El cuento de la princesa triste que lo abandona todo por amor se hizo realidad en Japón, donde, tras cuatro años de tensas controversias, la princesa Mako se casó finalmente con un abogado, renunciando a todo por él. “Los papeles del matrimonio fueron cumplimentados y aceptados”, dijo la corte imperial sobre la boda, que no incluyó ninguno de los rituales establecidos para las princesas japonesas.
La princesa Mako, sobrina del emperador de Japón e hija del príncipe heredero, se casó este martes (26 de octubre) con su novio plebeyo Kei Komuro, un joven de 30 años que se volvió terriblemente impopular entre los japoneses debido a una disputa financiera que involucró a su madre. Todo un escándalo al que la monarquía japonesa no está acostumbrada.
“Amo a Mako”, proclamó el joven plebeyo Kei Komuro, de 30 años, quien agregó que “de ahora en adelante quiero estar al lado del amor de mi vida”. “Kei es un ser insustituible”, dijo la princesa Mako en una declaración retransmitida en directo por televisión. En las calles, una inesperada marcha clamaba por la cancelación de esta boda, que conmocionó a la monarquía más antigua del mundo, de 2.600 años de historia.
“Existen diferentes opiniones sobre mi matrimonio con Kei”, reconoció la princesa. “Yo quisiera agradecer a quienes se preocupan por mí y a quienes siempre nos han apoyado a Kei y a mí, sin escuchar los rumores infundados”, agregó la princesa, quien dijo haber sentido “miedo, tristeza y dolor” por las versiones.
En las calles de Tokio, numerosos manifestantes marcharon desde la entrada central del Parque Hibiya, portando pancartas en las que pedían que se impidiera el matrimonio de la princesa para “evitar el engaño” y “proteger a la familia imperial”. Más allá de esta inusitada marcha, en un sondeo del diario Yomiuri Shimbun la mitad de los encuestados aprobaban el enlace, contra un 33% en contra.
Las imágenes televisivas mostraron a la princesa y sobrina del emperador Naruhito abandonando la residencial imperial de Akasaka el lunes. Con un ramo de flores rosas pálidas en las manos, Mako se despidió con una reverencia de sus padres y de la prensa y con un abrazo emotivo de su hermana menor, Kako. Antes, se había despedido de sus abuelos, el emperador Akihito (que abdicó en 2019) y la emperatriz Michiko, que se manifestó profundamente triste por todo lo que su nieta debió soportar.
Este martes, la Corte Imperial presentó la documentación legal para inscribir en un registro civil de Tokio el matrimonio de la pareja en su nombre. El siguiente paso será el miércoles, cuando los burócratas del palacio documenten en el registro del linaje imperial que Mako ha dejado de ser miembro de la familia imperial.
Automáticamente, la princesa Mako perdió su título y su estatus, para convertirse en la Señora Mako Komuro, destino que han tenido que pasar varias princesas de la monarquía nipona gracias a una arcaica ley de posguerra que establece que cuando una mujer imperial se casa con un plebeyo, se convierte ella misma en una plebeya y sus hijos jamás serán parte de la realeza.
Víctima de "abuso psicológico", la ex princesa Mako ahora vivirá como plebeya
Cuando la princesa Mako se comprometió en 2017 con Kei Komuro, la joven pareja encantó a los japoneses. El estudiante de Derecho describió a la princesa como “la luna” que lo cuidaba discretamente y ella comparó su sonrisa con “el sol”. Pero cuando la prensa nipona empezó a ahondar en el pasado de la familia Komuro, aparecieron informaciones de que su madre no devolvió un préstamo de 4 millones de yenes (35.000 dólares) a un antiguo prometido.
La pareja retrasó su enlace y Komuro se trasladó a Nueva York para estudiar derecho en 2018, decisión interpretada como un intento de escapar de la prensa. La disputa, que cuatro años después no ha sido resuelta, causó escándalo en Japón, donde se espera un comportamiento impecable de los miembros de la familia imperial. Y con las revistas sensacionalistas y los programas de TV obsesionados con el tema, la pareja y sus familias fueron objeto de constantes críticas en las redes sociales. Mako fue recientemente diagnosticada con un trastorno de estrés postraumático complejo causado por lo que describió como “abuso psicológico”.
La princesa Mako renunció a una boda esplendorosa y a 1,3 millones de dólares
El matrimonio, planeado para 2018, se retrasó otros tres años más, en gran parte porque la corte imperial se abocó en las ceremonias de abdicación del emperador Akihito y la entronización de su sucesor, el emperador Naruhito. La pandemia de coronavirus hizo su parte y provocó, además, el distanciamiento de la princesa Mako y Kei Komuro: una confinada en Tokio, el otro en Nueva York, las videollamadas fueron lo único que logró unir a los enamorados.
A la luz de la controversia sobre el matrimonio, la princesa Mako consideró apropiado no respetar las ceremonias tradicionales asociadas con las bodas de miembros imperiales: el ritual “Choken no Gi”, que consiste una reunión formal con el emperador y la emperatriz en el Palacio Imperial de Tokio, y la ceremonia de compromiso entre las familias de los novios, el “Nosai no Gi”, en las que el novio entrega regalos simbólicos a su novia.
Y la princesa fue más allá: decidió renunciar a la suma de 150 millones de yenes (US$1,3 millones), provenientes de las arcas estatales, que el gobierno le entregaría a modo de indemnización por abandonar la familia imperial, dinero que le permitiría a la nieta de un emperador vivir con cierto nivel. Pronto, la ex princesa Mako abandonará Japón para instalarse con su marido en EEUU, donde espera iniciar una nueva vida como plebeya.