INTERNACIONAL
Cumbre de Buenos Aires

La trastienda del G20: el sherpa argentino revela secretos de la negociación

Negociaciones a última hora, líneas rojas de EE.UU. y China, y 165 comentarios al borrador inicial, fueron sólo algunos de los principales datos de la Cumbre.

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Pedro Villagra Delgado sherpa argentino | Prensa G20

Una semana después del G20, Pedro Villagra Delgado, diplomático y sherpa argentino, siente que cumplió su misión: hubo una Declaración Final de consenso que superó las duras y complejas disputas que dividen a las principales potencias. En diálogo con PERFIL, confesó cuáles fueron los entretelones de la negociación, que se extendió durante la madrugada del sábado pasado, a horas de que finalizara la Cumbre de Buenos Aires.

“Los temas más conflictivos fueron los tres que ya sabíamos: sustentabilidad climática, comercio y el foro global del acero. Después tuvimos conflictividad en migraciones y refugiados, cuya discusión nos llevó hasta las 6.10 de la mañana del 1º de diciembre”, afirmó.

¿Hubo un momento que pensó “esto termina mal, esto no sale”?

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—Muy tarde. El sábado a las 5 de la mañana me enojé y dije “llamamos a otra ronda de negociación”. Lo conseguimos y terminamos a las 6.10, pero para volver a las 8. Esa noche la pasamos en vela. No hubo Colón para los sherpas, no hubo nada. De hecho, quedaron cuatro o cinco temas abiertos, a consulta de los líderes a las 6 de la mañana, pero no a consulta de todos, sino de los que tenían un problema puntual.

¿Migraciones fue el tema que trabó la discusión?

—Migraciones y refugiados vino al final. Creíamos que no iba a ser tan conflictivo. Estados Unidos y China no estaban interesados. Decían que no era un tema del G20, sino un tema humanitario. La Unión Europea lo empujaba. Lo que creíamos que podía haberse resuelto en una hora tomó dos horas y algo. Y después había algunos temas puntuales en las cuestiones anticorrupción y con respecto a la infraestructura de calidad.

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¿Qué fue lo más complejo a la hora de negociar?

—Se negociaron muchas más cosas de las que nosotros creíamos que se iba a negociar. Todas las declaraciones de ministros y grupos de trabajo terminaron por consenso en la presidencia argentina. Eso no auguraba que las cosas iban a ser más fáciles, pero sí que había una buena posibilidad de alcanzar consenso. Cuando llegó el momento de la Cumbre obviamente las cosas eran mucho más tensionantes. Estados Unidos y China marcan muy bien cuáles son sus líneas rojas, lo que pueden aceptar y lo que no. Vos como referí sabés hasta dónde se puede llegar en la negociación. El primer borrador que hicimos circular era de tres páginas y las delegaciones hicieron 165 páginas de comentarios. El trabajo de condensar eso no fue fácil.

¿Fue un mejor o peor documento que el de Hamburgo?

—El de Hamburgo era más amplio y frondoso. Argentina quería un documento más corto. Hoy el mundo no es el que había en Hamburgo, hay 300 mil millones de dólares en tarifas.

¿Tanto cambió el contexto internacional en un año, desde que se celebró la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Buenos Aires, que ahora el G20 decide reformarla?

—Lo que cambió fundamentalmente es que en la cumbre de la OMC participan los 163 países de la OMC. Entonces era mucho más duro acordar eso y, además, Estados Unidos y China estaban en el inicio de la guerra comercial. Algunos de los países poderosos dicen que la reforma de la OMC puede ser peligrosa, pero lo cierto es que la necesitamos. Hace 17 años que estamos con la Ronda de Desarrollo, que es la Ronda de Doha. Y, ¿qué produjo para el mundo en desarrollo?

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¿Cuál fue el rol del presidente Mauricio Macri en las negociaciones?

— En los últimos tres años han habido más visitas de Estado a Argentina que en toda la historia. Macri ha generado buena relación con muchos de los líderes. Los afectos personales juegan un papel enorme en toda negociación. Con Trump es evidente, pero también con Xi Jinping y su equipo. Era obvia la buena voluntad de seguir negociando, a todos les interesaba preservar el foro. Creo que también nos ayudó que el último año fuese desastroso para el multilateralismo. Eso contribuyó a que de alguna manera se hiciera un click y alguien dijera “así vamos a terminar todos mal”.

¿Qué papel tendrá Argentina en la próxima cumbre, en Osaka 2019, donde formará parte de la troika junto a Japón y Arabia Saudita?

—Tiene que tener un papel muy activo y asegurarse la continuidad de sus prioridades, que están reflejadas en la agenda y le interesan a la mayoría de países del planeta, no solamente a los que están sentados en el G20. Hay que defender ese legado.