INTERNACIONAL
como en la crisis argentina

‘Fora todos’: la consigna de 2001 se abre paso en Brasil

Desde partidos de izquierda hasta grandes medios apoyan la versión adaptada del “Que se vayan todos”. Crece el rechazo a la clase política.

Hartazgo. El eslogan “Fora todos eles” debutó este mes en protestas en San Pablo y Río de Janeiro. Expresa un sentimiento extendido de repudio contra toda la dirigencia política.
| Cedoc Perfil y AFP

Como en la Argentina de 2001, una contundente consigna de protesta empieza a recorrer las calles de Brasil: “Fora todos eles”. La versión brasileña del “Que se vayan todos” emerge como alternativa a la fortísima polarización entre los defensores y los detractores de Dilma Rousseff. En medio del proceso de impeachment contra la presidenta, el eslogan ha comenzado a resonar en sectores diversos que van desde pequeños partidos de izquierda hasta grandes medios de comunicación. Expresa la noción de que el problema no es con el gobierno o la oposición, sino con la clase política en su conjunto. Y va de la mano con la idea de que sólo un llamado a elecciones anticipadas podría poner fin a la crisis.
A principios de abril, dos manifestaciones casi simultáneas llamaron la atención de los ciudadanos en San Pablo y Río de Janeiro. Los cánticos y pancartas no insultaban al Partido de los Trabajadores (PT) ni denunciaban un “golpe” de los legisladores opositores: pedían barrer con las principales figuras de todas las fuerzas políticas. Rousseff, Lula da Silva, Michel Temer, Eduardo Cunha, Aécio Neves, José Serra: el mensaje de repudio era para todos ellos por igual.
Esas protestas fueron convocadas por la central sindical Conlutas, ligada al Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), una agrupación minoritaria de izquierda. Fueron las primeras en ponerle título al sentimiento de hartazgo contra la elite política, a la que muchos brasileños ven como corrupta. Pero esa percepción va más allá de las consignas de cierta militancia: es parte de un creciente sentido común que se vislumbra en marchas, encuestas y editoriales de la prensa masiva.
En un reciente artículo titulado “El momento ‘Que se vayan todos’ de Brasil”, la revista estadounidense Americas Quarterly, especializada en temas latinoamericanos, observó que “la economía de Brasil no está tan mal como la de Argentina en 2001, y todavía nadie se subió a un helicóptero, pero el pueblo brasileño parece estar llegando a la misma conclusión de que ningún escenario político actual es lo suficientemente limpio como para lidiar con la enorme crisis que enfrenta el país”.
En efecto, algunas semanas atrás, el impeachment a Rousseff parecía ser una opción aceptable. Casi el 70% de los brasileños se mostraba favorable al juicio político. Sin embargo, el espectáculo ofrecido por los legisladores que votaron a favor –la mayoría de los cuales carga con denuncias de corrupción en su contra– durante el debate en la Cámara de Diputados parece haber hecho reflexionar incluso a quienes desean ver caer a Rousseff. Un sondeo de Datafolha posterior a la votación mostró que, tanto entre los defensores de Dilma como entre los partidarios del impeachment, la mayoría quiere la remoción de Temer. Sólo el 16% de los brasileños cree que las cosas mejorarían si el díscolo vice asumiera el poder.
Los grandes medios hacen su parte. Folha de S. Paulo, el mayor diario del país, difundió a principios de mes un editorial titulado “Ni Dilma ni Temer” en el que reclamó la renuncia de ambos. O Globo publicó días atrás una columna de la periodista Helena Chagas, ex secretaria de Comunicación Social de la Presidencia, en la que señaló que “la mayor parte del establishment político hoy no toma muy en serio la hipótesis de unas elecciones anticipadas, pero corre el riesgo de jugar con fuego y acabar quemándose: ¿y si el pulso de las calles le tomara el gusto a la idea?”.
Existen dos vías para una virtual convocatoria adelantada a las urnas. La primera sería a través de una enmienda constitucional que requeriría una improbable mayoría de tres quintos en Diputados y en el Senado. Otro camino sería que el Supremo Tribunal Federal (STF) diera impulso a la investigación sobre un presunto financiamiento ilegal de la última campaña electoral de Rousseff y Temer. Si ese proceso acabara en sentencia contra la fórmula, ambos deberían dejar sus cargos y el llamado a comicios sería automático. Hoy no parece haber voluntad del STF para profundizar en las pesquisas. Pero las cosas podrían ser distintas si el “Fora todos eles” ganara fuerza y aumentara la presión sobre los jueces. En este Brasil, nada es imposible

Más problemas para una constructora
El magistrado Teori Zavascki, del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, pidió ayer a la Fiscalía General de la República que abra un proceso de investigación sobre una lista de donaciones de la constructora Odebrecht a campañas políticas.
Zavascki remitió el pedido para que la Fiscalía indague por el origen de las donaciones entregadas a 316 políticos de 24 partidos, tanto del oficialismo como de la oposición, para las campañas en las elecciones municipales de 2012 y las generales de 2014. De acuerdo con el magistrado, existe sospecha de que parte del dinero donado tuvo origen en el esquema de corrupción descubierto en la petrolera estatal Petrobras. La lista había sido confiscada en una de las fases del operativo de la Policía Federal que descubrió el desvío de recursos y sobreprecios entre la petrolera y las principales constructoras en el país.