El banco central de Brasil tardará más en recortar su tasa de interés de referencia desde el nivel actual del 13,75%, según una encuesta a economistas, que estiman además que las expectativas de inflación se deteriorarán aún más durante los primeros años del Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La tasa de referencia Selic alcanzará el 12,25% en diciembre, frente a una estimación anterior del 12%, según una encuesta semanal del banco central publicada el lunes. La primera encuesta publicada tras la toma de posesión de Lula trajo consigo una nueva ronda de revisiones al alza de las estimaciones de inflación: ahora se prevé que los precios al consumidor aumenten un 5,31% este año, un 3,65% en 2024 y un 3,25% en 2025, todos por encima de la meta.
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Los responsables de la política monetaria, encabezados por Roberto Campos Neto, vigilan “de cerca” las reformas que puedan repercutir en las perspectivas fiscales de Brasil. Han advertido contra una expansión del crédito subvencionado y una reversión de la reforma laboral, afirmando que ambas medidas podrían “reducir” la potencia de su ciclo de endurecimiento. Tras sumar 11,75 puntos porcentuales a los costos de endeudamiento, los banqueros centrales ahora han mantenido las tasas estables en el 13,75%, su nivel más alto en seis años.
Lula asumió el cargo el domingo prometiendo inclusión económica y prosperidad impulsadas por empresas estatales y bancos públicos. Se espera que este año ponga en marcha un plan de gasto de 169.000 millones de reales (US$32.100 millones) que probablemente impulsará la inflación con mayores ayudas para los pobres y aumentos del salario mínimo. Las exenciones fiscales al combustible, que contribuyeron a bajar los precios el año pasado, se extenderán por 60 días.
El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, declaró en una entrevista al diario local O Globo que en abril podría discutirse una nueva norma fiscal que sustituya la antigua ley de límite de gasto. También prometió “armonizar” las políticas monetaria y fiscal, en un discurso que los inversionistas interpretaron como más responsable desde el punto de vista fiscal.