La movilización social contra la reforma de las pensiones entró en su segunda semana en Francia y podría prolongarse hasta Navidad, pese a numerosos llamados al “diálogo” del gobierno.
Lejos de calmar los ánimos, el proyecto que presentó el primer ministro Edouard Philippe recibió la oposición frontal de los sindicatos, incluso de aquellos que apoyaban hasta entonces el principio de la reforma y ahora piden que la huelga y las protestas aumenten y se extiendan.
Ayer, en las rutas y en el transporte público el tráfico fue mínimo, especialmente en la región parisina, donde nueve líneas de metro permanecían cerradas y más de la mitad de las líneas de autobuses no circulaba.
Los franceses están divididos sobre la reforma, según un sondeo. El 50% la apoya y el 49% está en contra.
La jubilación es un tema sensible en Francia, ya que la población defiende con uñas y dientes uno de los sistemas más generosos del mundo. Y el contexto ya está tenso en el país con el surgimiento hace un año de los “chalecos amarillos”, pero también con el descontento generalizado en hospitales o la policía.
Extender la huelga. En su mensaje del miércoles, el primer ministro francés reiteró su determinación a establecer un “sistema universal de jubilación” para unificar los 42 sistemas diferentes que tiene el país, aunque con algunas concesiones a los sindicatos. Por ejemplo, se flexibilizó el calendario: el nuevo sistema solo se aplicará a los nacidos a partir de 1975, anunció Philippe. La desaparición de los regímenes especiales se confirma pero, para los conductores de la compañía ferroviaria SNCF y de los transportes parisinos RATP, que pueden jubilarse a partir de los 52 años, la reforma se aplicará a partir de los nacidos en 1985.
También se anunciaron medidas para los más precarizados, sobre todo la instauración de una jubilación mínima garantizada de mil euros.
“La única solución es trabajar un poco más de tiempo, como es el caso en toda Europa”, advirtió el jefe del gobierno. Aunque la edad legal de jubilación en Francia sigue siendo 62 años, el proyecto prevé “una edad de equilibrio” progresiva a los 64 años e incitar a trabajar más tiempo mediante un sistema de bonificación.
Este último punto fue rechazado de plano por los sindicatos, que prometieron profundizar las protestas, porque el gobierno cruzó una “línea roja”, dijo Laurent Berger, número uno del principal sindicato de Francia, la CFDT. Favorable en principio a un régimen universal de jubilación, la CFDT rechaza totalmente la instauración de la edad de 64 años para jubilarse.
De todos modos, Berger defendió la necesidad de recuperar el diálogo y pidió al gobierno que convoque a los sindicatos que apoyan un régimen universal de jubilación.
“El gobierno hizo una propuesta y ahora hay que hacer una concertación”, dijo el presidente Emmanuel Macron. “Es una reforma histórica para el país. La hacemos porque Francia la necesita, las generaciones futuras la necesitan para volver a creer en el sistema de jubilaciones, que será más justo”.