El presidente Nicolás Maduro se llevó el respaldo regional y los acuerdos para la provisión de alimentos que esperaba obtener en su gira por la Argentina, Uruguay y Brasil. Pero también cargó en su valija las preocupaciones que le manifestaron Cristina Fernández de Kirchner, José “Pepe” Mujica y Dilma Rousseff, ante la crisis política institucional que paraliza a Caracas desde las elecciones del 14 de abril. Tal es así que los mandatarios le pidieron enfocarse en la gestión, dejar las “discusiones retóricas” y bajar el tono del enfrentamiento con la oposición.
El jueves por la noche, al cerrar su viaje en Brasilia, Maduro, que asumirá el 28 de junio la presidencia pro témpore del Mercosur, acusó recibo de los reclamos. “Nosotros gobernamos para quienes nos votaron y para quienes no nos votaron”, sostuvo ante la prensa brasileña.
Lo cierto es que el bloque regional defendió y respaldó al flamante presidente venezolano, pero también le pidió que abra un canal de diálogo con la oposición, que sostiene que hubo fraude en los últimos comicios presidenciales. Si bien CFK, Mujica y Dilma adoptaron una posición distinta a la de los Estados Unidos, que cuestionó públicamente el triunfo del sucesor de Hugo Chávez, también le marcaron la cancha al ex sindicalista, algo impensado en los 14 años de mandato del líder bolivariano.
Según la internacionalista Giovanna De Michele, ex asesora de Maduro durante su etapa como canciller, es normal que los líderes del bloque estén preocupados por la situación política interna venezolana. “El ingreso de Venezuela al Mercosur representa una variable importante en la ecuación comercial que se establecerá entre los países participantes; por lo que sus gobiernos estarán interesados en mantener un clima de estabilidad política y social en Venezuela”, explicó a PERFIL la coordinadora académica de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela.
Buenos Aires, Montevideo y Brasilia repitieron las alabanzas a la relación comercial con Caracas, aunque también le enviaron un fuerte mensaje político.
El primero en hacerlo, y el más explícito, fue Mujica. “Quienes están al mando del gobierno debieran darle un valor secundario a la polémica pública y un valor fenomenal a la gestión y el trabajo concreto. Creo que después de pasar una instancia como la que tuvieron, la cosa más importante es gobernar y enfrentar los problemas más duros que tiene la gente”, disparó.
Por su parte, Cristina también le pidió al heredero de Chávez más “gestión”, aunque lo hizo al criticar a la oposición. “El odio hay que responderlo con amor y con gestión. Si uno se detiene a contestar, se pierde tiempo y energía en las cosas que realmente tenemos que hacer”, dijo en la Casa Rosada.
Rousseff fue más medida. Destacó el vínculo bilateral con Caracas y apuntó que por primera vez un país al norte de Brasil ejercerá la presidencia pro témpore del Mercosur. Sin embargo, la prensa brasileña e internacional destacó la frialdad con la que la mandataria saludó y trató a su par venezolano.
Eso se sumó a las críticas que Marco Aurelio García, asesor para Asuntos Internacionales del Planalto, había deslizado esta semana: “La elección fue muy apretada y debería ser objeto de una reflexión por parte de Maduro y su equipo”.
Los reclamos regionales llegaron en momentos en que la inflación de abril trepó en Venezuela al 4,3%, superando el 0,8% del mismo período de 2012, y ya acumuló un 12,5% en el primer cuatrimestre del año. Los líderes de la Patria Grande ven con preocupación cómo Venezuela no logra salir de la crisis política y económica que estalló tras la muerte de Chávez.