Los dos vicepresidentes y “hombres fuertes” del gobierno italiano, Matteo Salvini y Luigi Di Maio, ya son una auténtica “pareja en crisis”: sus peleas y desencuentros públicos se hacen cada vez más intensos y frecuentes, en temas que van desde el proyecto de ley anticorrupción hasta los polémicos incineradores que contaminan el airea en el sur del país.
Y ante lo que ya es una evidente incompatibilidad de fondo entre sus dos fuerzas políticas –la Liga de Salvini y el Movimiento Cinco Estrellas M5S de Di Maio– reaparece en el escenario político un viejo conocido: Silvio Berlusconi.
Hasta Europa se suma al rechazo de las acciones de la coalición: el miércoles, la Comisión Europea rechazó la ley de presupuesto para 2019 por no respetar los objetivos de reducción del déficit público, y abrió camino a la posibilidad de una sanción por déficit excesivo.
Según las reglas europeas, la deuda de los países que integran la unión monetaria no debe superar el 60 por ciento del PIB. Pero la deuda pública italiana ha alcanzado un nuevo récord y ya suma 2,3 billones de euros, el 131 por ciento del producto bruto.
“Llegó la carta de Bruselas? Espero también la de Papá Noel”. Así el locuaz Salvini recibió el anuncio del rechazo comunitario al presupuesto.
El inicio de un mecanismo de castigo no implica la inmediata aprobación de sanciones (se habla de una multa de hasta 3.500 millones de euros): el Consejo y la Comisión de la UE propondrán a Italia un presupuesto correctivo con medidas específicas para alinear las cuentas públicas con los estándares europeos.
Italia corre el riesgo de pagar un precio muy alto si los inversores pierden la confianza en el país: no solo estaría en peligro la refinanciación de la deuda pública, sino también la estabilidad de un sistema bancario muy sensible a los movimientos del riesgo país.
Il Cavaliere. Y mientras el premier Giuseppe Conte exhibe optimismo casi mágico sobre el déficit –“bajará”, se limitó a decir al ser consultado– el aumento del riesgo país a 300 puntos básicos preocupa al ex primer ministro y jefe político de Forza Italia, el interminable Silvio Berlusconi, que reaparece en el horizonte político en busca de un nuevo rol protagónico.
“No es tanto la opinión de Europa lo que nos preocupa. Es la de los inversores y ahorristas, que ya se pronunciaron de forma muy severa sobre la política económica del gobierno”, dijo Berlusconi.
Cinco años después de haber perdido su cargo de senador tras ser condenado por fraude fiscal, Il Cavaliere espera la respuesta de la Corte Europea de los Derechos Humanos de Estrasburgo a la apelación que presentó a la ley italiana que forzó su destitución.
“Basta, este gobierno tiene las horas contadas”, dijo Berlusconi en la semana. “Esperamos y creemos que está cerca el momento en el cual se podrá volver a dar a los italianos un gobierno de personalidad competente de centroderecha, expresión de la mayoría natural que mostraron las elecciones del 4 de marzo”, agregó.
Centroderecha. Pese a que Salvini ha declarado más de una vez que se propone ser fiel al contrato de gobierno por toda la legislatura –“no se hagan ideas extrañas, para mí la colaboración del gobierno con el M5S dura cinco años”– la esperanza de Berlusconi es que la Liga se aleje del M5S y permita el renacimiento de un gobierno de centroderecha, con el apoyo, hastra ahora inédito, de los tres principales partidos del sector: la Liga, Forza Italia y los Fratelli d’Italia de Giorgia Meloni.
En respuesta a ese posible reacercamiento entre la Liga y Forza Italia, Di Maio, el líder del MS5, fue terminante: “si la Liga cre que puede ser portadora de las ideas berlusconianas al gobierno se equivoca por completo”.
Parecen ya muy lejanos –aunque tienen unos pocos meses– los tiempos en que los dos viceprimeros ministros se intercambiaban mensajes de texto y de WhatsApp y el clima es ahora el de una perenne campaña electoral. Y entretanto se acercan las elecciones para el parlamento europeo, en las que Salvini busca confirmar lo que adelantan las encuestas: una Liga fuerte en torno al 31 por ciento, y un MS5 que cae al 26.