INTERNACIONAL
Opinión

Brasil elige entre dos populismos

El populismo es una forma de construir y ejercer el poder, como lo señalara Laclau, quien dejó en claro que el mismo puede ser tanto de izquierda como de derecha.

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Fernando Haddad y Jair Bolsonaro se disputan una elección histórica. | CEDOC

Los resultados de la primera vuelta en las elecciones de Brasil mostraron que los ciudadanos han perdido interés en propuestas que privilegian la vigencia de las instituciones republicanas con descuido de los problemas socioeconómicos que sufren importantes sectores de la sociedad. De ahí que las fuerzas políticas con tendencias socialdemócratas hayan quedado relegadas, pasando a la segunda vuelta electoral sólo aquellas que prometen ocuparse de esos problemas de subsistencia y de seguridad.

Y la diferencia en favor de Jair Bolsonaro, en desmedro de Lula (representado por Fernando Haddad) se relacionaría con factores como: 1) "la recesión provocada por el Gobierno de Rousseff", que se tradujo en menos empleos, menos ingresos y más precariedad); 2) el temor por sus vidas, que si bien es un fenómeno creciente en el mundo, en Brasil supera holgadamente todo promedio, y para el cual Bolsonaro parece ofrecer mayores garantías, con los preocupantes riesgos que eso plantea; y 3) los casos de corrupción, que como sabemos no se trata sólo de un problema ético sino que afecta el funcionamiento del Estado y repercute en la economía llevando al estancamiento y la pobreza.

Frente a esos resultados aparecen voces que cuestionan el comportamiento de la ciudadanía por la orientación de sus votos. Las acusaciones más frecuentes hablan, ya de un voto emocional, incapaz de una perspectiva más elaborada; ya de "votar con el bolsillo". No hay dudas que no tener trabajo, pasar hambre y temer por sus vidas, produce emociones fuertes en las personas, y que eso influye en la orientación del voto. Pero son emociones provocadas por hechos materiales muy concretos. En cuanto esos hechos materiales desaparezcan los sectores populares podrán alcanzar el equilibrio que caracteriza a los estudiosos de los hechos sociales. En cuanto a considerar como un voto poco elaborado el “votar con el bolsillo”, se olvidan que Marx sostenía “que los hombres han de poder vivir para poder hacer la historia (y que) para vivir se necesita, en primer lugar, beber, comer, disponer de vivienda, vestirse y otras cosas parecidas”.

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Cualquiera sea el populismo que triunfe hoy en Brasil no parecen ser la mejor salida de la crisis; pero hay que buscar las causas, y las responsabilidades, de estos resultados donde corresponde. Está claro que las fuerzas políticas que se han sucedido en el gobierno del país no lo han hecho bien; ya sea por ineficiencia, por equivocar las prioridades o por los actos de corrupción en que han caído. En lugar de asociar el problema con el comportamiento electoral de los ciudadanos, y de alarmarse por la aparición de líderes anti sistemas, las fuerzas no populistas deben hacer una profunda autocrítica por sus actos y por sus omisiones, que son las causas de todo aquello que dicen los alarman.

Algunas reflexiones finales. Una, para la socialdemocracia, que tanto en Brasil como en nuestro país viene perdiendo presencia en los resultados electorales: para no quedar atrapados entre populismos de “izquierda” o de “derecha” se necesita sumar al liberalismo político una propuesta económica de largo plazo, con empleos genuinos y buenos salarios que atiendan las demandas de las mayorías.

Y otra, para hilar un poco más fino en los análisis de procesos políticos: una vez más queda en evidencia que al hablar de "populismos" sólo nos estamos refiriendo a la dimensión política del fenómeno, sin decir nada de su orientación económica. El populismo es una forma de construir (y ejercer el) Poder, como lo señalara Laclau, quien dejó en claro que el mismo puede ser tanto de "izquierda" como de "derecha". Para diferenciar las propuestas en lo que hace a la dimensión económica (facilistas cortoplacistas versus rigurosas de largo plazo) es necesario recurrir a una nueva categoría teórica, la que he propuesto llamar "popularismo" (“copiando” la diferencia entre liberalismo y liberismo, que hacen los teóricos italianos). En las elecciones de hoy en Brasil, aun cuando ambos candidatos son populistas por su forma de concebir el manejo del Poder, Lula es popularista pero Bolsonaro no, como tampoco lo es Trump y sí Maduro. Mejor o peor, son diferentes.

Omar Argüello - sociólogo