INTERNACIONAL
REPORTAJE Al politico estadounidense del momento

Obama dice que la fortuna de los Clinton debería ser investigada

El senador Barack Obama se convirtió esta semana en el favorito para alzarse con la candidatura demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre en EE.UU., superando a la ex primera dama Hillary Clinton. PERFIL publica en exclusiva para Argentina una entrevista realizada por el periodista de la red de televisión ABC León Harris, en la que Obama se define como el candidato de la gente común, en contra de la “política vieja”.

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—Vamos directo a la cuestión. Como ya sabe, hay un gran interés por esta pugna entre usted y la senadora Hillary Clinton. De hecho, luego del debate que mantuvieron con CNN/”Político” y “Los Angeles Times”, que obtuvo un récord de audiencia, ella lo ha invitado a continuar con los debates y usted los rechazó o los ha detenido. Ahora bien, cuando un candidato se niega a debatir puede ser por dos motivos: o bien creen que ya tienen la carrera ganada o creen que el otro candidato es mejor en ese tipo de situaciones. ¿Cuál es su motivo para no participar de debates con la senadora Clinton?

—No creo que esos sean los únicos motivos por los cuales uno no quiere debatir. Otro motivo puede ser que uno quiere hablar con los votantes cuando se enfrenta a siete elecciones primarias en siete días. Hay que comprender lo que ha ocurrido en estas elecciones, en las que hacemos campaña activa en un estado, y los votantes tienen la oportunidad de conocerme personalmente, ver si no hay nada escondido bajo la alfombra, probar si las ruedas están infladas, cuando no tenemos mucho tiempo. El “supermartes”, por ejemplo, en un gran estado como California, no logramos colmar la demanda. La senadora Clinton termina ganando porque la gente está más familiarizada con ella. De modo que nuestro objetivo es asegurarnos de que podamos hablar directamente con la mayor cantidad de votantes posible. Y cuando uno tiene siete elecciones en siete días, hay que asegurarse de que no se use todo el tiempo preparándose para un debate. Ya tenemos acordados dos debates, sumados al del 18 de enero del que participamos. De modo que me parece que no se puede decir que no hemos tenido suficientes debates. Y el pueblo norteamericano quiere saber directamente de nosotros lo que vamos a hacer en temas críticos como el sistema de salud, temas críticos como asegurarse de que puedan pagar la educación; y eso lo hacemos en conversaciones como la que tuvimos el día de hoy.

—Bueno, no ha habido falta de debates, pero los vimos en un solo debate los dos cara a cara. Y eso parece ser lo que la gente más quiere ver.

—Yo no escucho a la gente reclamando debates. Mire: tenemos dos debates más agendados. Yo creo que lo que la gente quiere ver es el tiempo dedicado a encuentros municipales como el que tuvimos hoy, donde tienen la oportunidad de preguntarme y responderme preguntas directamente.

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—Senador, como usted sabe, hay una creciente población de votantes hispanos en el área de Washington. Y la publicación “Político” de Washington nota una gran disparidad entre el tipo de votos que usted está ganando entre votantes negros y votantes blancos, comparados con los votantes latinos. Les gustaría saber cuál es su plan en relación con esta disparidad. Y, si me permite agregar, ¿cómo explica esta disparidad en primer lugar?

—Nuevamente, creo que es la falta de información. Me parece que con la senadora Clinton, en parte debido a la presidencia de su marido, Bill Clinton, la gente está más familiarizada con la “marca” Clinton. Y el voto en mi favor, entre latinos de mi estado, Illinois, por ejemplo, fue del 75 por ciento, aun cuando había un candidato hispano muy fuerte en la elección. De hecho, ganamos el voto latino en Iowa, donde tuve la oportunidad de trabajar intensamente con la comunidad latina, de contarles acerca de mi experiencia en temas críticos que los preocupan, sea la caída de la oferta de alquileres o una reforma comprensiva a las leyes de inmigración.

—Usted no supone que haya disparidad entre hispanos y afroamericanos.

