o jugar el rol que necesitamos jugar en el mundo a menos que nos reconstruyamos y renovemos. Esa parte es esencial, la deberíamos hacer aún si China no existiese. El elemento de disuasión tiene mucho que ver con China, pero también con Rusia y con cualquier otro adversario. Simplemente es modernizar nuestra defensa, así podemos descansar más en la disuasión que en el uso de la fuerza. La parte de la democracia es la más complicada. Biden dijo que va a convocar a una Cumbre de Democracias; su asesor Tony Blinken, que será Secretario de Estado, ha hablado de una Liga de Democracias. Biden ve el valor de unir a lo que llama el “mundo libre” contra los autoritarios y China es el más poderoso de los Estados autoritarios. Tendremos que ver cómo resulta esto. Creo que es complicado. Yo llamé a un concierto de democracias en 2006 en el Princeton Project in National Security, pero ahora me enfocaría menos en democracias versus dictaduras, que en lo que lo haría en sociedades, gobiernos y orden internacional abiertos. Estados Unidos mismo no luce como una gran democracia. Tuvimos una elección donde el presidente se rehusó a conceder. Entonces es una cuestión muy engañosa decir “estas son las democracias y ésas las dictaduras”. Esto no es sobre China. Se trata de fortalecer los valores democráticos, los valores liberales de sociedades abiertas, de transparencia, de participación, de rendición de cuentas. Preferiría ver eso.

Anne-Marie Slaughter, ex funcionaria del gobierno de Obama. En la foto, sentada junto a Hillary Clinton.
Anne-Marie Slaughter, ex funcionaria del gobierno de Obama. En la foto, sentada junto a Hillary Clinton.

—La idea de Biden de una Cumbre de Democracias suena muy parecida a la tesis de su colega de Princeton, John Ikenberry, en su último libro: A World Safe for Democracy. ¿Cree que la política exterior de Biden será liberal?
—Creo que será liberal en el sentido de John Ikenberry. John y yo fuimos copresidentes del Princeton Project in National Security. Allí, ambos argumentamos a favor de un concierto de democracias. Aún acordaríamos que un orden internacional liberal, es decir un orden basado en reglas, abierto, transparente, regido por leyes, por el respeto a los derechos humanos y por valores democráticos, es algo bueno. Pero hace mucho que Estados Unidos ha impuesto reglas a los demás que no respetó por sí mismo. Nunca firmamos el Tratado del Derecho del Mar, hay varios tratados que no hemos aceptado. Creo que fue en los 1990 cuando John Ruggie escribió que el excepcionalismo americano era en realidad exencionalismo americano (american exemptionalism) con respecto a las reglas internacionales. Pero ese orden necesita una actualización radical. Y eso es un problema porque nadie puede descifrar cómo reformar Naciones Unidas. Es imposible imaginar un mundo en 2045 que sea dirigido por los ganadores de la Segunda Guerra Mundial. Es como decir que en 1945 deberíamos ser liderados por los poderes europeos de 1845. Entonces, es una pregunta central cómo vamos a reformar ese orden. El equipo de Biden y sus políticas serán multilaterales, defenderán la idea de un orden internacional basado en reglas. ¿Serán lo suficientemente audaces para hacer los cambios que hagan que muchos países sientan que tienen una participación real en ese orden? No lo sé. Deberíamos ir más allá de las etiquetas de democracias versus no democracias y del Consejo de Seguridad versus todos los demás. Eso no sirve. Vería la forma de fortalecer instituciones regionales, construir pools regionales de soberanía de forma que permita mucha autonomía regional pero también cierta forma de estructura global.    

—¿Cuáles serán las líneas rojas que Biden trazará a China?
—En el Mar del Sur y del Este de China continuaremos dejando muy en claro que apoyamos la libertad de navegación e irónicamente las disposiciones del Tratado del Derecho del Mar, que reconocemos como derecho internacional consuetudinario. Eso no será nuevo. La administración Trump ya lo ha hecho y creo que lo imitaremos. Dejaremos muy en claro que China no puede convertir a Asia en un Protectorado Chino. Continuaremos trabajando con el Quad, Japón, Corea del Sur, Australia e India. Ellos son nuestros aliados claves y nosotros también somos una potencia del Pacífico. Creo que el ciberconflicto, la ciberagresión, es otra línea roja, donde los haremos retroceder. Eso es disuasorio. Tal vez también tracemos líneas rojas en el espacio, tanto en la explotación comercial del espacio, como también en conflictos armados. Las cuestiones más difíciles son: comercio, donde creo que Biden mantendrá las sanciones por ahora y probablemente intentará llegar a un acuerdo que no lucirá tan diferente al de Trump; y derechos humanos. Biden está hablando de democracia, de un orden liberal, y eso significa que deberíamos defender los derechos humanos de los más débiles, los derechos humanos en Hong Kong. China es una potencia nuclear. Creo que seremos más vocales, pero ¿trazaremos líneas rojas? No lo sé. Probablemente trabajaremos con nuestros aliados y con las naciones del ASEAN para responder al bullying chino.

