Joe Biden o Bernie Sanders: uno de ellos será el candidato demócrata a la presidencia. La paridad entre los senadores amenaza con desgastar a la oposición y extenderse hasta julio, cuando se celebrará la Convención Nacional Demócrata, mientras Donald Trump apunta todos los cañones a las presidenciales del próximo 3 de noviembre. Si ninguno de los dos logra una mayoría de 1.991 delegados, los demócratas se asomarán a un abismo del que pueden salir repletos de heridas. El temor a un escándalo y una fractura del partido, en caso de que los seguidores del perdedor repudien al ganador ante las cámaras de televisión de las principales cadenas del país, preocupa a los líderes demócratas.
Tras un exitoso Supermartes, Biden lidera la carrera, con 664 delegados, mientras que Sanders tiene 573. El próximo martes volverán a competir en seis estados: Washington, Michigan, Missouri, Mississippi, Idaho y North Dakota. Allí estarán en juego 352 delegados.
“Biden tiene una gran ventaja. Las élites del partido lo están apoyando, ahora que saben que es la única alternativa a Sanders”, explicó a PERFIL Dante Scala, profesor de Ciencia Política de la Universidad de New Hamsphire.
El sitio de predicción electoral Five Thirty Eight concuerda con ese diagnóstico. Según su modelo de simulación de escenarios, Biden cuenta con una probabilidad de ganar la nominación del 88%, mientras Sanders apenas del 2%. El dato que enciende las alarmas es que no haya una mayoría cuando comience la Convención: ese escenario tiene una chance del 10%, es decir, de 1 en 10 ocasiones.
Con la necesidad de energizar a sus bases, el propio Sanders marcó la cancha este jueves, al sostener que la Convención debería ungir al candidato que tenga una pluralidad de delegados, aun cuando no llegue a la mayoría absoluta. “Si Biden llega con más delegados que yo, él será el ganador”, aseguró a la periodista Rachel Maddow en la cadena MSNBC. El senador por Vermont pretende que, en caso contrario, Biden actúe de la misma manera, para evitar una segunda ronda donde podrían participar los superdelegados, es decir, los líderes del establishment del partido que suele criticar en cada intervención pública. “Debería ser una decisión de la gente y no de los políticos de Washington”, agregó.
Nate Silver, alma mater de Five Thirty Eight, avisa que aún hay una cuota considerable de incertidumbre en su análisis, por ejemplo el recuento final en California, donde ganó Sanders pero no se repartieron todos los delegados, ya que millones de votos enviados por correo no fueron escrutados. “Sanders tiene una oportunidad, pero es pequeña”, explica.
En cambio, el ex vicepresidente de Barack Obama se convirtió en el gran favorito, luego de recibir el apoyo de Pete Buttigieg, Amy Klobuchar y Mike Bloomberg, que se bajaron de las primarias. “Biden tiene una coalición más amplia de votantes demócratas que Sanders, especialmente ahora que los latinos ya han votado. Y las primarias que restan no son mayormente en estados fuertes para Sanders”, agregó Scala.
Candidatura. Entre el 13 y el 16 de julio, el candidato será designado en Milwaukee en la Convención Nacional Demócrata. En la primera ronda de votación participan solo los 3.979 delegados electos. Si ninguno de los postulantes alcanza la mayoría absoluta, habría una segunda y hasta tercera votación. Allí entrarían en juego los 771 superdelegados, que sufragarían junto a los delegados tradicionales.
Según informó The New York Times a fines de febrero, cuando aún Sanders era favorito, la mayoría de los superdelegados se oponían a su candidatura y creían que habría una “Convención disputada”, es decir, más de una ronda de votación. El gran riesgo de ese escenario es que haya una fractura política intrapartidaria, que aliene a los militantes del bando que pierda las primarias. Eso pasó en 2016, cuando muchos seguidores de Sanders no votaron a Hillary Clinton en las generales, pese a que el senador apoyó su candidatura.
Trump parece disfrutar las primarias demócratas, según sus comentarios en Twitter. Su única preocupación es el impacto económico del coronavirus, el único obstáculo de peso, por el momento, en su camino a la reelección.