INTERNACIONAL
entrevista

“Gustavo Petro quiere generar un liderazgo regional para Colombia”

El presidente colombiano lleva cinco meses en el poder. Comparado con el mandato de otros líderes regionales, el suyo, hasta el momento, no ha tenido mayores pasos en falso. Petro inauguró lo que se considera “el primer gobierno de izquierda de la historia de Colombia”. La analista política María Lucía Jaimes, especialista en América Latina, explica cómo un exguerrillero logró crear consenso incluso con partidos de la derecha más tradicional del continente.

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Fortaleza. Ya en campaña había demostrado que tiene una buena química con la gente sencilla. | cedoc

—Primer gobierno de izquierda en Colombia, ¿qué tal va?

—Petro logró entrar a la presidencia con mayoría en el Congreso, generó alianzas con partidos políticos tradicionales que son importantes para garantizar la gobernabilidad. Estas dos cuestiones generaron un mensaje de confianza en la ciudadanía: en el primer gobierno de izquierda Petro tiene el respaldo de las clases políticas que llevan años en su lugar. Es la confianza nacional e internacional de que se van a hacer las cosas bien. En Latinoamérica pasamos por un período de recesión que puede causar dificultades al momento de la planeación. Sin embargo, en estos primeros meses, Petro consiguió aprobar tres leyes importantes que definen la hoja de ruta de este primer año: la ley de presupuesto, la reforma tributaria y la ley de paz total. Todas sus promesas de campaña de que vamos a “vivir sabroso”; hoy quieren enfocarnos en una mejor convivencia y en conciliación. Colombia tiene una cultura muy violenta, y apostar a esta transformación es un acierto. En general, le ha ido bien, teniendo en cuenta el contexto latino.

—Petro defendió fervientemente al expresidente peruano Pedro Castillo y al venezolano Nicolás Maduro. ¿Cómo afectó a su imagen su cercanía con estos líderes?

—El Gobierno quiere que Colombia sea un actor importante en los próximos años. Intenta dar esa postura de que se pueden arreglar los problemas con y en otros países para generar un liderazgo regional. Por ejemplo, reanudar las relaciones comerciales con Venezuela, que es algo que en los últimos años nos ha afectado directamente, al punto de tener que modificar nuestras leyes y rever la cuestión migratoria. En la medida en que tengamos buena relación con nuestros vecinos y con los países aliados, nos beneficiaremos todos.

—El presidente colombiano dijo que hay “gente que quiere tumbarlo”. ¿Quiénes son los que quieren tirarlo abajo?

—Hay sectores que nunca van a estar de acuerdo con que un exguerrillero sea presidente y que haya sido electo democráticamente. Son alertas de la izquierda; estamos ante algo a lo que nunca nos habíamos enfrentado. Pero no creo que vayan a tumbarlo, se ha rodeado para garantizar que su mandato llegue a término.

—¿Cómo logra mantener su popularidad?

—Según las encuestas, tiene entre un 60% y un 70% de imagen favorable. Ha dado los mensajes correctos: de cambio, de ir en contra de la corrupción, de una salida económica. Es un gobierno más cercano a la gente, que se preocupa por las condiciones laborales, académicas. Logra generar esperanza: nos habíamos olvidado de la importancia de políticas enfocadas en lo humano. Esa cercanía mantiene su popularidad y logra el respaldo necesario para las propuestas que quiere llevar a cabo.

—Nombra el tema de la corrupción. Él ha sido denunciado en más de una oportunidad.

—Se está poniendo la lupa en escándalos que antes pasaban desapercibidos. Si bien no hemos tenido un discurso muy anticorrupción, desde el orden nacional han tratado de promover mecanismos de transparencia para contrarrestar la imagen de que el Estado es corrupto por sí mismo y que los funcionarios se roban la plata de los impuestos.

—Recientemente, Petro fue muy criticado por su propuesta de eliminar el complemento nutricional gratuito Bienestarina, consumido principalmente por niños, por considerarlo un producto “importado y costoso”. ¿Qué tan razonable es su propuesta?

—Se ha armado un revuelo gigantesco por cómo vamos a acabar con el hambre y qué va a pasar con nuestros niños. La idea tiene que ver con la protección a la industria nacional, de por qué tenemos que importar cosas que podemos producir nosotros mismos. Lo que hacemos se va del país y no tenemos consumo propio, pero tenemos que ver si el país cuenta con la inversión suficiente para suplir ofertas como la de la Bienestarina en las circunstancias en las que estamos. Ahora puede ser peligroso comprometerse a que la industria nacional la reemplace. Podría garantizar una crisis alimentaria en el futuro. Hay que pensar qué se está prometiendo y cómo se puede cumplir.

—¿Cuál ha sido hasta el momento su mayor desacierto?

—El cruce de información. Un ministro sale a decir una cosa, el otro sale a desmentirlo. Se ha generado un poco de pánico con las noticias que salen todos los días por la inmediatez que tenemos. El hecho de que el presidente tenga que salir casi todo el tiempo a corregir lo que dicen sus funcionarios ha generado un poco de zozobra en la ciudadanía. Esperemos que no sean muchos más los desaciertos en estos tres años y medio que quedan.