Desde Paris
Los cuatro atentados perpetrados ayer en Túnez, Kuwait, Francia y Somalia confirmaron –si hacía falta– que el “nuevo terrorismo islámico” plantea un desafío inédito a las agencias de inteligencia occidentales, incluso de los países árabes: estos lobos solitarios en general se radicalizan solos frente a sus computadoras, navegando por los sitios de adoctrinamiento que pilotean el Estado Islámico (EI), Al Qaeda o predicadores iluminados diseminados en todo el mundo árabe.
Los últimos tres atentados en Francia revelaron que actuaban por iniciativa propia o formaban parte de una célula ínfima sin contactos con una organización estructurada. Por lo tanto, son casi indetectables y, cuando caen, no arrastran al resto de la red operativa.
El único punto en común es que se inspiran en las instrucciones generales impartidas por los grupos terroristas globales a través de internet.
Consigna. La consigna difundida por EI en septiembre de 2014 a los yihadistas de todo el mundo incitaba a matar “del modo que sea” a estadounidenses y europeos, y particularmente a franceses.
“Si no consiguen hallar una bomba o municiones, aíslen al norteamericano o al francés infiel. Aplástenle la cabeza a piedrazos, acuchíllenlo, arróllenlo con un automóvil, tírenlo al vacío, asfíxienlo o envenénenlo”, declaró por internet el portavoz del grupo radical, Abu Mohamed al Adnani.
La mayor inquietud se concentra en Francia, que se ha convertido en el enemigo número uno de esos grupos por sus intervenciones militares en Africa y en Siria e Irak.
A pesar de la reciente incorporación de 2.700 personas, los servicios de inteligencia franceses son incapaces de responder al “efecto de masa” que representan 15 mil musulmanes radicalizados y un núcleo duro de 3 mil activistas potencialmente capaces de pasar a la acción y que operan en forma aislada. Los expertos afirman que vigilar a un individuo durante las 24 horas del día requiere la movilización de veinte personas por cada sospechoso.
Aunque están fichados por los organismos de seguridad, algunos han pasado hasta cinco años inactivos y sin despertar sospechas sobre su radicalización. Cuando operan en red, aprendieron a no utilizar teléfonos y a evitar los contactos.
“Mejoraron las técnicas de “tabicado” empleadas por el Frente Nacional de Liberación (FNL) en la guerra de Argelia, comprendieron el riesgo de las comunicaciones electrónicas y están sacando el máximo provecho a internet”, sintetizó el experto en terrorismo internacional Jean-Charles Brisard.
En esas condiciones, resulta casi imposible anticipar un atentado urdido por un lobo solitario o una pequeña red. La situación se complica por la escalada competitiva entre grupos yihadistas rivales y –al mismo tiempo– por la auténtica guerra civil que libran en los últimos tiempos sunitas y chiítas dentro del mundo islámico.
En ese contacto, los expertos creen que el peligro que representa el “nuevo terrorismo islámico” recién comienza y que esta guerra durará varios años, acaso décadas.