—Me parece que eso ha sido un mito muy dañino, que afectó el curso de esta campaña. Nuevamente, en mi propio estado, el voto latino fue una parte fundamental de mi coalición. En las grandes campañas en todo el país, grandes campañas, campañas legislativas, se ve a los latinos sosteniendo candidatos afroamericanos. Pero deben saber quiénes son esos candidatos. De modo que lo que vimos el “supermartes” es que me fue mejor con los latinos de Nevada porque tuve más tiempo para hacer campaña. En Arizona, por ejemplo, tuvimos más del 40 por ciento del voto latino y esperamos crecer más si logramos poner más energía y esfuerzo en encontrarnos con esos grupos.

—Vamos a una pregunta acerca de la nominación de políticos. Como usted sabe, esta elección tan pareja puede llegar a ser decidida por gente influyente del partido (los llamados “superdelegados”). Tenemos acá una pregunta bastante capciosa de Rachel McCauffey, de “Político”, desde Collage Park, Maryland. La senadora Clinton acaba de ganar en el estado de Massachusetts. ¿Obligará usted a sus “superdelegados” Ted Kennedy y John Kerry a seguir la voluntad del pueblo y apoyar a la senadora Clinton?

—Bueno, esto es lo que yo considero importante: debemos asegurarnos que quienquiera que gane la mayor cantidad de votos, la mayor cantidad de estados, la mayoría de los delegados, sean los nominados. Creo que sería problemático si tanto la senadora Clinton o yo llegamos con la mayoría de los votos y eso sea modificado de alguna manera por gente influyente del partido. Creo que los “superdelegados” sentirían que la voz de los votantes no fue escuchada. Como usted sabe, ellos están ubicados en la convención en una base de distrito por distrito, de modo que cómo quiere votar cada delegado es un problema de su conciencia. Pero lo que sí sé es que nuestro propósito es ganar la mayor cantidad de “superdelegados” por los votantes, y si lo logramos vamos a reclamar nuestra nominación justamente.

—¿Qué cree que pasará con los delegados de Michigan y de Florida? Usted habla de los votantes pensando que sus votos no serán contados en el proceso. ¿Qué pasa con eso?

—Todo lo que hicimos fue seguir reglas que ya estaban pautadas. Yo amo a los votantes de Michigan y amo a los votantes de Florida, y quiero que participen. Hemos acatado las normas que fueron establecidas por la DNC (el Comité Nacional del Partido Demócrata) y todos los candidatos acordamos obedecer esas normas, de modo que no hicimos campaña allí.

—Sólo para ser malvado: ¿está la senadora Clinton tratando de cambiar las normas en la mitad del partido?

—Lo que yo diría es que no sería justo ubicar delegados basados en una ausencia de campaña. No hicimos campaña en esos estados. De modo que puede haber varios modos de manejar esto: hacer una convención, por ejemplo, en cualquiera de esos estados, que les dé la oportunidad de competir por delegados. Pero quiero dejar esto en claro: la historia no contada de esta campaña ha sido el enorme crecimiento del compromiso en las primarias demócratas en todas partes. Quiero decir, tenemos más demócratas en Carolina del Sur que republicanos en las primarias, lo que es inaudito. En Iowa tenemos gente de menos de 30 años votando junto a personas mayores de 60. Parte de lo que nuestra campaña ha logrado es generar enorme interés en el pueblo americano de tener un gobierno que responda, que trabaje en la mesa de la cocina temas cotidianos, como los que deben enfrentar todos los días, como pagar la educación de los chicos, asegurarse de que tengamos un plan de salud, de que haya trabajo en los Estados Unidos, que el trabajo no se mude al exterior, la crisis del sistema hipotecario que preocupa a la gente... De modo que parte de la razón por la que nos está yendo tan bien no sólo es que nos dirigimos a esos problemas específicos, sino que también decimos: “Debes comprometerte con este proceso si quieres generar una diferencia, si quieres cambiar cómo se hacen las cosas en Washington”.

—Aun así, finalmente, hay una elección entre usted y la senadora Clinton entre los demócratas. Usted dijo hace poco que la senadora Clinton debía publicar su registro de impuestos. Y ha habido algunas notas en los medios acerca de los negocios de Bill Clinton. Suena como que usted tiene algunas preocupaciones específicas acerca de las finanzas de los Clinton. ¿Cuáles son?

