La relación entre el presidente Hugo Chávez y el banquero venezolano Víctor Vargas estuvo, siempre, llena de contradicciones. Uno, impulsor del “socialismo del siglo XXI”, y el otro, uno de los “oligarcas” más ricos del país, los dos hombres supieron, sin embargo, aprovecharse mutuamente.
Desde la llegada de Chávez al poder, Vargas triplicó su fortuna y es hoy dueño del Banco Occidental de Descuento (BOD), el quinto banco más importante del país. Sucesivas intermediaciones en las operaciones de compra y reventa de bonos argentinos por parte del gobierno venezolano lo convirtieron en la prueba viviente de que a quienes supieron servir al régimen chavista no les fue nada mal.
Pero sus diferencias con el mandatario son todavía más profundas. Además de multimillonario, Vargas es el único hombre de negocios venezolano que puede jactarse de tener parientes de sangre azul.
Desde que en 2004 su hija María Margarita se casó Luis Alfonso de Borbón, bisnieto del general Franco y duque de Anjou, Vargas se codea con la realeza europea y se presenta como Víctor José de Vargas e Irausquin, pese a que en su documento sigue apareciendo como “Víctor Vargas” a secas.
Hasta hace poco, sin embargo, estas diferencias no habían logrado minar la alianza que unía al socialista y al banquero. Fue recién con la venta del Banco de Venezuela que quedó en evidencia que una grieta comenzaba a abrirse entre los dos hombres.
Oficialmente, las cosas ocurrieron así: en diciembre del año pasado, Chávez anunció su intención de nacionalizar dos bancos venezolanos que en ese entonces estaban en manos de empresarios españoles. Hablaba del Banco de Venezuela, manejado por el Santander, y del Provincial, en manos del BBVA.
Seis meses después, no se sabe muy bien cómo, la gente de Vargas se encontró en secreto en Londres con la gente del Santander. El banquero quería quedarse con el banco bandera.
Chávez, por supuesto, se enteró y frenó la operación. Vargas había ofrecido 1.200 millones de dólares en bonos y otras yerbas. Chávez ofreció un poco más, y en petrodólares, y se convirtió en el flamante dueño del Banco de Venezuela, al tiempo que daba inicio al proceso de reestatización de los bancos venezolanos.
¿Qué pasó? ¿No eran amigos? Una alta fuente de las finanzas venezolanas opinó que fue una jugada maestra de parte del Santander. “ La gente del Santander utilizó a Vargas para simular una posible compra”, afirmó el experto.
El plan funcionó a la perfección: Emilio Botin, del Santander, terminó recibiendo cash y logró un precio de venta muy superior al que hubiese conseguido si Chávez decidía expropiarle directamente el banco. Vargas, sin embargo, terminó mal parado: se quedó sin el Banco de Venezuela y perdió los 100 millones de dólares que había entregado como adelanto. “No es mi culpa”, dijo su ex amigo Chávez.
¿Cómo sigue la historia? “En cuanto a la nacionalización de la banca, creo que sólo asusta a la gente del BBVA, que ahora ve como su banco queda a la merced de que el Gobierno o algún banquero local lo adquiera”, advirtió el editor de un blog venezolano sobre finanzas.
A Chávez, mientras tanto, no le queda demasiada capacidad de maniobra después de la gran cantidad de empresas que expropió desde el año pasado -Cemex, Exxon y Conoco-Phillips, entre otras-. Su relación con Vargas, hasta hace poco el único banquero chavista del planeta, quedó truncada para siempre. O, al menos, hasta que vuelva a serle útil.
(*) Redactora de Perfil.com