La segunda ola de la pandemia de covid-19 dejó a los hospitales del interior del estado brasileño de Amazonas, desbordados, sin unidades de cuidados intensivos y afectados, al igual que los de Manaos la capital regional, por el agotamiento de las reservas de oxígeno.
A Iranduba se llega por una carretera con trechos en obras que se vuelven fango con las diluvianas lluvias amazónicas. Ese es el trayecto, unos 40 kilómetros, que los pacientes más graves deben recorrer en dirección a Manaos, la única de las 63 ciudades del estado con unidades de cuidados intensivos.
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"Todo fue muy rápido, de repente estaba todo lleno, nuestra estructura no aguanta esto", le dijo a la agencia AFP un empleado del Hospital Hilda Freire, de Iranduba. "Tuvimos algunas pérdidas", dice el empleado, que prefirió no identificarse, cubierto con ropa de protección blanca. "Nos entristeció mucho, no teníamos cómo socorrerlos", agrega, relatando muertes por asfixia que prefiere no enumerar.
En el Hilda Freire, casi todas las 30 camas están ocupadas. La reserva de oxígeno, que duraba dos semanas, ahora no alcanza para un día.
La ciudad, de unos 50.000 habitantes, registró entre el lunes y el miércoles 15 muertes por covid-19, más que en los últimos cuatro meses de pandemia.
A pesar de que el suministro aumentó en los últimos días gracias a envíos de otros estados y a una donación de Venezuela, Amazonas vive una explosión de casos, que podría estar relacionada con una variante del virus, más contagiosa, detectada en la región.
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La urgencia sanitaria multiplicó los desafíos logísticos de una zona caracterizada por sus porciones selváticas y sus extensos ríos.
A unos 85 km hacia el oeste por la AM-070, franqueada por ríos y selva, se llega a Manacapuru, un municipio con una tasa de óbitos de 223/100.000 habitantes, la mayor del estado de Amazonas, que es a su vez el segundo de los 27 estados brasileños con mayor proporción de muertos (159/100.000). A nivel nacional, Brasil ronda los 213.000 fallecidos con covid-19.
En el servicio de emergencia del hospital Lázaro Reis, el único de esta ciudad de 100.000 habitantes, los pacientes entran y salen sin cesar y el personal médico va de un lado al otro con placas o estudios en las manos.
Un empleado administrativo del hospital dice no tener un minuto de calma desde hace una semana. Parte de la rutina de estos funcionarios es disputar la prioridad del abastecimiento para garantizar a tiempo las recargas.
Una demora en la entrega de oxígeno, según las autoridades, derivó en la muerte de siete personas el martes en Coarí, municipio río abajo de Manacapuru.
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En Manaos los médicos dicen que están angustiados por la agresividad de la nueva ola de la pandemia, que no se descarta esté relacionada con una variante del coronavirus detectada inicialmente en Japón en personas de regreso de la Amazonía brasileña.
Otra hipótesis atribuye la alta mortalidad de las últimas semanas a la explosión de demandas de internación, que provocó la escasez de oxígeno en los hospitales.
El doctor Ruy Abrahim, que coordina el servicio de urgencias de Manaos, señala una evolución rápida de los pacientes hacia el estado crítico y un aumento del número de personas que mueren en casa antes de recibir asistencia. También refiere la multiplicación de casos graves de todas las edades.
El servicio de urgencias de Manaos recibe unas 1.300 llamadas por día, 80% de ellas por problemas respiratorios. En tiempos normales, son de 800 a 1.000 llamadas, generalmente por traumatismos diversos.
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Con 37 ambulancias para la ciudad de 2,2 millones de habitantes, actualmente sólo consigue atender un 15% de las llamadas.
El epidemiólogo Julio Croda advierte que en Manaos se está produciendo una reinfección en masa después de la amplia propagación del virus el año pasado, sin descartar que esté potenciada por la nueva variante. "Nos preocupa bastante, porque esta mutación puede estar asociada a una mayor transmisión", dice a la AFP. Y advierte, que la situación puede reproducirse en otros lugares y que "si realmente [la nueva variante] es más contagiosa, veremos un aumento aún mayor de casos y muertes".
Un estudio de septiembre de 2020 en el que participaron investigadores de la Universidad de Sao Paulo sugirió que la capital amazónica pudo haber alcanzado la inmunidad de rebaño después de la primera ola.
Pero Croda subraya que hasta la fecha sólo hay incertidumbres sobre la duración de los anticuerpos y su eventual efectividad ante una variante del virus.
Por su parte, el investigador Jesem Orellana, de la Fundación Fiocruz-Amazonía, dijo "Sabemos que algo muy grave y muy diferente ocurrió en la transmisión entre noviembre y diciembre" y pide cautela antes de sacar conclusiones sobre una nueva variante más letal y contagiosa.
"Manaos sólo descubrió que tenía una cepa porque Japón llamó. Eso significa que no estamos haciendo el rastreo o lo estamos haciendo muy mal. Probablemente tenemos más variantes y no lo sabemos", agrega Oreallana.
"Lo único que sabemos es que el 14 de enero murieron 100 personas asfixiadas por falta de oxígeno", afirma, aclarando que el número no es oficial, sino un cálculo hecho a partir de informes de hospitales. La crisis llevó a muchos habitantes de Manaos a improvisar tratamientos en casa.
En este sentido, el investigador señala la posibilidad de que los pacientes estén llegando muy tarde al hospital y que los tratamientos en casa, con administración de oxígeno por personas no especializadas, sean "un tiro en el pie".
HV / DS