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ante las amenazas de ei

Los ‘halcones’ de la Santa Sede presionan al Papa por el islam

Después de una semana de ejercicios espirituales, Bergoglio regresó al Vaticano, donde los conservadores le piden más firmeza ante el avance del yihadismo. Galería de fotos

Sonrisa. Viajó con los cardenales y compartió con ellos las jornadas de oración, como uno más, sentado en la tercera fila. Nunca antes un pontífice había llevado a la curia romana para rezar juntos du
| AP / AFP

Desde Ciudad del Vaticano.

Después de una semana “recargando las pilas” en ejercicios espirituales en las afueras de Roma, Francisco regresó ayer al Vaticano para enfrentar un período que promete ser muy intenso. La última semana la pasó en Ariccia, adonde llevó a la curia a participar de unos ejercicios espirituales con él, algo insólito que habla mucho del nuevo clima que está construyendo en la Santa Sede. Los ejercicios fueron organizados por el argentino Diego Fares. En Ariccia, el Papa se sentó en tercera fila, como uno más, algo también impensable hasta su llegada al trono de Pedro.

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Los halcones. Francisco necesitará energía. Deberá contener la ola de presiones de los conservadores, que cada vez más abiertamente dicen que, con el yihadismo “a las puertas de Roma”, haría falta un papa con posiciones teológicas y políticas como Ratzinger. A ese lobby intelectual no le gusta el ecumenismo de Francisco, y reivindica la dureza de la célebre “lección magistral” sobre “la fe y la razón” del entonces papa Benedicto XVI en la Universidad de Regensburg, en Alemania, en 2006, cuando, citando a un emperador bizantino, afirmó: “Muéstrenme aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarán solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicada”. Los “halcones”, no tienen dudas. Con Estado Islámico degollando a cristianos a orillas del Mediterráneo, Ratzinger tenía razón: no se puede extender la mano a los yihadistas.

Es en este clima que florecen las criticas al supuesto relativismo del Papa, frente a la doctrina severa de su predecesor. El multiculturalismo de Francisco, su apertura a las culturas diferentes de la católica, son considerados peligrosos en tiempos de amenaza de “guerra santa”. Su frase sobre “la necesidad de respetar todas las religiones”, de no reírse de ellas, pronunciada después de los atentados de París, sumó leña al fuego.

Otro desafío para el Papa es la protesta de los obispos alemanes. En una rueda de prensa, el presidente de la Conferencia episcopal alemana, el cardenal de Munich, Reinhard Marx, dijo que la Iglesia alemana “no es una filial de Roma. No pueden prescribirnos lo que tenemos que hacer en casa”. Marx es considerado uno de los cardenales más cercanos al Papa, miembro del grupo del C9, el Consejo convocado por Francisco para estudiar una reforma de la curia. La causa de conflicto es el sínodo ordinario de octubre sobre la familia, que tendrá que dar respuesta a temas éticos muy complicados para la pastoral familiar: desde la eucaristía a los divorciados que se casaron de vuelta, a las parejas no casadas y a las parejas gay. El sínodo fue convocado por Francisco para animar a los obispos a actitudes más suaves en los temas morales que tienen a que ver con la libertad individual, y esto no le gustó a toda la Iglesia.

Más allá de los conflictos, el Papa tiene con qué consolarse. Es cada vez más evidente que ha llevado nuevamente al Vaticano al epicentro de la política mundial. Su mediación entre Cuba y Estados Unidos es considerada una obra de arte diplomática. En los pasillos vaticanos se susurra que algo igualmente sorprendente se estaría preparando, en diálogos secretos, entre la Santa sede y Pekín. Un símbolo: la semana pasada, Angela Merkel vino a visitarlo para discutir con él la crisis de Ucrania y otros temas apremiantes y ni se molestó en saludar al premier italiano, Matteo Renzi.

Pícaros napolitanos detrás de una visita papal

Napoli espera miles de peregrinos el 21 de marzo, cuando Francisco visite la ciudad, lo que despertó el interés de los “vivos”, que pensaron en cómo sacar provecho de tanta expectativa. Un párroco napolitano, Vincenzo Sibilio, acaba de avisar que hay gente que trata de estafar a los fieles ansiosos por ver de cerca a Francisco. Se están vendiendo entradas, por supuesto falsas, con número de asiento como las de un cine. Las más caras se ofrecen como si correspondieran a butacas junto al pasillo por donde caminará el Papa, con la posibilidad de tocarlo. “Los estafadores piden una oferta libre pero recomiendan que sea muy consistente. A cambio del dinero dan entradas falsas”, cuenta asombrado Sibilio. Para alertar a los peregrinos, el párroco ha pegado en las paredes de los alrededores de la iglesia unos avisos para los turistas: “¡Cuidado, estafan!” “No quiero que un evento tan esperado sea una ocasión de especulación, no quiero que gente sin escrúpulos me manche este día sagrado” dijo el cura.