La canciller Angela Merkel pidió con entusiasmo ayer, en su último mitin como canciller, que los alemanes voten por Armin Laschet, muy igualado en intenciones de voto con el socialdemócrata Olaf Scholz, lo que torna impredecible el resultado de las legislativas de hoy.
Pese a haberse mantenido al margen de la campaña, en los últimos días Merkel ha dejado de lado el pudor y quiere que la unión conservadora CDU-CSU logre la victoria. Una derrota ensombrecería en parte su legado. Todavía muy popular entre el electorado tras cuatro mandatos en los que se ha erigido como figura clave en la política internacional, Merkel es la primera canciller saliente desde 1949 que no se presenta a la reelección.
“Se trata de su futuro, el futuro de sus hijos y el futuro de sus padres y solo cada cuatro años tienen la oportunidad de decidir a nivel federal quién debe dar forma a ese futuro para ustedes en Berlín”, manifestó la canciller en un discurso en Aquisgrán, junto al candidato democristiano.
Laschet, de 60 años, bastante impopular y conocido por sus pasos en falso, “aprendió política desde cero y dirige este estado de Renania del Norte-Westfalia próspero”, elogió Merkel, describiendo al candidato como alguien capaz de “tender puentes entre la gente” y aceptar sus “diferencias”.
El candidato conservador también pasó al ataque y mencionó los peligros de un giro a la izquierda con Olaf Scholz, de 63 años, el moderado líder del socialdemócrata SPD y ministro de Finanzas de Merkel desde 2018.
Pese a que el centro-derecha siempre ha tenido más del 30% de los votos en las elecciones alemanes y cinco de los ocho cancilleres desde la Segunda Guerra Mundial han pertenecido a esta tendencia política, en estas legislativas podría tener el peor resultado electoral de su historia.
Y usar a Merkel como baza para ganar puntos, podría tener un efecto indeseado para los conservadores, dice el analista político Oskar Niedermayer, de la Free University de Berlín. “Merkel aún es la política más querida, pero las apariciones conjuntas pueden resultar ser un problema para Laschet porque la gente los va a comparar”, indicó.
El viernes, Merkel apeló al electorado de mayor edad, predominante en Alemania, al que pidió mantener a sus conservadores en el poder en aras de la estabilidad. “Para que Alemania siga estable, Armin Laschet debe convertirse en el canciller federal y la CDU y CSU deben ser la fuerza principal”, afirmó.
Un nuevo inicio. En el otro extremo del país, Scholz se reunió ayer con votantes para mantener “diálogos sobre el futuro” en su feudo de Potsdam, cerca de Berlín. Después de haber proyecto ser el mejor candidato para asegurar la “continuidad” tras la era Merkel, defendió la necesidad de un “cambio de gobierno” y un “nuevo comienzo para Alemania”.
Con su talante talante serio -o aburrido, según sus detractores-, Scholz prometió un aumento del salario mínimo y tuvo un guiño para los numerosos jóvenes que se manifestaron el viernes para reclamar acciones concretas contra el cambio climático, afirmando que tienen derecho a “meter el dedo en la llaga”
Frente a Laschet y Scholz, los verdes alemanes, que en un principio fueron considerados una baza importante, sobre todo después de las inundaciones de julio, no han logrado imponerse en la campaña.
Los sondeos dan a su líder, Annalena Baerbock, un 15% de los votos, en tercera posición, por delante del partido liberal FDP, con 11%. Sin embargo, el partido ecologista podría tener un papel clave en la futura coalición, cuya formación se anuncia compleja, dependiendo a qué partido decida apoyar.
En las últimas elecciones de 2017, los partidos alemanes necesitaron cinco meses para pactar una coalición y poner a andar el nuevo gobierno.