Irán registró la peor cifra en su historia con 65,5° de calor y la ola de altas temperaturas se suma a las tormentas de polvo que devastaron el sureste del país. Hay alerta por falta de agua en la región.
Las protestas contra el gobierno iraní se incrementaron desde el año pasado tras la muerte de Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años que había sido detenida por la denominada "policía de la moral". A esta crisis política se sumaron los inconvenientes climáticos extremos que azotan la región.
Desde Teherán, sus líderes desviaron la culpa hacia otro lado. El dedo acusador señaló a los talibanes que gobiernan el país vecino de Afganistán responsabilizándolos de restringir el flujo de agua en el río Helmand, a las rocas caídas por interrumpir el funcionamiento de las represas y a los ciudadanos comunes por el incremento del consumo de agua y electricidad. Sin embargo, el pueblo iraní ya dictó sentencia: “la crisis del agua es insostenible”.
Según confirmó el Washington Post, durante décadas, las autoridades de Irán trataron de apaciguar las demandas inmediatas del sector agrícola, un cimiento del apoyo político, mediante la construcción de decenas de represas que desvían el flujo natural y la acumulación de agua, dijo Kaveh Madani, director de un think tank sobre agua de las Naciones Unidas. El científico y activista renunció como subjefe del Departamento de Medio Ambiente de Irán. Tras ser acusado de espionaje en Occidente abandonó el país en 2018.
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El principal inconveniente que atraviesa el país es el agotamiento de las reservas de agua subterránea, que actualmente está muy por debajo de la superficie. Estos niveles, según los expertos, generarán un daño es irreversible.
Los líderes de Irán “están buscando algo que decirle a la gente, que les brinde algún tipo de razón por su negligencia a lo largo de los años”, dijo un exfuncionario ambiental en la provincia de Sistán y Baluchistán, una región fronteriza con Afganistán severamente afectada por el agua.
Y agregó que la escasez de agua les está “mostrando el alcance de su incompetencia”. El mismo funcionario pidió preservar su seguridad y la de sus familias a través del anonimato.
Sin agua en las canillas
Los habitantes de la capital iraní enfrentaron una prueba poco común el mes pasado, ya que debieron hacer fila para llenar y cargar bidones después de que el agua dejó de fluir a los grifos en partes de la ciudad.
Mohsen Ardakani, director ejecutivo de la Compañía de Agua y Aguas Residuales de la Provincia de Teherán, una empresa de servicios públicos, rechazó los informes de escasez de agua. En ese sentido, Ardakani expresó ante los medios de comunicación afiliados al estado que algunas áreas enfrentaron “fluctuaciones de agua”. Sin embargo, según informes compartidos en línea por residentes de Teherán y la vecina Karaj, continúan sin agua corriente.
“Lo que me asusta es que si nos estamos quedando sin agua ahora, ¿qué va a pasar con nuestros hijos mañana?”, le dijo al Washington post un hombre de 35 años de Teherán que es propietario de una empresa de tecnología. Por su parte, el Departamento de Medio Ambiente de Irán no respondió a una solicitud de comentarios.
Un viejo problema llamado agricultura
Desde áridos desiertos hasta montañas con sus picos nevados se encuentran entre las más vulnerables al cambio climático, según una investigación. A medida que aumentan las temperaturas medias, se intensifican los fenómenos meteorológicos extremos, como las tormentas de polvo y las inundaciones. La desertificación, los sumideros y el suelo salado se generalizan. Ante este panorama Madani agregó que el cambio climático está “agregando combustible” a una casa que “ya estaba en llamas”.
Por otra parte, las autoridades se mantienen firmes en la construcción de más represas y la redirección del agua para abordar la escasez en el corto plazo señaló Madani. Sin embargo, el exsubdirector de medio ambiente iraní indicó que después de años de deterioro, “no se pueden restaurar lagos y humedales en el momento que se decida”.
“No podés restaurar el nivel de las aguas subterráneas cuando lo decidas, o prevenir por completo las tormentas de arena y polvo, la deforestación y toda la pérdida de biodiversidad”, subrayó.
Conflicto talibán
La tensión entre el gobierno y los talibanes escala semana a semana. Durante el mes de mayo, Irán cuestionó a sus vecinos de Afganistán acusándolos de violar un tratado de agua de 1973 al restringir el flujo del río Helmand compartido desde ese país hacia Irán. Los talibanes culparon a la disminución general del río plagado de sequía.
Sin embargo, los problemas alcanzaron su nivel más alto después de que dos guardias fronterizos iraníes y un soldado afgano murieran en un enfrentamiento durante ese mismo mes. Días después, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, viajó a la zona para defender, según sus propias palabras, “el derecho al agua de los iraníes”.
La frontera de Sistán y Zaheda, capital de la provincia de Baluchistán, fueron los bastiones de las principales protestas antigubernamentales desde que el estado reprimió violentamente el movimiento “mujer, vida, libertad” en 2022.
Durante los últimos meses, las fuerzas de seguridad iraníes mataron a más de 500 personas y ejecutaron al menos a siete en relación con las protestas, según la Agencia de Noticias de Activistas de Derechos Humanos enfocada en Irán.
Según los expertos, por más que los talibanes le dieran a Irán su parte de agua la crisis del agua aún estaría lejos de resolverse.
Crisis social y política
La ola de calor que atraviesa la región solo exacerba el malestar que atraviesa la población iraní. Provincias como Juzestán, Sistán o Baluchistán - hogar de muchos musulmanes sunitas en la mayoría chiita- a la pobreza que atraviesan sus comunidades se le suma la falta de agua.
“Nos enfrentamos a constantes cortes de agua que nos impiden realizar nuestras actividades diarias”, dijo una mujer de 33 años de la provincia de Juzestán. “Cuando le pedimos ayuda a las autoridades, su respuesta es: ‘Usen menos agua’”, denunció.
NT / Gi
