Tras varios meses de estar en el centro de la crítica y distintos achaques físicos, el rey Juan Carlos de España comenzó el pasado miércoles sus "vacaciones oficiales" de verano en Palma, Islas Baleares.
El monarca llegó solo desde Madrid, porque ni el descanso veraniego logró apaciguar los ánimos encontrados que reinan en su familia desde que estallara el "Caso Urdangarín" y (en abril) él mismo protagonizada un accidentado y problemático safari de caza en Botswana.
Los esfuerzos de la reina Sofía por reunir a sus hijos y nietos bajo el sol mallorquín -donde desde hace años vivieron los momentos más felices de la intimidad familiar- fueron realmente en vano. Su viaje, en solitario, comenzó a finales de julio, logrando reunir a seis de sus nietos, los hijos de las infantas Elena y Cristina. Pese a lo que se sospechó, Cristina de Borbón y su marido, Iñaki Urdangarín, no volaron a Palma y se cree que en estos momentos están disfrutando de un crucero, lejos de los paparazzi.
Desde que Urdangarín quedara imputado por malversación de fondos públicos y vetado en las actividades de la Casa Real, el palacio real se convirtió en un polvorín para las relaciones entre los miembros de la Familia Real, porque la última vez que el rey y el príncipe se encontraron con Urdangarín la tensión fue máxima, y al parecer el heredero tuvo palabras muy duras contra el proceder de su cuñado. Desde entonces su relación con él se interrumpió.
En el caso del rey, no desea ver a Urdangarín, y los príncipe Felipe y Letizia mantienen desde hace tiempo una relación tensa con Cristina e Iñaki debido a las presuntas críticas malintencionadas que éstos últimos vertieron en público sobre Letizia Ortiz. Por último, queda el escandalosos suceso del rey Juan Carlos en África, donde se quebró la cadera mientras pasaba unos días de relax y cacerías con amigos, entre ellos la alemana Corinna Larsen, su amiga íntima desde hace años. Porque si el accidente africano llenó de vergüenza a los españoles, más aún a la reina Sofía (esposa) y Felipe (heredero de una monarquía que parecía venirse a pique).
Visto el panorama, no es de extrañar que la reina haya pasado largos días de soledad a orillas del mar, que sus hijas y nietos la hayan visitado fugazmente y que los príncipes de Asturias hayan retrasado su llegada a Mallorca tanto como el propio rey. Apenas llegar, el miércoles, el rey presidió una cena que se ofrece tradicionalmente a las autoridades gubernamentales de las Islas Baleares y en la que estuvieron Felipe y Letizia. También estuvo presente la reina, que era retratada por primera vez en cuatro meses junto a su esposo.
El jueves, el rey volvió a quedarse solo, esta vez en Palma, desde donde la reina Sofía y los príncipes Felipe y Letizia viajaron a Londres, para presenciar las últimas competiciones de los Juegos Olímpicos en las que participan atletas españoles. La norma este año en el Palacio de Marivent (residencia veraniega en Palma) es la austeridad y el perfil bajo, factores muy necesarios en una familia que, muy a su pesar, estuvo ya demasiado tiempo en el ojo del huracán.
(*) Especial para Perfil.com