Los diputados británicos aprobaron ayer, con 314 votos a favor y 291 en contra, un proyecto de ley histórico destinado a legalizar la muerte asistida para algunos pacientes en fase terminal.
El texto, que ya había tenido el pasado mes de noviembre un voto favorable de los diputados británicos, en una primera lectura, deberá ser ahora examinado por la Cámara de los Lores para su entrada en vigor.
Los partidarios del texto, que se habían reunido frente al Parlamento con pancartas que decían “My death, my decision” (Mi muerte, mi decisión), expresaron de forma ruidosa su alegría al anunciarse el resultado.
“Esta votación envía un mensaje claro, el cambio está en marcha”, reaccionó la directora de la asociación Dignity in Dying (Dignidad al morir), Sarah Wootton.
En cambio, el director del grupo Care Not Killing (Cuidar, no matar), Gordon Macdonald, opositor al texto, denunció un texto “profundamente imperfecto y peligroso”.
Diez años después. Los diputados británicos aprobaron esta vez el proyecto de ley, después de que otra propuesta sobre la muerte asistida fuera rechazada por la Cámara de los Comunes en 2015.
La norma permite el suicidio asistido a los pacientes en Inglaterra y Gales que se encuentren en fase terminal, con no más de seis meses de esperanza de vida, y que sean capaces de tomar por sí mismos la sustancia que provoque su fallecimiento.
Tras la primera votación de noviembre, los diputados realizaron varios cambios notables al proyecto inicial.
Además de dos médicos, la decisión final para autorizar la ayuda para morir estará en manos de un comité de expertos, y no será competencia de un juez del Tribunal Superior de Justicia, un cambio criticado por los opositores.
Los profesionales de la salud (médicos, enfermeros, farmacéuticos y trabajadores del sector) también tendrán derecho a negarse a participar en un suicidio asistido.
Finalmente, se propondrán expertos independientes para apoyar a las personas que sufran problemas de salud mental, así como un consejo consultivo sobre la discapacidad, encargado de asesorar al gobierno sobre la implementación de la ley y su impacto en las personas con discapacidad.
Encuesta favorable. Según una encuesta publicada el jueves por el instituto YouGov, el 73% de los británicos apoya el texto tal como está redactado.
Kim Leadbeater, diputada de la mayoría laborista e impulsora de este proyecto de ley, afirmó a la AFP que el texto es importante para acompañar a personas “confrontadas a la perspectiva de una muerte dolorosa e indigna, para ellas mismas o para un ser querido”.
“La injusticia y la inhumanidad del statu quo nos impiden esperar más tiempo para ofrecerles la esperanza de una muerte mejor”, añadió.
Frente al Parlamento, Milly Blenkinshop-French, jubilada de 81 años, cuyo hijo murió de cáncer “con dolores espantosos”, esperaba antes de la votación que el texto fuera aprobado. “Si el suicidio asistido hubiera sido legal, él habría tenido la elección”, explica, porque la ley da “la opción, cuando el dolor es demasiado intenso, es decir basta’”.
Ramana Kumar, investigadora de 37 años, se opone a la ley. “Puede ser mal aplicada y desviada para llevar a la muerte a personas que no quieren morir”, dijo a la AFP. Los partidos no dieron instrucciones de voto a sus miembros, aunque el primer ministro laborista, Keir Starmer, anunció que votaría a favor.
Tras el examen del texto de la Cámara de los Lores, habrá que esperar cuatro años antes de que el suicidio asistido se implemente legalmente en el país.