A diez días de las elecciones en Israel, Benjamin Netanyahu salió a buscar votos al extranjero, aunque la ley electoral de ese país no permite el voto en el exterior. Eligió el Congreso de los Estados Unidos para dar quizás el discurso más importante de su campaña política, seguido a miles de kilómetros de distancia por millones de israelíes. Sus palabras desafiaron al presidente Barack Obama –que no lo invitó para un encuentro oficial– y fustigaron a Irán. Así, Netanyahu jugó en dos tableros: el doméstico, en el que le habló al votante del Likud, y el internacional, buscando obstaculizar las negociaciones del programa nuclear iraní.
De campaña, el dirigente de centroderecha buscó apropiarse de la histórica “relación especial” entre los dos países –convirtiéndola en un activo electoral–, al tiempo que se erigía en el guardián de la seguridad de su país. “No hay duda que el discurso de Netanyahu frente al Congreso de Estados Unidos incide en el panorama de las futuras elecciones”, explicó a PERFIL Mario Sznajder, profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Hasta el horario de su alocución estuvo profundamente estudiada. Tuvo lugar a las 11 de la mañana en Washington y las 18 horas en Israel, cuando la mayoría de los electores ya estaba en su casa viendo la televisión. Sus palabras no buscaron convencer a la Casa Blanca ni al Capitolio, sino a sus propios compatriotas. “El carisma de Netanyahu, enmarcado en el Congreso de EE.UU., tiene impacto sobre la poblacion israelí. Proyectó la imagen del “hombre fuerte” quien, mirando desde una perspectiva histórica, advierte frente a un acuerdo con Irán, que, según él, es demasiado peligroso no sólo para Israel, sino para todo Medio Oriente y para el resto del mundo”, agregó el académico argentino.
Sondeos. Las primeras encuestas difundidas tras su discurso revelaron una pequeña alza en la intención de voto del Likud. Según el Canal 10 de la televisión israelí, el partido habría sumado dos bancas y captaría el 23% de los escaños, empatando con la Unión Sionista. Consultados sobre quién sería el próximo primer ministro, el 44% respondió que Netanyahu, mientras que un 35% optó por Isaac Herzog, de la centroizquierda. La ventaja del premier aumenta si se tiene en cuenta su alianza con otras fuerzas de derecha, como Hogar Judío, de Naftalí Bennett.
Problemas. No todas fueron buenas noticias para Netanyahu Un documento difundido ayer por la prensa israelí reveló “concesiones” que habría negociado con los palestinos para firmar la paz, lo que debilitaría su imagen de dureza y garante de la seguridad. Según el diario Yediot Ahronot, Netanyahu habría negociado con el presidente palestino Mahmud Abbas la fórmula de “dos Estados para dos pueblos”, aceptando las líneas del armisticio de 1967 y retirándose de Cisjordania.
El Likud desestimó esas revelaciones, acusando al diario de hacer un “garabato político”. Según el partido, el premier “siempre ha estado y sigue estando en contra de un retorno a las líneas de 1967, de la división de Jerusalén y del retorno de los refugiados palestinos. Desde hace seis años resiste a las presiones internacionales sin retroceder nunca ni un solo centímetro”, agregó la agrupación.
Pese a ese pequeño traspié en la campaña, el premier aún tiene elevadas chances de retener el poder. Con su discurso en el Capitolio, dio un paso más en ese sentido. Y, además demostró cómo el presidente de un pequeño país puede imponerle su voluntad a los Estados Unidos.
La Embajada y AMIA
Los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA también fueron mencionados por el premier Netanyahu en su discurso en los Estados Unidos. “Irán voló la Embajada de Israel en Buenos Aires y el centro comunitario AMIA”, dijo, al cuestionar en el Capitolio las negociaciones por el programa nuclear de Teherán. Sus palabras provocaron una dura respuesta de Cristina Fernández de Kirchner. “Su discurso tuvo un solo objetivo: impedir que el presidente Barack Obama llegue a ningún tipo de acuerdo con Irán”, afirmó la mandataria. “Argentina y AMIA sólo son un daño colateral en una guerra de la que nunca fuimos parte”, agregó. La semana pasada tuvo lugar otra controversia, cuando la Embajada israelí en Buenos Aires emitió un comunicado responsabilizando al Estado argentino por el esclarecimiento del atentado. “La responsabilidad acerca del cuidado de toda delegación diplomática se encuentra en manos del país receptor de la misma”, sostuvo en el documento. En la apertura de sesiones ordinarias, CFK había exigido que Israel se interesara por el ataque a su Embajada.