A cinco días del incendio que devoró parte de su estructura, la catedral de París, Notre Dame, sigue en peligro, esta vez por el agua: la que lanzaron los bomberos para extinguir las llamas y la que llegará en forma de lluvia en los próximos días.
La parte entre las dos torres es la que está en riesgo, ya que la piedra se debilitó por el agua usada para extinguir el fuego, mientras que es probable que la bóveda se derrumbe en algunos puntos a raíz de la presión.
“Hay que cubrirlo todo muy rápidamente”, dijo ayer el ministro de Cultura francés, Franck Riester, porque si empieza a llover, el agua se juntará y pesará sobre la bóveda”.
Para proteger la catedral de las precipitaciones, tan usuales en París, los arquitectos diseñaron un enorme paraguas, una estructura de láminas onduladas, explicó Charlotte Hunert, vicepresidenta de la Asociación de Arquitectos del Patrimonio.
Se trata de una operación que requerirá varios meses. Por eso, de momento será necesario improvisar una cobertura general ya que en los próximos días habrá lluvias fuertes en París.
Macron. Por otra parte, el incendio parece haber dado una nueva oportunidad al presidente Emmanuel Macron, que venía en caída libre en las encuestas y enfrentaba una dura resistencia a las cuestionadas reformas que provocaron, entre otras cosas, la irrupción de las protestas de los “chalecos amarillos”.
Según una encuesta de la consultora BVA, la popularidad de Macron tuvo una subida neta de tres puntos tras el incendio de la icónica catedral.
Analistas creen que el aumento podría estar vinculado a un llamado “efecto Notre Dame”, desencadenado por el reclamo del jefe de Estado a la unidad del país frente a grandes peligros o momentos de dificultad, que formuló en un mensaje a la nación tras el incendio.
Después de la tregua política por la tragedia, Macron dará el jueves una conferencia de prensa.
Según el Palacio del Elíseo, “el presidente de la República se expresará tras el gran debate nacional”, una consulta popular inédita convocada en enero en la que más de 1,5 millones de ciudadanos hicieron llegar sus preocupaciones cotidianas.
El objetivo es anunciar “medidas concretas” para sofocar la cólera del movimiento social inédito de los “chalecos amarillos” que empezó en noviembre.
Satisfacer las múltiples demandas de este colectivo heterogéneo es un desafío para el líder, de 41 años de edad, que fue elegido hace dos años con la promesa de cambiar profundamente Francia.
Según la prensa, Macron anunciará una reducción de impuestos sobre la renta para la clase media y aumento de las jubilaciones más bajas, dos medidas prioritarias para el 80% de los franceses, de acuerdo con varias encuestas.