La historia de Noland Arbaugh había despertado entusiasmo y esperanza en el mundo científico. Con solo 30 años y una parálisis completa desde 2016, fue seleccionado como el primer voluntario humano para probar el chip cerebral de Neuralink, la empresa de neurotecnología creada por Elon Musk. Sin embargo, a pocos meses de la intervención, el sistema comenzó a fallar. Arbaugh ya no puede controlar su computadora con la mente, como lo había hecho exitosamente durante las primeras semanas.
Gasto vs. inversión: ciencia rica y pobre
Según confirmaron voceros de Neuralink y el propio paciente, el 85% de los hilos conductores del chip se desplazaron de su lugar original. Estos hilos, más finos que un cabello humano, son esenciales para captar las señales neuronales y transmitirlas al procesador. Su desprendimiento redujo de forma drástica la capacidad del dispositivo para interpretar pensamientos y convertirlos en acciones digitales.
Las primeras hipótesis descartan fallos eléctricos. El problema sería biológico, ya que el tejido cerebral cicatrizó más lentamente de lo esperado, permitiendo que los hilos se movieran dentro del cráneo, afectando la señal.
A pesar de las dificultades, Arbaugh no perdió la motivación. En declaraciones a medios estadounidenses aseguró que no se arrepiente de haber participado en el experimento y que desea continuar en el programa, aunque los resultados no sean los esperados. "Si salía bien, podía ayudar. Si salía mal, también serviría para aprender", afirmó.
El joven, que logró recuperar parte de su independencia al volver a escribir, jugar videojuegos y navegar por internet mediante el pensamiento, hoy enfrenta nuevamente las limitaciones de su condición. Pero insiste en que lo que está en juego es más grande que su experiencia personal.
Tras detectar el problema, los ingenieros de Neuralink realizaron ajustes en el software del chip que permitieron restaurar parcialmente la conexión entre el dispositivo y el cerebro, aunque los daños estructurales no pueden revertirse sin una nueva intervención. Según fuentes cercanas al proyecto, la empresa no planea retirar el chip por ahora, sino continuar monitoreando su evolución y respuesta a futuras actualizaciones.
El protocolo de Neuralink establece que el dispositivo puede permanecer implantado hasta seis años. Durante ese tiempo, se realizarán controles médicos periódicos para evaluar tanto la seguridad del sistema como su utilidad real.
Neuralink fue autorizada en 2023 por la FDA para comenzar ensayos clínicos en humanos. El caso de Arbaugh era su primera gran prueba pública. Elon Musk había anticipado que su empresa permitiría "fusionar el cerebro humano con la inteligencia artificial", e incluso habló de restaurar la visión y la movilidad en personas con discapacidades severas.
Sin embargo, el caso actual revela una brecha entre el entusiasmo tecno-optimista y las complejidades del cuerpo humano. Expertos en bioingeniería consultados por MIT Technology Review y The New York Times advierten que las interfaces cerebro-computadora aún enfrentan enormes obstáculos, especialmente en cuanto a biocompatibilidad, longevidad y estabilidad de las conexiones.