El 1 de enero del 2023 Luiz Inácio Lula da Silva juró como presidente de Brasil por tercera vez en la historia. Inmediatamente invistió a sus ministros para que comiencen a trabajar para "reconstruir" al país tras la gestión de Jair Bolsonaro, tanto en el frente interno como en el externo.
Desde que asumió el pasado domingo, Lula tomó una serie de medidas. En primer lugar le tomó juramento a su gabinete, compuesto por 37 ministros, 14 más que bajo el gobierno anterior, y con un récord de 11 mujeres. Y, como había prometido, luego firmó varios decretos para revertir las medidas tomadas por su predecesor, como aquellas que facilitaban el acceso a las armas, y para reforzar las instituciones medioambientales en la Amazonía.
Con respecto a lo que se viene, "las expectativas son altas" especialmente en referencia a la situación social marcada por elevados índices de pobreza e indigencia, en lo que fue uno de los ejes de la campaña de Lula. Así lo explicó el analista político y especialista en Brasil, Pascal Drouhaud.
"La prioridad es reconstruir la unidad brasileña"
"Este será un hilo conductor, dado que la principal prioridad del nuevo Presidente es reconstruir la unidad brasileña", explicó el experto a la agencia RFI, que destacó la doble vía que implica este desafío para el tercer período presidencial de Lula da Silva.
"La unidad en el frente interno implica hacer frente a las desigualdades en particular, e intentar recuperar lo que se ha destruido en los últimos cuatro años, ya sea en materia de cultura, salud o medio ambiente. Pero también, en el frente exterior, es decir, reintegrando a Brasil, la primera economía latinoamericana del mundo", indicó Drouhaud.
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Si bien Lula es conocido por su experiencia política, tras haber dirigido al país entre 2003 y 2010, el autor del "milagro económico" brasileño regresó al Palacio de Planalto en el marco de un contexto internacional adverso, además de que "los tiempos cambiaron" a nivel interno en Brasil, donde se consolidó la derecha en gran parte de los estados y en el Congreso tras el paso de Bolsonaro.
"Es evidente que los tiempos han cambiado. Fue presidente durante dos mandatos en los que experimentó un crecimiento sostenido. Por un lado, el mundo no era el mismo que hoy. Y tenía aliados y mayorías que ya no tiene", indicó el especialista.
No obstante, destacó que a pesar de la coyuntura Lula "es un símbolo" en la actualidad, que puede ayudar a sacar adelante al gigante sudamericano. "Es un símbolo, es una experiencia y eso es por lo que apuesta. Confía en la fuerza de este simbolismo para conseguir mover las líneas. Y para ello puede contar con algunos aliados, en particular su vicepresidente, Geraldo Alckmin, a quien vimos mucho durante la investidura".
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Brasil polarizado
Por su parte, Alckmin del histórico Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), sirve de garantía centrista para el nuevo presidente del Partido de los Trabajadores, una variable importante considerando la fuerte polarización social que quedó demostrada en el balotaje del 30 octubre que dieron por ganador a Lula frente a mandatario que buscaba la reelección por un estrecho margen (50,90% de los votos versus 49,10%).
En tanto, la victoria ajustada y las elecciones presidenciales mostraron en efecto un país muy dividido. Este es otro de los desafíos que tendrá Lula en cuanto a la gobernabilidad, considerando que la composición del Congreso y los estados en manos de una mayoría conservadora. "Lula tendrá que lidiar con eso", consignó Drouhaud.
Jair Bolsonaro se despidió llorando
Asimismo, agregó que durante el discurso de investidura de Lula, "las acusaciones contra Jair Bolsonaro fueron muy fuertes. Recordó que había agotado los recursos sanitarios, desmantelado la educación y la cultura en particular". Por lo tanto, el nuevo presidente ahora "puede tratar de maniobrar, discutir mucho mas allá de su campo. En cualquier caso, eso es en lo que va a trabajar durante los próximos cuatro años".
Tras días de incertidumbre y una escalada de violencia, finalmente la ceremonia de investidura presidencial se desarrolló en calma a pesar del temor a incidentes provocados por los fanáticos bolsonaristas. "No subestimemos la experiencia de Lula, su inteligencia política y su sentido de la maniobra, y esa voluntad de apelar por fin al orgullo nacional para restaurar la posición de Brasil en América Latina y en el mundo, y poder servir de ‘modelo’, como él mismo dijo. Además, acudieron 53 delegaciones extranjeras, jefes de estado de África, pero también de América Latina, el presidente argentino, el vicepresidente de El Salvador, por ejemplo", concluyó el politólogo.
Fuente: RFI.
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