En un diálogo extenso, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, relató los momentos claves de su encuentro con el presidente Jair Bolsonaro y luego con los ministros del gabinete brasileño. Fueron esas citas las que apuntalaron la recuperación de la confianza entre los dos países, luego que relación “que se había visto muy deteriorada”.
Scioli puso de relieve los proyectos que están en marcha y aseguró que no en vano “Brasil es hoy el socio comercial número uno de la Argentina”. Dijo también que hoy irá a desembarcar en San Pablo, donde se encontrará con el gobernador de Tucumán Juan Luis Manzur. Junto irán a un almuerzo con la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) y su titular Paulo Skaf. Por la tarde acompañará al mandatario tucumano al Palacio de los Bandeirantes, donde serán recibidos por ministros del gobernador Joao Doria. Tendrán además un encuentro con Luiz Carlos Moraes, el presidente de Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea).
—¿Cómo se produjo el cambio de humor del presidente Bolsonaro en relación con la Argentina?
—A mi me gusta preparar las cosas; no improvisar. Al encuentro que tuve con el presidente Bolsonaro fui con la convicción de que debía realizar, al frente de la embajada, un trabajo diplomático no tradicional justamente por el deterioro del vínculo bilateral. Para mí era imprescindible, en esa primera reunión, dar una fuerte impronta de acercamiento, de búsqueda de una nueva armonía, de respeto argentino a la voluntad popular que eligió a Bolsonaro; de igual modo, del respeto brasileño con relación a la voluntad popular que eligió nuestro gobierno. Sabía que, una vez que se lograra encauzar políticamente la relación, había que dar impulso al desarrollo de la embajada con un perfil esencialmente comercial y ejecutivo. Con Bolsonaro, tuve una conversación muy franca. Señalé que los problemas no se resuelven solos. Luego le comenté mi origen en el mundo del deporte y empresarial; y le relaté mi paso a la política, donde ejercí la vicepresidencia del país (2003-2007) y después como gobernador de la provincia de Buenos Aires (2007-2015). Durante la cita reforcé el claro mandato político que me había dado del presidente Alberto Fernández: recuperar el trabajo conjunto de Argentina y Brasil. También le conté que conocí Brasil desde muy chico; y que para mí es un país fenomenal y con gente maravillosa. También le expresé que, si yo estaba al frente de la embajada en Brasilia luego de mi carrera política, es por estar convencido de que era necesario un fuerte trabajo para el bien de nuestros países. Le pregunté entonces: “¿Me va a ayudar? porque la embajada es linda y no importan las horas de trabajo ni el esfuerzo; lo que quiero es saber que está la predisposición para encausar las cosas”. Lo cierto es que al día siguiente de ver a Bolsonaro, tuve una reunión con el canciller Ernesto Araújo, y definimos una agenda. A partir de ese momento tuve reuniones con todos los ministros y sus secretarios.
—¿Cómo fue en la recepción de Itamaraty?
—Fue muy buena porque había, además, una instrucción muy clara de Bolsonaro. En esa primera reunión con el presidente, que se había extendido por más tiempo del previsto, estaba junto a él parte de su gabinete: además de Araújo, lo acompañaban el general Augusto Heleno, ministro de Seguridad Institucional; el senador Flavio, hijo del presidente; y el almirante Flavio Viana Rocha, secretario especial de Asuntos Estratégicos, con quien desarrollé una muy buena relación. Incluso, el almirante me invitó a cenar a su casa, donde conocí al diputado Eduardo Bolsonaro. En esa cena le dimos forma a lo que luego iba a ser el encuentro virtual del lunes 30 de noviembre entre Bolsonaro y Fernández. En todos encontré una gran disposición.
— ¿El formato de esa cita presidencial lo fue manejando con el almirante Viana Rocha?
—En el primer encuentro con Bolsonaro, hice referencia a que iba a trabajar para que el 30 de noviembre, Día de la Amistad entre Argentina y Brasil (día la cumbre histórica entre los ex presidentes Alfonsín y Sarney), se celebrara con una cita presidencial bilateral. Bolsonaro se mostró dispuesto; y del mismo modo, el presidente Fernández. Pasaron después algunas cosas, pero en mis reuniones con los ministros fui sintiendo un aumento del entusiasmo. Con ellos fuimos definiendo posibles proyectos en energía, infraestructura, agricultura y turismo. En el caso de Defensa, los ministros Agustín Rossi y Fernando Azevedo Silva se encontraron personalmente. Inclusive, Azevedo me llevó en su avión a Sete Lagoas (en Minas Gerais) donde ambos visitaron la fábrica de Iveco que fabrica vehículos blindados (son los 6x6 Guaraní). Más de un ministro brasileño me llegó a comentar: “Estuve esta mañana con el presidente Bolsonaro y me dijo que usted es un amigo”.
Sabía que, una vez que se lograra encauzar políticamente la relación, había que dar impulso al desarrollo de la embajada con un perfil esencialmente comercial y ejecutivo. Con Bolsonaro, tuve una conversación muy franca.
—¿Con cuáles ministros brasileños se entrevistó?
—Con el de Infraestructura; el de Minas y Energía; el de Turismo, con quien pusimos en marcha el plan de conectividad aérea; y con la ministra de Agricultura.
