Los rebeldes sirios derrocaron al presidente Bashar al-Assad después de una ofensiva relámpago que en menos de dos semanas dejó importantes ciudades fuera de las manos del gobierno, culminando este domingo con la captura de la capital, Damasco, por parte de los rebeldes.
El gobierno cayó más de 13 años después de que la represión de Assad contra las protestas antigubernamentales desencadenara la brutal guerra civil de Siria, que involucró a potencias extranjeras y yihadistas y se cobró más de medio millón de vidas.
Las líneas del frente habían permanecido prácticamente sin cambios durante los últimos cuatro años, hasta que los rebeldes lanzaron su ofensiva masiva. Los rebeldes irrumpieron en Damasco el domingo declarando que habían derrocado al "tirano", que huyó del país.
El primer ministro sirio, Mohammed al-Jalali, que asumió el cargo en septiembre, dijo en un mensaje difundido en su página de Facebook que estaba dispuesto a "cooperar" con el liderazgo elegido por el pueblo sirio y en cualquier procedimiento de traspaso. Las facciones rebeldes anunciaron una "nueva era" en Siria.
El líder del grupo rebelde sirio Hayat Tahrir al-Sham, conocido por su nombre de guerra Abu Mohammed al-Jolani, ordenó el domingo a las fuerzas que no se acerquen a las instituciones oficiales en Damasco, diciendo que permanecerían bajo el mando del primer ministro hasta que sean entregadas oficialmente.
Con el colapso del ejército en las zonas que controlaba, incluso alrededor de instalaciones críticas, los rebeldes y otros grupos armados que controlan franjas del país enfrentan grandes desafíos. Mohanad Hage Ali, del Centro Carnegie para Oriente Medio, dijo en X que "el principal desafío hoy consiste en reconstruir el Estado sirio y salir de la fase de caos y fragmentación".
"Hasta ahora, las facciones han mostrado conciencia a la hora de tratar con las minorías y los presos", dijo, con la esperanza de que esto pueda ayudar a traducirse "en la reconstrucción de las instituciones del Estado".
Las razones detrás de la repentina caída de Bashar Al Assad en Siria
1) Un ejército en ruinas
El ejército de Assad es poco más que un cascarón vacío en medio de una guerra que mató a más de medio millón de personas y devastó la economía, la infraestructura y la industria del país.
Los expertos dijeron que en los primeros años de la guerra una combinación de bajas, deserciones y evasiones del servicio militar hizo que el ejército perdiera alrededor de la mitad de su fuerza de 300.000 efectivos.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, que monitorea la guerra, el ejército ofreció poca resistencia significativa en algunas zonas después de que los rebeldes lanzaron su ofensiva el 27 de noviembre. Se informó que los soldados evacuaron repetidamente sus posiciones en todo el país.
"Desde 2011, el ejército sirio sufrió una pérdida de personal, equipamiento y moral", dijo David Rigoulet-Roze, del Instituto Francés de Asuntos Internacionales y Estratégicos. Según informes, soldados mal pagados habrían saqueado recursos para sobrevivir y muchos jóvenes habrían evadido el servicio militar obligatorio, dijo.
El miércoles pasado, Assad ordenó un aumento del 50 por ciento en el sueldo de los soldados de carrera, pero con la economía siria en ruinas, los salarios de los soldados son casi inútiles. El ejército no hizo comentarios oficiales desde que Damasco cayó en manos de los rebeldes.
Aron Lund, miembro del grupo de expertos Century International, dijo que "el factor principal" en el éxito de los rebeldes fue "la debilidad del régimen y la reducida asistencia internacional a Asad". "El trabajo del líder rebelde islamista Abu Mohammed al-Jolani para construir instituciones y centralizar gran parte de la rebelión bajo su propio control es también una gran parte de la historia", agregó.
2) El régimen de Al Assad fue abandonado por sus aliados
Assad, que se refugió en Moscú con su familia este domingo, dependió en gran medida del apoyo militar, político y diplomático de sus aliados clave, Rusia e Irán.
Con su ayuda, recuperó el territorio perdido después de que estallara el conflicto en 2011 con la represión de las protestas antigubernamentales, y la intervención rusa en 2015 con poder aéreo cambió el rumbo de la guerra a favor de Assad.
Pero la ofensiva rebelde del mes pasado se produjo mientras Rusia sigue sumida en su guerra en Ucrania, y sus ataques aéreos esta vez no lograron contener a los rebeldes liderados por islamistas que arrasaron franjas de territorio, incluidas las principales ciudades de Alepo, Hama, Homs y finalmente Damasco.
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El otro aliado clave de Assad, Irán, proporcionó durante mucho tiempo asesores militares a las fuerzas armadas de Siria y ha apoyado a grupos armados pro gubernamentales sobre el terreno.
Pero Irán y sus grupos aliados sufrieron reveses en los combates con Israel desde que estalló la guerra de Gaza y se produjeron hostilidades entre Israel y el Hezbolá respaldado por Irán en el vecino Líbano.
Nick Heras, analista del New Lines Institute, declaró antes de que los rebeldes tomaran Damasco que "en última instancia, la capacidad del gobierno de Asad para sobrevivir dependerá del grado en que Irán y Rusia vean a Asad como útil para sus estrategias en la región". "Si uno o ambos aliados deciden que pueden promover sus intereses sin Assad, entonces sus días en el poder estarán contados", agregó.
En 2012, Arabia Saudita rompió vínculos con el gobierno de Assad y defendió su derrocamiento, respaldando a los rebeldes sirios al comienzo de la guerra civil del país.
La medida saudí contribuyó al aislamiento regional de Assad después de la represión que su gobierno llevó a cabo en 2011 contra los manifestantes pro democracia, que desencadenó la guerra en Siria.
En 2023, Siria se reincorporó a la Liga Árabe, lo que marcó su regreso a la escena internacional, y el gobierno de Assad restableció lazos con Arabia Saudita, lo que llevó a un lento acercamiento con el reino.
3) Hezbollah se debilita
El grupo militante libanés Hezbollah apoyó abiertamente a Damasco sobre el terreno desde 2013, enviando miles de combatientes a través de la frontera para reforzar al ejército.
Pero los rebeldes lanzaron su ofensiva el mes pasado, el mismo día en que entró en vigor un alto el fuego entre Israel y Hezbollah, después de más de un año de hostilidades en el Líbano.
Hezbollah trasladó a muchos de sus combatientes de Siria al sur del Líbano para enfrentarse a Israel, debilitando su presencia en el país vecino. Cientos de combatientes del grupo habían muerto en el conflicto con Israel, aunque no se conoce una cifra precisa.
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Los combates también diezmaron el liderazgo de Hezbollah: el antiguo jefe del grupo, Hassan Nasrallah, su presunto sucesor y una serie de altos comandantes murieron en ataques aéreos israelíes.
El domingo, otra fuente cercana a Hezbollah dijo que el grupo estaba retirando sus fuerzas de las afueras de la capital y del área de Homs, cerca de la frontera.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que el derrocamiento de Assad fue "el resultado directo de los golpes que hemos infligido a Irán y a Hezbollah, los principales partidarios de Assad".
AFP / ds