De día, Cartagena enamora por su color y su encanto caribeño. Pero cuando cae el sol, las cosas cambian. Es que esta ciudad turística de Colombia es también tristemente conocida por la prostitución de menores. Las plazas más turísticas se llenan de trabajadores sexuales, muchos de ellos menores de edad.
Ese fue el caso de “Fernando”, que tenía 13 años cuando le ofrecieron dinero a cambio de sexo. “Al ver dinero obviamente accedí, pero sin saber que me estaba causando daño” cuenta Fernando.
“Cuando uno entra en un círculo vicioso, porque es un círculo vicioso, y no buscas la manera de salir voluntariamente, necesitas personas y herramientas que te saquen de ese camino”, señala.
Así operaba la red de "Madame", la mayor proxeneta de Colombia
En Cartagena, miles de menores como él sufrieron estos abusos y necesitaron ayuda. La campaña “La muralla soy yo” intenta proteger a los menores, al tratar de implicar a hoteleros, taxistas y comerciantes para que puedan evitar el negocio de la prostitución.
“Todos los que estamos en las playas que estamos capacitados sobre este proceso, estamos pendientes y vigilantes de decirle a esa persona: “Mira lo que estás haciendo, no lo estás haciendo bien” cuenta Víctor Padilla, carpero de playa.
"A nuestros niños hay que protegerlos, no debemos ponerlos en manos de delincuentes", dice un colaborador de la iniciativa
“A nuestros niños hay que protegerlos, no debemos ponerlos en manos de delincuentes. Esto me nace del corazón, no es que nadie me obligue”, agrega el trabajador.
Sin dudas, una solidaridad que hace mucho por quienes, por necesidades, se ven obligados a venderse al mejor postor.
A.G./ C.P.