La Corte Suprema de Brasil, en abierto desafío al gobierno de Donald Trump que había amenazado al gigante sudamericano con aranceles comerciales del 50% por el trato judicial que le daba Jair Bolsonaro, ordenó colocar una tobillera electrónica al expresidente, entre otras duras medidas restrictivas.
La decisión fue adoptada por el controvertido juez Alexandre de Moraes, del Máximo Tribunal, quien acusa a Bolsonaro, de 70 años, y a su hijo Eduardo, de incitar “actos hostiles” de EE.UU. contra Brasil.
De esta manera, la Corte se alineó con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en su pelea contra el republicano por la aplicación de estos gigantescos aranceles comerciales.
Bolsonaro denunció una “humillación suprema” al salir de las oficinas de la secretaría de Justicia del distrito de Brasilia. “Estoy restringido a permanecer en Brasilia con tobillera”, afirmó.
La Justicia también le prohíbe acercarse a embajadas y autoridades extranjeras. “Nunca pensé en salir de Brasil, nunca pensé en ir a una embajada, pero las medidas cautelares se basan en eso”, agregó el expresidente de extrema derecha.
De Moraes sostiene que Jair y Eduardo Bolsonaro “incitan, alientan y ayudan a un gobierno extranjero a llevar a cabo actos hostiles contra Brasil” y “buscan ostensiblemente someter el funcionamiento de la Corte Suprema a los Estados Unidos de América”.
Luego de varias etapas de interrogatorios, la fiscalía brasileña pidió esta semana condenar a Bolsonaro por supuestamente liderar una conspiración fallida para impedir la asunción de Lula tras perder las elecciones de 2022.
Trump ha amenazado a Brasil con imponer aranceles del 50% a sus productos a partir de agosto, por lo que llamó una “caza de brujas” contra Bolsonaro. Lula calificó esta medida como “chantaje inaceptable” y amenazó con tomar medidas recíprocas.
Bolsonaro afirma que su proceso es una “persecución política”. La sentencia del caso se conocerá en las próximas semanas y si es declarado culpable, se enfrenta a más de cuarenta años de prisión.
Además del dispositivo para controlar su ubicación, Bolsonaro deberá permanecer en su domicilio de lunes a viernes entre las 19 y las 6, así como todos los fines de semana y días festivos completos, dictaminó Moraes.
El expresidente es inelegible hasta 2030 debido a la desinformación sobre el sistema de voto electrónico utilizado en las elecciones de 2022. Sin embargo, insiste en liderar la candidatura de la derecha en los comicios de 2026.
Allanamientos. Tras la medida de la Corte, la policía brasileña allanó ayer el domicilio del expresidente, según informó su hijo Eduardo, quien vive actualmente en Washington.
Eduardo, quien se mudó a principios de año a Estados Unidos para presionar a favor de su padre, escribió en X que la policía federal realizó un “allanamiento en el domicilio de mi padre esta mañana”.
Luego atacó a De Moraes. Según Eduardo, el magistrado “ha abandonado desde hace tiempo cualquier atisbo de imparcialidad y ahora opera como un gánster político con toga, utilizando la Corte Suprema como su arma personal”.
El juez “intentaba criminalizar al presidente Trump y al gobierno estadounidense. Impotente ante ellos, decidió tomar a mi padre como rehén”, agregó en una carta que firmó como “congresista brasileño en el exilio”.
Hay un hilo conductor entre Trump y Bolsonaro, más allá de que ambos son de ultraderecha. Tanto el estadounidense como el brasileño intentaron desprestigiar los comicios donde perdieron afirmando que hubo fraude.
El excapitán del ejército niega haber participado en un intento de arrebatarle el poder a Lula como parte de un supuesto complot golpista que, según la fiscalía, fracasó únicamente por falta de respaldo militar.
Tras el fracaso del complot, simpatizantes alborotadores, conocidos como “bolsonaristas”, allanaron edificios gubernamentales en 2023 instando a los militares a derrocar a Lula. Bolsonaro se encontraba en el extranjero en ese momento.
El caso contra Bolsonaro evoca el fallido procesamiento de Trump por los ataques del 6 de enero de 2021 perpetrados por sus partidarios en el Capitolio de EE.UU. para intentar revertir su derrota electoral.
Ambos hombres han declarado ser víctimas de persecución política, y Trump ha salido en defensa de su aliado, para indignación de Lula, quien ha calificado la amenaza arancelaria de “chantaje”.