INTERNACIONAL
EN AGOSTO SE RETOMA EL DEBATE

La reforma jubilatoria de Bolsonaro, en manos de la ‘vieja política’

El proyecto avanza en el Congreso pese a la escasa articulación política del presidente. Los legisladores son quienes protagonizan las presiones y el lobby. El dilema oficial: cuánto ajuste ceder a cambio de apoyos.

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Desconectado. Al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se le cuestiona su falta de diálogo con los grupos parlamentarios que votarán el proyecto. | ap

Sin que Jair Bolsonaro haya hecho demasiado para lograrlo, el proyecto de reforma jubilatoria del gobierno brasileño avanza en el Congreso. La Cámara de Diputados convalidó a última hora del viernes los cambios introducidos al texto base que había aprobado el miércoles. Aún faltan tres rondas de votaciones: otra en Diputados y dos más en el Senado. A esta altura parece que la suerte de la reforma dependerá más de la dinámica propia del Legislativo que de la capacidad de articulación política presidencial, cuya flaqueza señalan propios y ajenos.

“No tener al gobierno organizado entorpece mucho”, volvió a quejarse esta semana el presidente de Diputados, Rodrigo Maia (DEM-RJ), quien destacó en cambio el protagonismo de los diputados en el trámite del proyecto. Maia integra la coalición de gobierno, pero tiene un trato cada vez más distante con el bolsonarismo, al que adjudica incapacidad para interactuar en forma productiva con el Congreso, territorio por excelencia de las mañas de la “vieja política”, como le gusta llamar a la clase dirigencial a Bolsonaro (pese a que él mismo fue diputado durante casi treinta años). Cercano al ex presidente Michel Temer, Maia es un exponente legislativo de esa vieja dirigencia denostada por la comunicación presidencial. Lo cual no impide que hoy sea el principal artífice de las negociaciones por la reforma jubilatoria.

La reforma jubilatoria desnuda los límites de Bolsonaro

Carencia. “La articulación política de Bolsonaro es muy escasa, no solo con el Congreso sino incluso dentro del propio gobierno −dijo a PERFIL el politólogo brasileño Octavio Amorim Neto, investigador de la Fundación Getúlio Vargas−. Aunque Bolsonaro tenga capacidad de movilizar a un buen número de manifestantes, es importante registrar que aún no se sabe cuál es el tamaño real del núcleo duro del bolsonarismo”.

Esa condición presidencial implica que el destino de la reforma jubilatoria, piedra angular del proyecto económico oficial, esté más atado a la lógica de la rosca legislativa que a la voluntad política de Planalto. La presión es grande: el déficit previsional −que alcanzó en 2018 el récord histórico de 77 mil millones de dólares, más del 4% del PBI− obsesiona al establishment brasileño. Brasil lleva cinco años consecutivos con déficit primario en un contexto recesivo o de magro crecimiento, mientras el impacto fiscal de la previsión social aumenta.

Diputados confirmó el viernes los cambios hechos al texto presentado por el gobierno. Después de haber aprobado el texto base, los legisladores se abocaron a la votación en particular de aspectos específicos del proyecto. Es allí donde se juega la forma final que adoptará la reforma: los votos se negocian a cambio de privilegios o excepciones para ciertos grupos en el nuevo esquema previsional. El viernes, por ejemplo, se introdujeron mejores condiciones jubilatorias para los docentes y los policías, representados en el Congreso por la llamada “bancada de la bala”.

Economía, inseguridad y reforma previsional, los retos de Bolsonaro

Se prevé que la reforma sufrirá una progresiva “deshidratación” en el ahorro fiscal proyectado a medida que avance en el Parlamento. El ministro de Economía, Paulo Guedes, había fijado como meta un ahorro de un billón de reales (270 mil millones de dólares) en diez años. La prensa brasileña estimaba ayer que, en el primer turno de votación, ya se perdieron unos 18 mil millones de dólares.

Pese a que el gobierno pretendía volver a votar ayer mismo, la segunda ronda en la Cámara de Diputados finalmente tendrá lugar el 6 de agosto, luego del receso parlamentario y antes de que el proyecto pase al Senado.

Esa demora es otro síntoma de lo poco aceitado que está el vínculo entre Planalto y el Congreso. En opinión de la politóloga brasileña Ximena Simpson, profesora e investigadora de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), “la incapacidad de Bolsonaro para articular con el Congreso se debe a la falta de una agenda programática y consensuada entre los principales actores que lo apoyaron en la campaña: cada sector de la débil coalición de gobierno parece tener un proyecto propio de reformas e incluso de país”.

Según Simpson, a eso se suma “una infantil dicotomía entre la vieja y la nueva política” por la que Bolsonaro desprecia los mecanismos de negociación congresual entre votos y cargos, o votos y recursos (enmiendas individuales) a los parlamentarios previstas en la Constitución, lo que le valió una pelea sin esfuerzo con los presidentes de la Cámara y del Senado: una cuestión no menor en Brasil”.

¿Whatsapp quiere censurarlo?

Jair Bolsonaro criticó ayer la restricción de reenvío de mensajes a través de WhatsApp, en vigor desde enero, por considerarla una forma de censura dirigida por la aplicación contra él. “Una manera de cercenarme ha sido disminuir el alcance del WhatsApp”, afirmó Bolsonaro en redes sociales. Es censura. Tenemos que combatirlo”, agregó. En las elecciones de 2018  que lo llevaron a la presidencia de Brasil las redes sociales fueron un elemento clave dentro de la estrategia de campaña de Bolsonaro, en particular el reenvío de mensajes. Además, el presidente explicó que apenas lee la prensa porque, de lo contrario, empezaría “envenenado” cada jornada ya que  “independientemente de lo que haga, me van a criticar”. Y admitió “hay mucha gente más competente que yo, más preparada que yo, pero  ustedes tenían que elegir a alguien”.