En contra de las leyes que imparte la Iglesia Católica para sus fieles y que prohíbe terminantemente la eutanasia, a Juan Pablo II lo habrían ayudado a morir. Así lo afirmó, y abrió inmediatamente la polémica, Lina Pavanelli, una médica anestesista italiana y profesora en la Universidad de Ferrara.
Pavanelli hizo pública su versión en la edición de este mes de la revista de asuntos sociales MicroMega, y ayer la reafirmó en una conferencia de prensa, consignó el diario español El País.
El relato de la doctora incluye que el prelado, en sus días finales, fue privado de alimentación. Inmediatamente, los médicos que trataron a Karol Wojtyla rompieron el silencio para desmentir los rumores que, de ser ciertos, dejarían mal parada a la Iglesia: aseveraron que los dichos de Pavanelli se basan en datos erróneos, lo que conduce a llegar a conclusiones falsas.
El elemento central de la tesis de Pavanelli es la fecha en que a Juan Pablo II le fue colocada una sonda nasogástrica. El Vaticano informó en su día que la sonda, que permitía introducir alimento a través de la nariz, fue implantada el 30 de marzo de 2005, tres días antes de su muerte el 2 de abril.
Lina Pavanelli sostiene que la sonda fue utilizada demasiado tarde, cuando el pontífice había perdido ya al menos 15 kilos de peso y se acercaba a la agonía. "Sólo la decisión del paciente de rechazar el tratamiento puede explicar el comportamiento del equipo médico", afirma la doctora.
El equipo médico papal, en declaraciones anónimas al Corriere della Sera, y el médico personal de Juan Pablo II, Renato Buzzonetti, en declaraciones a La Repubblica, señalaron que, en efecto, la sonda fue colocada de forma permanente el 30 de marzo, pero que desde mucho antes se utilizaba para alimentar al Papa: se limitaban a colocarla y retirarla después, para que el pontífice pudiera mantener apariciones públicas.
Pero llevaba la sonda casi todo el día bastante antes del 30 de marzo. El 25 de marzo, durante la retransmisión televisiva de la procesión de Viernes Santo, Juan Pablo II fue filmado de espaldas para que no se vieran los tubos conectados a la nariz.
Parece claro que las acusaciones de la doctora Pavanelli están relacionadas con una campaña sobre la eutanasia, un tema muy polémico en Italia. Durante su rueda de prensa, la doctora estuvo acompañada por la viuda de Piergiorgio Welby, un enfermo de distrofia muscular que durante meses rogó que le desconectaran el respirador artificial.
Un anestesista apagó el respirador en diciembre de 2006 y el cardenal Camilo Ruini, vicario papal en la Diócesis de Roma, se enfureció hasta el punto de prohibir un funeral religioso para Welby.
Fuente: Télam