La suerte final de Dilma Rousseff la decidirán los 81 senadores que integran la Cámara alta. Según los sondeos de Folha de S. Paulo, cincuenta de ellos votarían a favor del impeach-ment, mientras que veinte aún manifiestan su lealtad a la mandataria y diez se declaran indecisos. En las bancas hay rostros conocidos para la opinión pública. El ex astro del fútbol Romario, los ex candidatos a presidente Aécio Neves y José Serra, y el último mandatario que fue sometido a un juicio político, Fernando Collor de Melo, son algunos de los “cruciales” y “célebres” senadores que pueden salvar a Dilma o concederle un último viaje en helicóptero. El ex jugador de Barcelona integra la Comisión de Juicio Político, que se reunirá por primera vez mañana, debatirá durante diez sesiones y luego enviará un dictamen al recinto. El 17 de mayo podrían apartar del poder a la presidenta por 180 días, período en el cual podrá ejercer su defensa. Luego, llegará la madre de todas las votaciones: con dos tercios podrían destituirla. “Tendré la oportunidad de votar ‘sí’ al final de este gobierno corrupto”, escribió el Chapulín en su cuenta de Facebook. “Un proceso de destitución es doloroso para el país, pero es un mecanismo legal proporcionado por nuestra Constitución. Es como la medicina amarga que receta el médico, no nos gusta pero sabemos que es para curar nuestra enfermedad”, agregó el senador del Partido Socialista Brasileño (PSB), el más votado en las últimas elecciones en Río de Janeiro. Su decisión fue criticada, ya que al inicio del proceso se había manifestado en contra. Como en el fútbol, Romario gambeteó a sus detractores argumentando que “la política es dinámica”. Neves y Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), también votarán a favor de la destitución. Ambos fueron derrotados en las dos últimas elecciones por Rousseff y ahora se cobrarán venganza, un plato que en Brasil también se sirve frío. Serra sonó como probable ministro de Salud del vicepresidente Michel Temer, mientras que Neves descartó participar en un gobierno de transición, apuntando a las elecciones presidenciales de 2018. Fernando Collor de Melo aún no explicitó si votará contra Dilma. Si lo hace, el senador, investigado por la Justicia en el Lava Jato, sentirá cómo es estar de los dos lados del mostrador: de ex mandatario sometido a juicio político en 1992 pasaría a verdugo de la jefa de Estado.
