Cinco días de gira por África le permitieron a Lula da Silva ser protagonista en dos cumbres claves: la de la Liga Árabe en El Cairo y la de la Unión Africana en Addis Abeba. En ellas, estuvo presente, en todo momento, la guerra deflagrada por Israel contra los palestinos de la Franja de Gaza. “La solución de esta crisis solo será duradera si avanzamos rápidamente a la creación de un estado palestino libre y soberano, que sea reconocido como miembro pleno de las Naciones Unidas”.
Durante su visita a Egipto, mantuvo una reunión con el primer ministro de la Autoridad Palestina, Mohammad Shtayyeh, a quién le expresó la solidaridad con su pueblo. El premier palestino reveló que la situación en la Franja es mucho peor que la publicada en los diarios internacionales. Hay 30.000 muertos, señaló, más 70.000 heridos y 9.000 personas que están desaparecidas bajo de los escombros de edificios destruidos durante los bombardeos.
Fue sin embargo otra declaración de Lula da Silva, en una conferencia de hoy en la capital de Etiopía, la que causó una herida sangrante con Israel. Poco antes de embarcar para Brasil, Lula le dijo a los periodistas: “Lo que está sucediendo en Gaza, no ocurrió en ningún otro momento histórico; salvo, cuando Hitler resolvió matar a los judíos”. En su visión, lo que está en juego “no es una guerra entre soldados de un lado y del otro; es una guerra en un Ejército altamente preparado (el israelí) contra mujeres y niños palestinos. Esto no es una guerra sino un genocidio”.
Israel le respondió a Lula: "La comparación de Israel con el Holocausto y Hitler sobrepasa la línea roja"
El gobierno de Bejamin Netanyahu encontró el momento perfecto para hacer resonar sus palabras desafiantes: “Trivializar el holocausto es una tentativa de perjudicar al pueblo judío y el derecho de Israel de defenderse” replicó el primer ministro israelí; para luego concluir: “La comparación de Israel con el Holocausto y Hitler sobrepasa la línea roja”. A partir de ese enfrentamiento diplomático, Tel Aviv decidió convocar a su embajador en Brasil, lo que representa una suerte de alerta por una eventual fractura de las relaciones mutuas. El canciller judío Israel Katz no perdió la oportunidad de lanzar su propia filípica contra el jefe de Estado brasileño: “Nadie va a perjudicar el derecho de Israel a defenderse. Ordené que se convocara al embajador para una reunión de reprimenda”. Para contrapesar aún más al líder brasileño, calificó el discurso de “comentarios vergonzosos y graves”.
Desde luego, esta colisión entre Israel y Brasil tuvo apoyos y desacuerdos dentro del país sudamericano. “Lula habló como un líder global. Su voz tiene peso y contribuye a denunciar la masacre de 30.000 palestinos” defendió la diputado Jandira Feghali (PCdoB). El congresista de otro partido aliado al gobierno, el PSOL, sostuvo que fue “una declaración corajuda”. Es que según el ala izquierda de la coalición oficialista, “Brasil precisa romper más que nunca relaciones diplomáticas con Israel”. Obviamente, la diplomacia de Itamaraty de ninguna manera apuesta a llegar a ese extremo; pero nadie olvida en territorio brasileño el apoyo, indirecto y directo, que Israel le dio a Jair Bolsonaro, durante su presidencia. No por casualidad, en las manifestaciones que precedieron a su elección, se veía una multitud de brasileños que alzaban banderas judías.
Entre los parlamentarios bolsonaristas, las declaraciones del presidente Lula fueron una oportunidad para volcar su cólera contra él. Uno de ellos llegó a sugerir que el jefe de Estado sufría de “deterioro senil”.
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Las entidades judaicas salieron en sintonía a cuestionar las posiciones del gobernante. “Está cada vez más extremista, tendencioso y disociado de la realidad”, dijo la Federación Israelita de San Pablo. “Es una maldad sin fin, comparar la legítima defensa del Estado de Israel contra un grupo terrorista que no mide esfuerzos para asesinar judíos, con la industria de muerte de Hitler”.
EG / ED
