INTERNACIONAL
Tras su polémico viaje

El papa Francisco investiga al obispo chileno acusado de encubrir abusos sexuales

Un mes después de pedir "pruebas" a las víctimas de abuso sexual de sacerdotes chilenos, Francisco envió dos emisarios a Chile.

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Concurrieron 150 mil personas a la misa que brindó el Papa en Temuco. | EFE

Casi un mes después de su polémico viaje a Chile, en el que fue acusado de cubrir abusadores sexuales, el papa Francisco decidió tomar cartas en el asunto. Para ello, envió a un delegado personal con la misión de recoger testimonios sobre el obispo de Osorno, Juan Barros, cuestionado por haber presuntamente encubierto el caso del sacerdote, Fernando Karadima, condenado por estos delitos.

Francisco dispuso que el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y miembro de la 'Congregación para la Doctrina de la Fe' viajen a Chile para "escuchar a quienes han manifestado la voluntad de dar a conocer elementos que poseen" sobre el obispo chileno, según informó la oficina de prensa del Vaticano. Scicluna se reunirá con quienes tienen información sobre el presunto encubrimiento de Barros, respecto a los abusos de Karadima.

El elegante Fernando Karadima parecía un sacerdote ideal en la elite eclesiástica de Santiago de Chile. Pero tenía un lado oscuro: durante décadas abusó de docenas de niños mientras sus superiores miraban para otro lado. Las acusaciones en su contra se remontan a los años 80, pero la escala de sus crímenes no quedó clara hasta que las víctimas hicieron públicas sus denuncias en 2010.

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Las víctimas dijeron a las autoridades eclesiásticas que el cura los besaba y manoseaba en una ostentosa parroquia que dirigía en Santiago, y años después, durante el papado de Benedicto XVI, Vaticano lo declaró culpable de abusar sexualmente de menores. Una jueza chilena sentenció que las víctimas decían la verdad, pero retiró los cargos criminales en contra de Karadima porque había pasado demasiado tiempo.

Barros, ¿cómplice de Karadima?

El único castigo que Vaticano le impuso a Karadima fue ser enviado a un convento para pasar el resto de sus días en "penitencia y oración", lo que molestó a muchos chilenos. A día de hoy permanece allí. Sin embargo, el caso sigue abierto porque las víctimas acusan al actual obispo de Osorno, Juan Barros, de haber presenciado y ocultado el abuso cometido por Karadima.

Según las víctimas, Barros sabía perfectamente lo que Karadima hacía, pero nunca lo denunció. Para agregar más leña al fuego, en 2015 Francisco lo nombró obispo de la diócesis de Osorno, a poco más de 900 kilómetros al sur de Santiago, un puesto de importancia.

El nombramiento indignó a los chilenos, dividió gravemente la diócesis y socavó aún más la credibilidad de la iglesia en el país, pero Santiago Silva, obispo de las Fuerza Armadas chilenas, dijo que "el Papa recibió una serie de informaciones sobre monseñor Barros y no encontró algún delito para no ponerlo como pastor en Osorno".

En una carta de 2015, el papa dice que contempló pedirle la renuncia a Barros y a otros dos obispos acusados de saber de los abusos cometidos por Karadima, además de darles un año sabático. Pero al final, el Vaticano no avanzó en el plan.

En su reciente visita a Chile, el pontífice recibió a Barros con los brazos abiertos: "Fue muy cariñoso al final de la misa, dándome palabras de ánimo", reconoció el obispo. "Las palabras específicas me las guardo en el corazón, pero fueron palabras muy lindas de apoyo, cariño... eso a uno, como hijo de la iglesia, como sacerdote y obispo, lo alegra, lo fortalece", añadió.

Absoluto desprestigio

Los casos de abusos dañaron seriamente la credibilidad de la Iglesia y sus miembros en Chile, y una encuesta reciente de reveló que es uno de los países de la región que menos confía en la Iglesia católica. Unos 70 sacerdotes, diáconos y religiosos, incluida una monja, fueron acusados de abuso sexual de menores en Chile, según la ONG "Bishop Accountability".

En este clima de absoluto desprestigio, Francisco visitó Chile en enero y pidió perdón en nombre de la Iglesia por los abusos sexuales cometidos, pero más tarde desató una mayor furia, tanto dentro de la iglesia como fuera, cuando acusó a las víctimas del pedófilo Karadima de haber calumniado.

"El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, allí voy a hablar", dijo Francisco a periodistas chilenos en la norteña ciudad de Iquique. "No hay ni una sola prueba en contra, todo es calumnia ¿Está claro?". Estas palabras de Francisco cayeron pésimo y la principal crítica vino del cardenal estadounidense Sean O'Malley, arzobispo de Boston, quien dijo que los dichos fueron "fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual" tanto en Chile como en el resto del mundo.

Posteriormente, durante el vuelo de regreso a Roma, Francisco pidió "disculpas" a las víctimas de abusos por si se sintieron "heridas" con sus declaraciones, pero reiteró que Barros es inocente porque de momento no hay "evidencias" que lo inculpen. En esa ocasión también destacó que en Chile habló en dos ocasiones y "con mucha fuerza" de los abusos.

"Es un caso que lo hice estudiar, lo hice investigar, lo hice trabajar mucho y realmente no hay evidencia, uso la palabra 'evidencia' porque después voy a hablar sobre las pruebas. No hay evidencias. Después voy a hablar de las pruebas. No hay evidencia de culpabilidad, más bien parece que no se van a encontrar porque hay una coherencia en otro sentido", agregó.