—Usted fue, de alguna manera, el artífice del cambio de percepción en el gobierno brasileño. Pero ¿hubo otro elemento disparador? Tal vez ¿las elecciones en Estados Unidos?
—Todo este trabajo empezó mucho antes de las elecciones estadounidenses. Y la definición del encuentro presidencial ya estaba hace tiempo. Esto es objetivo. A ver, diría en cuanto a mí que puedo haber acertado con el mensaje en Brasilia, donde comprendieron que en Argentina no hay ningún gobierno comunista, que no somos Venezuela ni vamos en camino a serlo. Incluso, le hice una broma al general Albuquerque cuando fuimos a ver los vehículos: “Si los manda para la Argentina, tendrá que pintarlos de rojo” dije. Hubo risas generales. Lo cierto es que tras esas reuniones tuve la percepción de que iban a generarse las condiciones y la oportunidad para la reconstrucción de las relaciones bilaterales.
Claro que el gran mérito es del presidente Alberto Fernández, por sus instrucciones, su respaldo a la agenda y a mis definiciones, que las avaló plenamente en la videoconferencia con su colega Bolsonaro. El propio presidente brasileño tuvo palabras muy generosas conmigo. Quiero señalar que para Argentina, Brasil es muy importante. Pero también para ellos, Argentina es un país muy importante. Además, hay una fuerte relación en el mundo empresarial. Yo sabía que mi misión era muy difícil, pero lo tenía muy claro y no me resigné. Ahora, yo soy la cara visible de una embajada que tiene un gran equipo de profesionales y hay 10 consulados que hemos cohesionado, con una agenda precisa que es la de insertarnos cada vez más en los distintos mercados del país.
—Usted estuvo reunido con gobernadores y sus equipos en varios estados brasileños. De esas citas ¿cuáles regiones identifica como mercados propicios para aumentar las exportaciones argentinas y qué productos nuestros podrían tener más chance?
—Eleonora, a mí por ejemplo me apasiona el desafío de conquistar el Nordeste donde hay 60 millones de habitantes. Siempre, cuando se mira Brasil se habla de San Pablo y los estados más sureños del país. Por eso, cuando dije que ahora viene el momento del interior profundo de Brasil, me lancé hacia Recife donde me encontré con el gobernador de Pernambuco Paulo Camara (del Partido de los Trabajadores). Con al gran puerto de entrada de la región. En cuanto a los segmentos que creemos que pueden tener mucho mercado allí, hemos listado 24 productos.
—¿Cuáles son?
—Insecticidas, abonos, fertilizantes, aceite de oliva, arroz, alimentos para animales, insumos para la industria plástica, vinos, legumbres secas, preparadas, helados, servicios basados en el conocimiento. En este último campo, se elaboraron propuestas concretas para 13 sectores: software, informática y juegos; tecnología del sector agrícola, producción y pos producción de audiovisual, servicios satelitales y cooperación internacional entre los polos tecnológicos.
Mire, en mis viajes a los diferentes estados me he dedicado, además, a visitar los supermercados para detectar qué productos argentinos estaban presentes. Vi por ejemplo productos de La Campagnola y de La Serenísima. Nuestra actitud no es esperar que nos vengan a comprar sino salir a vender. Pero antes de hacer esto había que ordenar el marco político y el económico. A mí me gusta citar un ejemplo de los resultados concretos. Un día me llamó Ginés González García (ministro de Salud) y me dijo: “Daniel, hay una droga que falta en el mundo: Midazolan. Brasil la produce, pero prohibió la exportación. Y se usa para sedar a los pacientes con Covid que deben usar el respirador; habría que ver si Brasil hace una excepción con la Argentina y nos vende el fármaco”. Como había que acelerar la solicitud, decidí hablar con el ministro jefe de la Casa Civil, Walter Braga Neto; con el general Luiz Eduardo Ramos, ministro de la Secretaría de Gobierno y con el almirante Viana Rocha. Luego fui personalmente a ANVISA (la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) para tramitar la excepcionalidad. Informé que necesitábamos 1,5 millón de dosis. Avanzamos y finalmente se aprobó la venta a la Argentina. Y eso fue por obra y gracia de la orden dada por el presidente Bolsonaro. Alberto Fernández se lo agradeció mucho durante la videoconferencia del 30 de noviembre.
No actuamos a ciegas sino con el listado de bienes exportables.
—Eso indicaría una voluntad fuerte de ayudarse entre ambos países. Señalo esto porque en los años que llevo en Brasil, he visto algunas dificultades de Anvisa para resolver rápido las excepciones.
—Efectivamente, es como usted dice.
—Usted también mantuvo varias rondas de reuniones virtuales con las provincias argentinas ¿fue para comunicar estos resultados?
—Absolutamente, este fue el centro de la agenda con varios gobernadores y empresarios provinciales. Le hemos informado de la demanda potencial de los productos argentinos. La cancillería argentina hizo un estudio de los productos exportables y con ese informe en mano fuimos a buscar a los estados brasileños con demanda potencialmente alta. No actuamos a ciegas sino con el listado de bienes exportables. Para nosotros, con el encuentro bilateral de los presidentes, se terminó la primera etapa; y ahora viene la segunda, que implica concretar los grandes objetivos.
*Autora de Brasil 7 días.