El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prepara un discurso desafiante ante la Asamblea General de la ONU, en el que cargará contra las “instituciones globalistas” y presentará su propia visión del orden mundial. Según adelantó la Casa Blanca, el republicano cuestionará cómo estos organismos “han deteriorado significativamente” el escenario internacional, al tiempo que reivindicará la “renovación de la fortaleza estadounidense” y los logros alcanzados en sus primeros ocho meses de gestión.
En paralelo a su intervención, Trump mantendrá una intensa agenda de reuniones bilaterales. El martes se encontrará con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, y con el mandatario argentino, Javier Milei. También tendrá su primera reunión con el secretario general de la ONU, António Guterres, desde su regreso al poder en enero pasado. La Casa Blanca confirmó además encuentros con líderes de la Unión Europea, aunque evitó dar mayores precisiones.
El cara a cara con Zelensky estará marcado por la reciente cumbre de agosto en Alaska entre Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, donde se discutió un eventual acuerdo de paz en Ucrania. La reunión en Nueva York podría ser clave para evaluar qué tan viable es llevar a cabo dicha negociación y el rol que Washington asumirá en el proceso.
Con Milei, el encuentro se producirá en un contexto de fuerte tensión financiera en Argentina, luego de que el Departamento del Tesoro expresara un respaldo “incondicional” al gobierno local frente a la escalada del dólar. El vínculo entre ambos presidentes aparece reforzado por la sintonía y coincidencia en su visión económica.

Más allá de estas citas bilaterales, Trump participará de una cumbre con líderes de Reino Unido, Qatar, Arabia Saudita, Indonesia, Turquía, Pakistán, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. Washington busca que estos países adhieran a un plan posconflicto para Gaza, aunque se prevé que algunos expresen su malestar por el reciente ataque israelí en Doha y por la ofensiva contra la ciudad de Gaza.
En este punto, Trump volvió a alinearse con Israel: consideró el reconocimiento internacional a Palestina como una “recompensa para Hamas” y respaldó la postura del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien advirtió que “nunca habrá” un Estado palestino.
Una cascada de reconocimientos que reconfigura el tablero diplomático
En apenas dos días, cinco potencias occidentales se alinearon detrás de una misma causa: el reconocimiento oficial del Estado palestino. Francia abrió la serie con el anuncio de Emmanuel Macron en la Asamblea General de la ONU, gesto que fue acompañado de inmediato por Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal. El movimiento marca un giro de alto impacto en la política internacional hacia Oriente Medio, históricamente dominada por las cautelas diplomáticas de Occidente.
Cada país llegó al mismo punto por caminos distintos, pero con un denominador común: la urgencia de dar un horizonte político a un conflicto que acumula décadas de violencia. Londres, que durante años evitó este paso, lo presentó como una apuesta para dar credibilidad a la solución de dos Estados. Ottawa lo explicó como un gesto hacia la sociedad civil y no como un respaldo a Hamas, mientras que Canberra y Lisboa lo enmarcaron en la necesidad de romper un “bloqueo diplomático” que no ofrecía resultados.

El impacto es doble. Por un lado, coloca a estas democracias en la mira de Israel, que reaccionó con dureza y denunció que se trata de “premios al terrorismo”. Por el otro, intensifica el llamado a otros socios europeos, como Alemania e Italia, que hasta ahora esquivaron el reconocimiento. La imagen de Macron, Starmer, Trudeau, Albanese y Rangel anunciando casi al unísono la misma decisión expone una coordinación política poco habitual en Occidente.
Para el liderazgo palestino, en cambio, los anuncios suponen un punto de inflexión. Mahmud Abás los calificó como “un acto de justicia largamente esperado” y pidió a la ONU acelerar el proceso de membresía plena. El mensaje que enviaron París, Londres, Ottawa, Canberra y Lisboa (respaldado también por países como España, Noruega e Irlanda) es que la ventana para alcanzar la paz aún existe.
TC/ML