Días atrás, se celebró en la ciudad de Tianjin en China una Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái que reunió a 26 presidentes, que juntos representan 3.500 millones de habitantes y el 23% del PBI mundial. El encuentro sirvió como espacio para dialogar sobre los impactos de las medidas comerciales de Estados Unidos hacia China e India, así como la guerra en Ucrania y el programa nuclear iraní.
Con vasta experiencia en desfiles y eventos monumentales, China buscó impactar –en conjunto con el desfile militar en Beijing– una vez más con una imagen de fuerza política y militar. En un contexto de debilitamiento de las instituciones internacionales, de represalias y ruptura de acuerdos, China emerge como el líder natural de una alianza de países que cuestiona el orden de Occidente y se refuerza hacia adentro.
Esta alianza se vio fortalecida con la presencia después de siete años del primer ministro Narendra Modi de la India, país que aliado con China compra petróleo de Rusia. Una mayor cooperación entre estos dos gigantes, con las dos mayores poblaciones del mundo, puede poner en riesgo la intensidad de cooperación con otras regiones del mundo.
A pesar de la indiferencia que mostró un encuentro de esta envergadura en la prensa local, esta realineación y acuerdos del más alto nivel impacta a la región y a Argentina. Estudiar sus movimientos y alcances es vital si entendemos que sus participantes son los mayores compradores de nuestras exportaciones, y el impacto de estos corrimientos puede torcer hacia otros espacios de inversiones estratégicas y dejarnos más alejados de la posibilidad de negociar por nuestros intereses.
Tanto a nivel de seguridad, como político y económico, la Cumbre tuvo un efecto simbólico y concreto en el reforzamiento de alianzas pragmáticas que implican importantes negocios, aprovisionamiento de suministros claves y apoyo internacional mutuo frente a una influencia más débil de Estados Unidos y la UE.
También esto se juega en paralelo con los aranceles que EE.UU. puso a países como la India (del 50%), en represalia por la compra de petróleo a Rusia, pese a las sanciones internacionales por la guerra con Ucrania. Una acción de ese tipo aleja, mientras que la de China fortalece los intercambios económicos y financieros en esta alianza alternativa a la hegemónica.
En un movimiento del centro hacia afuera, China sigue impulsando la internacionalización de su moneda RMB para transacciones comerciales como ya sucede con sus países vecinos y busca seguir ampliando, además de su sistema de pagos CIPS, alternativo a Swift y la adopción de financiamiento de bancos chinos y comercialización de productos.
Se está defendiendo una agenda empujada por las economías de países emergentes con superpoblaciones y alineamiento en relación al Sur Global, y Argentina tiene que dialogar pragmáticamente para anticipar los cambios de una agenda, comprender qué puede ofrecer y cómo hacerlo.
*Directora ejecutiva de la Cámara Argentino China.