INTERNACIONAL
se rebela una figura clave de maga

El caso Epstein fractura el núcleo de seguidores de Trump

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Enfurecido. Donald Trump le quitó el apoyo a la legisladora Marjorie Taylor Greene. | afp

La reciente y pública ruptura entre la congresista republicana Marjorie Taylor Greene (MTG), una de las figuras más estridentes del movimiento Make America Great Again (MAGA), y el presidente Donald Trump marca una fractura significativa en el panorama político de la ultraderecha estadounidense, algo impensado hace un año.

La “rebelión” de Greene no se trató de una disputa personal, sino que dejó expuesto el síntoma de tensiones ideológicas en la base del republicano, a raíz del escandaloso caso del financista pedófilo Jeffrey Epstein.

La diputada, conocida por su incondicional lealtad a Trump y por su promoción de teorías conspirativas, fue durante años el arquetipo de la política MAGA en el Congreso. Su viraje, y las posteriores críticas al gobierno de Trump, llevó al mandatario a acusarla de “traidora”, un calificativo que sonó fuerte en la base más fiel.

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Este viernes, Greene anunció que renunciaba a su banca en la Cámara de Representantes. Argumentó que no quería que sus seguidores y sus familiares soportaran una campaña “dolorosa y odiosa” por parte del “presidente por el que todos” lucharon solo para ganar una elección.

La legisladora también cuestionó algunas políticas de Trump porque no respetan las “posiciones de America First”. Entre ellas, el apoyo a la Argentina, los viajes al extranjero del mandatario, la defensa de programas como la visa H-1B (que permite a empresas contratar a trabajadores extranjeros especializados) y, fundamentalmente, la negativa del mandatario a difundir todos los archivos del caso Epstein.

Esta crítica sugiere una divergencia ideológica: Greene representa un ala de MAGA que prioriza un estricto populismo aislacionista y los problemas domésticos (como el costo de vida), y considera que Trump se desvió hacia una agenda más globalista o de establishment.

El caso Epstein. La tensión escaló públicamente por la insistencia de Greene en impulsar la liberación de los archivos del pedófilo Jeffrey Epstein, condenado por manejar una red de prostitución de menores.

Trump, que también ha sido cuestionado por sus vínculos con Epstein, atacó furiosamente a Greene, llamándola “lunática” y “chiflada”, y retirándole su apoyo. Ayer, en una entrevista con ABC News, Trump dijo que la renuncia de Greene es “una gran noticia para el país”.

Greene, por su parte, sugirió que la reacción de Trump estaba ligada a su intento de evitar la divulgación de esos archivos, un choque que ha puesto en evidencia la línea que no se debe cruzar: la crítica directa al presidente.

MAGA ha estado particularmente dividido por el cambio de postura de Trump en el caso Epstein, cuya red de contactos supuestamente incluía a varios miembros de la élite estadounidense.

Si bien Trump siempre negó que estuviese al tanto de la conducta delictiva de Epstein, de quien fue cercano hasta que se distanciaron en los años 2000, un sector de sus seguidores no le cree.

Esta semana, el Congreso aprobó y el presidente firmó una ley que exige que los registros gubernamentales sobre el fallecido depredador sexual se hagan públicos, después de meses de que Trump intentara mantener el material en secreto.

Ramificaciones. La confrontación tiene ramificaciones importantes para el movimiento que el propio presidente construyó. La principal virtud y pilar del MAGA es la lealtad incondicional a Trump. La rebelión de Greene y la respuesta del mandatario demuestran que el costo de la disidencia es la exclusión inmediata y violenta.

Sin embargo, el hecho de que una figura tan prominente se atreva a desafiarlo, incluso con el riesgo de amenazas a su vida (que ella misma denunció como azuzadas por Trump), introduce una grieta. La disputa demuestra que hay una facción dentro del Partido Republicano que está enojada con Trump y que la disidencia puede crecer. La situación pone al presidente en una dura encrucijada política.