La alianza de centro del presidente Emmanuel Macron desplegó este viernes sus últimos esfuerzos para intentar mantener su mayoría absoluta frente una izquierda unida tras el balotaje de las elecciones legislativas del domingo, que cierran varios meses de campaña en Francia.
“¡Estamos sobre el terreno para luchar hasta el último minuto!”, dijo la primera ministra, Élisabeth Borne, quien comparó su proyecto que busca “proteger” a los franceses con el programa “peligroso” para la economía de la coalición de izquierda.
Macron, reelegido en abril para un nuevo mandato de cinco años, se juega en estos comicios poder aplicar su programa de corte liberal, como el retraso de la edad de jubilación de 62 a 65 años, sin la necesidad de tejer alianzas con otros partidos, sobre todo la derecha.
“El caos son ellos”, reiteró ayer el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, quien llamó a los electores a ir a votar y “tomar una decisión clara”, porque “sino será un lío durante meses”. Más de la mitad de los votantes se abstuvo en la primera vuelta.
Las proyecciones de los institutos de sondeos señalan la posibilidad de que el mandatario centrista pierda su mayoría absoluta, por el avance en número de escaños de la izquierda, aliada en la Nueva Unión Popular, Ecológica y Social (Nupes), y de la extrema derecha.
La alianza ¡Juntos! de Macron lograría entre 255 y 305 diputados, seguido de la Nupes (140 a 200), el partido de derecha Los Republicanos y sus aliados UDI (50 a 80) y la Agrupación Nacional (RN, ultraderecha) de Marine Le Pen (20 a 50). La mayoría se sitúa en 289.
Escenarios. Macron enfrenta la posibilidad que las urnas consagren diferentes escenarios para su gobierno, una mayoría absoluta a simple.
Mantener la mayoría absoluta es el escenario privilegiado para el presidente de 44 años que, tras un primer mandato marcado por las protestas sociales, la pandemia y, en el tramo final, la guerra en Ucrania, espera retomar su agenda reformista y más liberal.
Este resultado le permitiría aprobar leyes sin casi resistencia en el Parlamento, pero corre el riesgo de reforzar su imagen de mandatario autoritario. “Lo que está en juego es impedir que Macron tenga mayoría absoluta”, resumió Jordan Bardella, de RN.
Una mayoría simple devolvería un cierto protagonismo al Parlamento, ya que obligaría al jefe de Estado a buscar aliados para sacar adelante sus medidas. También existen vías para imponer medidas, pero que implican poner en riesgo la continuidad del gobierno.
El partido Los Republicanos, heredero de las formaciones de los ex presidentes Jacques Chirac (1995-2007) y Nicolas Sarkozy (2007-2012), se ve como árbitros, ya que sus votos se volverán “ineludibles”, dijo la eurodiputada Agnès Even.
Aunque este tipo de negociaciones son habituales en la mayoría de democracias, a falta de un mayoría estable, la adopción de leyes se convertiría en un quebradero de cabeza para el oficialismo en Francia, acostumbrado a sacar la apisonadora.
El escenario más temido para Macron es una gran victoria de la Nupes -coalición de ecologistas, comunistas, socialistas e izquierda radical-, que permitiría a Mélenchon reclamar ser nombrado primer ministro, postergar las medidas liberales y priorizar las suyas.
Francia ya conoció este modelo de “cohabitación”. En 1997, Chirac nombró como primer ministro al socialista Lionel Jospin. El presidente conservador había sido previamente el primer ministro entre 1986 y 1988 de su predecesor socialista, François Mitterrand.
Del balottage del próximo domingo dependerá el rumbo que toma la segunda economía de la Unión Europea (UE) y una de las potencias nucleares mundiales, en un contexto de guerra en Ucrania y de aumento de los precios de la energía y de la alimentación.
La próxima cita electoral en Francia serán las elecciones al Parlamento Europeo en 2024, dos años en los que los partidos podrán asentar la recomposición en curso en tres bloques -izquierda radical, centro y extrema derecha- antes de un nuevo test ante los electores.