Ayer fue día de intensas movilizaciones en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia, Belo Horizonte y otras capitales del país. Miles de manifestantes asistieron a la lectura de la Carta, firmada por más de un millón de ciudadanos, que rechaza “los ataques infundados y sin pruebas, a la transparencia del proceso electoral y al estado democrático de derecho, tan duramente conquistado por la sociedad brasileña”. No menciona al actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro, y tampoco a los militares que pueblan su gobierno, pero es muy claro que el mensaje se dirige a ellos.
Entre quienes pusieron su sello, hay nombres fuertes del poder económico local: Ceos de bancos como Itaú y Bradesco, los dos mayores; dueños de grandes marcas, industriales y financistas. Pero también figuran juristas, profesores, sindicalistas, artistas y estudiantes. Entre los organizadores de la iniciativa se destacan Arminio Fraga, economista, quien fue titular del Banco Central durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso; Oscar Vilhena, profesor de Derecho de la Fundación Getulio Vargas; la reconocida politóloga María Herminia Tavares, y Neca Setúbal (una de las herederas del Itaú)
Como señaló la especialista Eliane Cantanhede, en su columna del diario Estado, “el movimiento de este 11 de agosto de 2022 puso de relieve la resistencia de la sociedad civil a las amenazas contra las instituciones, las elecciones y las urnas electrónicas, proferidas por el presidente Jair Bolsonaro, sus hijos y sus seguidores”. Y concluyó: “La Corte Suprema, el Tribunal Superior Electoral y los medios, no están solos” en su embate contra las pendencias bolsonaristas.
Quienes asistieron a las marchas de ayer no ocultaban la emoción. No se había visto este nivel de unidad entre sectores tan diversos desde 1983-1985, cuando las calles del país se vieron recorridas por largas columnas ciudadanas que pedían “elecciones directas ya”. De hecho, un Colegio Electoral erigió a Tancredo Neves en 1985, un político respetado que murió antes de asumir. Lo habría de reemplazar su vice, José Sarney.
No se había visto este nivel de unidad entre sectores tan diversos desde 1983-1985
Los manifestantes que coparon la clásica Avenida Paulista, se desgañitaban a los gritos de “Fuera Bolsonaro”. Semejante combatividad no quita, sin embargo, los temores de aquellos que pusieron en marcha el movimiento de defensa del sistema democrático. Piensan que el presidente Jair Bolsonaro no desistirá de sus intentos de desconocer los resultados de los comicios, en caso en que estos le sean adversos. También hay recelos por cómo serán los festejos del 7 de septiembre, por el Día de la Independencia del país, que el año pasado se destacó por tener tanques en las calles de Brasilia, como un indicio de intenciones “golpista”. El gran interrogante es la capacidad de maniobra real del clan Bolsonaro y los generales que lo rodean en el gobierno ante un eventual fracaso. Enfrente tienen no solo personalidades sino también instituciones, como la Fiesp (Federación de Industrias del Estado de San Pablo) y la Febraban (Federación Brasileña de Bancos). Y eso dice mucho.
Y además “habla fuerte” la decisión de los movimientos sociales de continuar en las calles por la “batalla en defensa de la democracia”. Raimundo Bomfim, coordinador de un núcleo de organizaciones populares, anticipó: “Preparamos un gran acto para el 10 de septiembre próximo, para contraponernos al 7 de septiembre golpista que impulsan los bolsonaristas”. Los que poblaron la Paulista y calles adyacentes ayer ratificaban que este es “un movimiento sin partidos políticos, que involucra a la ciudadanía a lo largo y ancho del país”. No se trata de “apoliticismo” pero sí “de no partidarismo” insistieron.
*Autora de Brasil 7 días. Desde San Pablo, Brasil.