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—En 2009 Obama intentó resetear la relación con Rusia y eso no funcionó. ¿Qué debería hacer Biden ahora con Moscú?
—A fines de agosto Vladimir Putin dijo públicamente que no estaba de acuerdo con las críticas de Trump a Hunter Biden. Y eso es muy interesante porque indica que Putin pensó en agosto: “No sé si quiero enfurecer al próximo presidente de Estados Unidos”. Entonces hay una oportunidad ahí. Biden será muy duro en la desinformación y en Rusia metiéndose en nuestros asuntos. Amenazaremos con exponer secretos rusos. Pero creo que también Biden reconocerá -y esto debiera haberlo mencionado con respecto a China también- que necesitamos la cooperación china en el clima, y la cooperación rusa en Irán y en un montón de cuestiones globales. Francamente Rusia está jugando un rol diplomático más importante en Medio Oriente que Estados Unidos. Espero que Biden sea bastante pragmático y le diga a Rusia: “bueno, vamos a contraatacar muy fuerte cuando ustedes interfieran con nuestros intereses en Ucrania, cuando nos ocasionen problemas, pero también nos gustaría trabajar juntos si están dispuestos a respetar normas básicas. Si continúan envenenando personas en otros países, no”. Los tomaremos en serio en la escena internacional. Rusia es una gran potencia y debería ser tratada de esa forma.

—¿Cómo será la política exterior de Estados Unidos con respecto a América Latina?
—Creo que intentará volver a Obama con Cuba. Intentará reanudar las relaciones. Presionará duro en Venezuela, pero eso será continuar una política. Lo que no sé es si intentará pensar en las Américas en una forma más integral. Obama pensó en eso. La secretaria Clinton pensó concienzudamente que eso era importante tanto por el poder de los países latinoamericanos, como también considerando en lo que se está convirtiendo Estados Unidos. Los latinos serán la minoría más grande, más allá de los blancos. Si piensas en que los lazos estadounidenses europeos están dados porque una mayoría de americanos vinieron de Europa, ahora una pluralidad sustancial de americanos vendrán de América Latina y eso debería hacer la diferencia. El problema es que muchas veces, no importa lo que el presidente quiera hacer, las crisis vienen de otros lugares y la agenda nunca se lleva a cabo. Espero que tenga una política creativa e innovadora que sostenga que las Américas importan y que debemos fortalecer nuestras organizaciones regionales.

Joe Biden, presidente electo de los Estados Unidos.
Joe Biden, presidente electo de los Estados Unidos.

—¿En qué áreas puede Argentina cooperar y relacionarse con el gobierno de Biden?
—Sería genial ver a Argentina involucrándose en varios frentes. Uno sería pensar detenidamente qué es un régimen de inversiones global sustentable. Argentina ha defaulteado sus deudas y es un país que en cierta forma es un símbolo de lo que no funciona cuando países ricos invierten en economías emergentes. Pienso que necesitamos muchas reformas en el marco de inversiones global. También Biden querrá enfocarse en políticas de evasión impositiva y anti corrupción. Sería genial que Argentina pueda jugar un rol en Latinoamérica tomando posiciones audaces. La otra cosa que sería interesante es si Argentina puede unirse con otros países latinoamericanos para impulsar una agenda transatlántica que no sea sólo del Norte Atlántico, sino que también involucre a la región y a África.

—¿Biden pedirá apoyo de Argentina para abordar la crisis humanitaria en Venezuela?
—A la administración Biden le gustaría ver una respuesta regional a crisis regionales. No lo verás decir que depende de nosotros atender la crisis en Venezuela. Dialogará con Chile, con Argentina, con países importantes que no serán siempre Brasil y México. Ese sería un abordaje razonable.   

—Usted escribió un artículo muy interesante en The Atlantic, titulado “Por qué las mujeres todavía no pueden tenerlo todo”. ¿Qué debieran hacer los gobiernos para que haya igualdad de género?
—Intento no referirme a tenerlo todo en un mundo donde tanta gente no tiene lo suficiente. Pero diría que los gobiernos deberían enfocarse en permitir que todos sus ciudadanos y residentes, todos los seres humanos, sean lo que quieren ser y eso significa permitir que las mujeres desarrollen sus carreras en trabajos que tradicionalmente tenían los hombres. Pero también significa, y esto es muy importante en Latinoamérica, deshacer el estereotipo de la masculinidad tradicional para que los hombres decidan si quieren pasar más tiempo con sus familias, o ser maestros, o enfermeros, o cualquier rol que tradicionalmente era para mujeres. Que la sociedad valide eso para los hombres, tanto como para las mujeres. No creo que los gobiernos puedan nunca lograr la igualdad de género enfocándose sólo en las mujeres. Si cambiamos los roles de las mujeres, entonces también tenemos que cambiar los roles de los hombres. Sólo así lograremos la igualdad de género.  

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—¿Cómo debiera ser una política exterior feminista?
—Una política exterior feminista tomaría muy seriamente la idea de que la igualdad de género es una señal de la salud de la economía y del sistema político de un país, un símbolo de que está realmente viviendo de acuerdo a sus valores, y de que está aprovechando todo su talento. Hay varias buenas razones para aliarse con Arabia Saudita, pero la manera en que trata a sus mujeres no es algo que puedes dejar de lado. Incluso si comparas a Arabia Saudita e Irán, las mujeres están mejor en Irán que en Arabia Saudita. Deberíamos considerar seriamente cómo un gobierno trata a las mujeres como una forma de evaluar la fortaleza de ese país y también de qué tipo de relaciones quieres con ese país. Una política exterior feminista también reconocerá que las cuestiones de desarrollo son tan importantes como las geopolíticas. La salud global, la educación global, el acceso a recursos, el empleo tienen más impacto en las mujeres que en los hombres. Cualquiera de las grandes competiciones geopolíticas, EE.UU. versus China o EE.UU. versus Rusia, son importantes. Pero son menos trascendentes en el día a día para las mujeres y para muchos hombres que lo que lo son para un pequeño grupo de elite.