Rusia y China han decidido profundizar la alianza estratégica que los une para enfrentar el desafío -y las sanciones- que plantea la administración Biden, decidida a regresar a Asia y disputar la hegemonía china, luego del aislamiento impulsado por Donald Trump, y de romper lanzas con Vladimir Putin, a quien el presidente estadounidense llamó asesino.
En su primera conferencia de prensa desde que asumió, el jueves, Biden dejó claro que, al menos en la retórica, la relación de Washington con Beijing y Moscú será áspera.
Para Biden, el presidente chino Xi Jinping “no tiene un solo hueso democrático en su cuerpo”, y tanto él como Vladimir Putin piensan que “la autocracia es la onda del futuro”, y que las democracias no pueden funcionar en un mundo tan complejo como el de hoy.
Biden reafirmó su plan de convocar a una “cumbre de democracias”, para enfrentar el desafío que China en particular representa para el orden global. “Debemos tener a las democracias trabajando juntas, afirmó.
En un encuentro que sostuvieron sus cancilleres, Moscú y Beijing rechazaron la presión de Washington y anunciaron que colaborarán para responder a las sanciones “ilegítimas” impuestas por Estados Unidos y sus aliados contra funcionarios chinos por violaciones de los derechos humanos en Xinjiang, medidas que calificaron como tácticas destructivas de la Guerra Fría.
“La alianza no es algo novedoso, recuerda Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino. China tiene con Rusia el máximo nivel de asociación estratégica, que incluye la mutua defensa. Es un vínculo muy serio, previo a la administración Biden”.
Para el especialista en política rusa Andrés Serbin, la alianza entre ambos países se ha ido profundizando, sin llegar a ser una alianza militar. Algunos la califican de ‘eje de conveniencia’ y otros de ‘condominio eurasiático’, tándem o entente”.
Sanciones. El lunes, en un movimiento concertado, Estados Unidos, la Unión Europea, Gran Bretaña y Canadá anunciaron sanciones contra funcionarios chinos. En el caso de Bruselas, son las primeras desde 1989.
En Guilin, Guangxi, los respectivos ministros de Relaciones Exteriores, Wang Yi y Sergei Lavrov, coincidieron en la naturaleza unilateral de la decisión que, aseguraron, no se basa en el derecho internacional.
“Hemos notado la naturaleza destructiva de las intenciones de Estados Unidos de socavar la arquitectura legal internacional centrada en la ONU, confiando en alianzas político-militares de la era de la Guerra Fría y creando nuevas alianzas cerradas en la misma línea”, dijo Lavrov en la conferencia de prensa conjunta.
“Rechazamos los juegos geopolíticos de suma cero y rechazamos las ilegítimas sanciones unilaterales a las que nuestros colegas occidentales están recurriendo cada vez más”, agregó el ministro ruso.
Ambas partes, en su declaración conjunta, también reiteraron su firme oposición “a la politización y el uso de las cuestiones de derechos humanos para interferir en los asuntos internos de otros países”, basándose, entre otras cosas, en un doble estándar.
Como siempre, tanto Moscú como Beijing evitaron entrar en la naturaleza de las acusaciones de violaciones a los derechos humanos, amparándose en el principio de la no injerencia.
“Es inaceptable interferir en los asuntos internos de naciones soberanas con el pretexto de promover la democracia”, subraya la declaración conjunta.
Para el profesor Tony Kevin, de la Universidad Nacional de Australia, el mensaje de ambos países a Biden es claro: “no nos juzgues o trates de cambiarnos. Esos días se acabaron”.
Escenarios. Los cancilleres exhortaron a celebrar una cumbre de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, “en un período de turbulencia política” en que las relaciones con el Occidente son cada vez más tensas, para “establecer un diálogo directo sobre las formas de resolver los problemas comunes de la humanidad en aras de mantener la estabilidad global”.
Ese es uno de los aspectos novedosos de este renovado entendimiento entre ambos países. Es un paso más de consolidación de esta alianza para combatir juntos en el plano multilateral. Para hacer causa común en los distintos organismos de la ONU y otros foros internacionales”, explica Giusto.
El objetivo no se limita a resistir a las sanciones. “Hay grandes intereses compartidos, tanto militares como económicos, en Asia Central”, agrega el profesor de la UCA. “Parte de la convergencia estratégica es que son economías complementarias, aunque asimétricas, que han logrado construir conjuntamente un entramado institucional en Eurasia con exclusión de Washington”, coincide Serbin.
Tanto en Moscú como en Beijing hay, entonces, una preocupación compartida ante la decisión de Biden de volver a Asia, como reflejó la primera gira del secretario de Estado, Antony Blinken, que visitó Seúl y Tokio antes del encuentro bilateral con una delegación china en Alaska, la semana pasada.
“Es un mensaje claro contra China. Pero es un reacomodamiento que también la preocupa a Rusia, que no quiere mayor presencia de Estados Unidos en la región, agrega Giusto.
Bajo la creciente presión de Estados Unidos, China y Rusia experimentaron un proceso de acercamiento en los últimos años, también cimentado por acuerdos sobre comercio, infraestructura e inversiones.
Todos estos factores, y las sanciones, están acercando a China y Rusia más que nunca en su historia, como el propio ministro ruso Lavrov dejó en claro: “Las relaciones entre la República Popular China y la Federación Rusa son las mejores en la historia de nuestros vínculos bilaterales. La interacción entre Rusia y China está absolutamente libre de cualquier límite ideológico. Tiene un valor intrínseco que no es vulnerable a ninguna consideración de corto plazo”.
“Esto es algo que horrorizaría a Henry Kissinger, que en su momento diseñó el acercamiento con Beijing para contener a Moscú, recuerda Giusto. Las dos ‘cabezas del mal’ se acercan ahora para enfrentar a un Estados Unidos que, para colmo, está más débil en términos relativos que nunca en las últimas décadas”.
Biden invitó a Xi y a Putin
AFP
Joe Biden invitó a sus pares de Rusia y de China, Vladimir Putin y Xi Jinping, a una cumbre virtual sobre el clima, informó ayer el Departamento de Estado.
Cuarenta líderes mundiales fueron invitados a esta reunión prevista para el 22 y el 23 de abril y que tiene como objetivo marcar el retorno de Washington a la primera línea de la lucha contra el cambio climático, después de que el gobierno de Donald Trump abandonara el Acuerdo de París sobre el clima. El nuevo mandatario demócrata anunció su intención de organizar una reunión coincidiendo con el Día de la Tierra, el 22 de abril, antes de la cumbre de la ONU prevista en noviembre en Glasgow, Escocia. La reunión durará dos días y debido a la pandemia se celebrará de forma virtual. Cumpliendo con su promesa de campaña, Biden decretó en el primer día de su mandato el retorno de Estados Unidos al Acuerdo de París sobre el clima. La reincorporación de Estados Unidos -el mayor emisor de C02 del mundo- se hizo efectiva el 19 de febrero. Casi la totalidad de los países del mundo integran este pacto firmado en 2015.