INTERNACIONAL
PUEDE APELAR

La Justicia inhabilitó a Bolsonaro por ocho años por cuestionar el sistema electoral

Tal como hizo Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro puso en duda el funcionamiento del sistema de votación aun antes de las elecciones. En julio del año pasado llegó a convocar a medio centenar de embajadores para criticar las urnas electrónicas. Ayer, el Tribunal Superior Electoral lo declaró inelegible por ocho años por abuso de poder y uso indebido de los medios de comunicación al habe apelado a noticias falsas para desacreditar una herramienta esencial de la democracia. Al no ser un voto unánime puede apelar, y lo hará.

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Tribunal. La mesa directiva que lo condenó. En el centro el juez Alexandre De Moraes, gran crítico de Bolsonaro durante todo su mandato. | AFP

El expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro fue declarado ayer inelegible durante ocho años por “abuso de poder” al haber difundido desinformación sobre el sistema electoral en Brasil antes de su derrota frente a Lula da Silva.

La inhabilitación política deja a Bolsonaro, de 68 años, fuera de las próximas presidenciales en 2026 y puede abrir una carrera por el liderazgo de la derecha en Brasil, por ahora sin alternativas claras.

El Tribunal Superior Electoral (TSE) alcanzó una mayoría de cinco votos a dos en favor de condenar al exmandatario por haber cuestionado la confiabilidad del sistema de urnas electrónicas con informaciones “falsas” durante una reunión con embajadores en julio de 2022, tres meses antes de perder las elecciones. El fallo deja a Bolsonaro “inelegible” a partir de octubre de 2022, cuando fueron las elecciones, por ocho años, período durante el que tampoco podrá ejercer cargos públicos.

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En esta cuarta y última sesión del juicio, votaron los últimos tres jueces. Para una condena por los cargos de “abuso de poder político y uso indebido de los medios de comunicación” era necesaria una mayoría del pleno (al menos 4 de 7 votos).

Bolsonaro, ausente en todas las sesiones del juicio iniciado la semana pasada en la sede del TSE en Brasilia, tampoco compareció ayer.

El excapitán se halla en Belo Horizonte (Minas Gerais, sureste), donde almorzó con miembros de su Partido Liberal, mayoritario en el Congreso.

Bolsonaro, que perdió la elección en octubre ante Lula por estrecho margen, defiende su inocencia.

“No cometí ningún delito al reunirme con embajadores. Querer quitarme los derechos políticos por abuso de poder político es inexplicable”, dijo a periodistas.

El abogado de Bolsonaro, Tarcisio Vieira, anticipó que, en caso de condena, recurriría la decisión.

Duras críticas. El caso se centra en un evento con diplomáticos organizado por Bolsonaro en la residencia presidencial de la Alvorada, en el que aseguró sin pruebas que buscaba “corregir fallas” del sistema de urnas electrónicas con la “participación de las fuerzas armadas”.

En su discurso, transmitido por la TV pública y las redes sociales, Bolsonaro dijo que la supuesta vulnerabilidad del sistema podía servir para manipular el resultado en su contra, algo que repitió en numerosas ocasiones durante la campaña electoral contra Lula.

Los jueces que votaron para condenarlo criticaron duramente su conducta. El instructor del caso, Benedito Gonçalves, asoció a Bolsonaro a un “discurso violento y mentiras” que pusieron “en jaque la credibilidad de la Justicia Electoral”, y dijo que la reunión con los diplomáticos “sirvió para incitar un estado de paranoia colectiva” sobre el sistema electoral.

“¿Qué puede ser más grave para un jefe de Estado que, con objetivos electorales, movilizar el aparato de la República para transmitir intencionadamente la idea de que las elecciones brasileñas no son limpias?”, agregó el magistrado Floriano Marques, al justificar su voto condenatorio.

En cambio, Raul Araújo, que votó en contra, defendió que “la intensidad del comportamiento no fue tal para justificar la medida extrema de la inelegibilidad”. 

El TSE advirtió antes de los comicios que “no admitiría extremismo criminal; que no admitiría noticias fraudulentas, desinformación, en nombre de intentar engañar a los votantes sobre fraude en las elecciones”, dijo el presidente del tribunal, Alexandre de Moraes.

El último voto fue precisamente el de De Moraes, quien fue objeto de virulentos y permanentes ataques del bolsonarismo antes y durante la campaña electoral, en la que fue acusado, sin prueba alguna, de “maniobrar” para “favorecer” a Lula.

Según De Moraes, la sentencia es una respuesta al “degradante populismo nacido en los discursos de odio y antidemocráticos, que propagan una asquerosa desinformación” no solo en Brasil, sino en “todo el mundo”, con el “único objetivo” de “engañar” a los electores.

“Vidas perdidas, ataques a la democracia, mentiras, desvío de funciones. Que este sea solo el comienzo de la responsabilización de quienes, durante cuatro años, se burlaron de nuestro pueblo de tantas maneras”, reaccionó en redes Anielle Franco, ministra de Igualdad Racial del gobierno de Lula.

El senador Ciro Nogueira, exjefe de Gabinete de Bolsonaro, aseguró que el bolsonarismo resistirá. 

“Pueden herir el presente, nublar el hoy, pero nadie puede impedir el futuro. Nadie puede prohibir el mañana. La esperanza está más viva que nunca”, escribió.

Tras la derrota de su líder en octubre (por 50,9% frente a 49,1% de los votos), bolsonaristas radicales cortaron carreteras y acamparon frente a cuarteles de todo el país pidiendo una intervención militar.

El 8 de enero, una semana después de la investidura de Lula, miles de bolsonaristas invadieron y saquearon los edificios de la Presidencia, del Congreso y de la Corte Suprema en Brasilia. 

El ultraderechista enfrenta más de una decena de otros procesos administrativos en el tribunal electoral y es objeto de cinco investigaciones en la Corte Suprema, con penas susceptibles de prisión.