Desde París
Después de décadas de bipolaridad, varios países clave de Europa comienzan a evolucionar aceleradamente hacia un sistema multipartidista. El caso más espectacular es, acaso, España: después de 37 años de alternancia en el poder entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), los nuevos movimiento Podemos (izquierda radical) y Ciudadanos (derecha liberal) amenazan con empujar a las dos fuerzas tradicionales a la oposición. Las encuestas pronostican que en las elecciones de fin de año –aún sin fecha– puede haber un empate técnico entre los cuatro partidos.
Crisis y corrupción. “Extenuada por la crisis, la corrupción y la política profesionalizada, la sociedad se vuelca hacia nuevos partidos para propiciar un cambio de sistema”, dice el politólogo Fernando Vallespin. “No es una crisis. Es un cambio de época”, replica Joan Soubirats, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Otro ejemplo reciente es Francia, donde en la última elección departamental el Frente Nacional (FN) de extrema derecha reafirmó su posición de tercera fuerza con un cuarto del caudal de votos. Por primera vez, el partido que dirige Marine Le Pen logró una implantación local en todos los niveles de la vida nacional.
En los años 70, existía un relativo equilibrio entre socialistas, comunistas, gaullistas y liberales. Pero después que el PS de François Mitterrand fagocitó a los comunistas, el péndulo del sistema había regresado a la bipolaridad propiciada por Charles de Gaulle con la Constitución de 1958 que creó la Quinta República.
En Francia también “hay una profunda decepción con la clase política, tanto de izquierda como de derecha, que parece incapaz de encontrar soluciones a la crisis económica”, afirma el politólogo Pascal Perrineau, autor de Francia al frente.
Hacia la misma dirección se orienta Gran Bretaña, país que tiene más de un siglo y medio de tradición bipartidista. Los sondeos para la elección del 7 de mayo predicen que el UKIP (Partido por la Independencia del Reino Unido) consolidará la posición de tercera fuerza que ganó en las parlamentarias europeas de 2014.
Ese movimiento antieuropeo y xenófobo, liderado por Nigel Farage, espera obtener 13% de los votos y convertirse en árbitro del duelo entre conservadores y laboristas (con 34% de los votos cada uno).
Los liberales demócratas nunca pudieron romper ese duopolio. Después de su última experiencia como aliados del gobierno tory de David Cameron, descendieron de 14 a 8%. Su líder, Nick Clegg, corre incluso peligro de perder su banca en la Cámara de los Comunes.
El mismo panorama se da en los países nórdicos, tradicionalmente dominados por dos partidos. La diferencia está en que las terceras fuerzas que surgen son, por lo general, de extrema derecha. “En el sur, en cambio, la brújula ideológica apunta hacia alternativas de izquierda”, dice Vivien Pertusot, investigador en el IFRI (Instituto Francés de Relaciones Internacionales).
¿España será ingobernable?
Después de las elecciones de fin de año, España puede convertirse en un país ingobernable. La encuesta de marzo del instituto Metroscopia colocaba a cuatro partidos en igualdad técnica de votos: Podemos encabeza los sondeos con 22,5% de los votos, seguido por el PSOE con 20,2%, PP con 18,6% y Ciudadanos con un sorprendente 18,4%.
Si se confirman esos pronósticos, ningún partido tendrá mayoría en el Parlamento y los juegos de alianzas para gobernar pueden prestarse a todo tipo de pactos políticos.