—Yo no insistí en que publicaran sus finanzas. Los periodistas me preguntaron qué pensaba de que la senadora Clinton haya puesto 5 millones de dólares en su campaña y dije: “Mire, yo no tengo 5 millones para poner en mi campaña, creo que tiene todo el derecho de gastar su dinero”. Entonces me preguntaron si creía que deberían hacer públicas sus finanzas, y lo que dije fue: “Yo publiqué mi registro de impuestos”. Porque me parece que es apropiado, para quien es candidato a gobernar la oficina más importante de la Tierra, que la gente tenga idea de cómo uno gana dinero. Creo que es un asunto de la senadora Clinton y del ex presidente Clinton si quieren seguirme o no en esto.

—¿Hay más cosas que usted quiera saber acerca de cómo ganan dinero?

—No es asunto de lo que yo quiera saber. Es un asunto acerca de lo que el pueblo norteamericano merece conocer, que es cómo se manejan las finanzas de las personas. Esto ha sido una venerable tradición en la política presidencial, tanto como publicar el historial médico. Es parte de la base mediante la cual el pueblo decide si uno está apto para actuar como presidente.

—Volvamos a la región. Hemos hablado bastante de su tiempo en las calles de Chicago como organizador. Vamos a las calles de Washington DC. Si usted gana, ¿cuál es el simbolismo de ese logro? La gente se pregunta cuál es la diferencia que eso va a provocar en la calle. ¿Puede decir cómo serán afectadas o cambiadas sus vidas en términos prácticos si usted llega a la Casa Blanca?

—Por supuesto. Pero no solamente para los afroamericanos. Es para la gente que está luchando en general. Hablemos de lo que hay que hacer en nuestras escuelas. Hablamos de poner 18 mil millones de dólares en las escuelas primarias, de modo que los chicos se preparen y se acorte la brecha entre los que lo logran y los que no. Pagar mayores salarios a nuestros maestros, darles mayor apoyo y preparación. Asegurarnos de que la educación esté garantizada para superar los estándares. Asegurarse de que los jóvenes que salgan de la educación secundaria puedan pagar la educación universitaria, impulsando un crédito de 4.000 dólares. Asegurarse de que tengamos un Departamento de Justicia que trabaje junto a la Policía, de modo que el sistema de justicia criminal se administre con justicia. Eso es algo en lo que he trabajado como legislador e implementado primeramente en Illinois para prevenir la sospecha racial. Asegurarse de que se reduzcan las penas adjudicadas erróneamente. Asegurarse de que tengamos programas para escuelas de horarios extendidos y programas de escuelas de verano, para sacar a los jóvenes de las calles y asegurarnos de que el negocio de las drogas no sea la única opción para ellos, para ubicarlos en el camino hacia el éxito. Asegurarse de que todo el mundo tenga seguro de salud, incluidos los niños, de modo que no tengamos chicos yendo a las salas de emergencia por enfermedades como el asma. De modo que hay una cantidad de temas que se dirigirán específicamente a las comunidades urbanas, en los que tenemos que trabajar. Pero, como dije antes, si uno va a las comunidades rurales, en áreas como Maine, ve que la gente está atravesando las mismas dificultades. Pero es importante para nosotros unir a la Norteamérica rural y la urbana y centrarnos en un sueño norteamericano y crear un camino hacia el éxito para todos.

—Pero, senador, a lo que queríamos llegar era a que en la capital muchos residentes sienten que los líderes no le están prestando mucha atención a la ciudad. Específicamente para Washington DC, muchos de los problemas que describió abundan aquí a la sombra de la capital.

—Lo primero que haré es movilizarme para que nos aseguremos de darle a Washington la oportunidad de elegir sus propios representantes, de modo que tengan algún poder en el Congreso. Creo que hay que continuar con la agenda que fue impulsada por un republicano, como el representante Davis, tanto como por Eleanor Holmes Norton, para asegurar la representación, lo que generará una gran diferencia. También quiero ocuparme de la situación de falta de hogares en la ciudad de Washington. Creo que es muy hipócrita que tengamos hombres y mujeres, familias en la calle y a la sombra de esta gran capital, que muestra una falta de preocupación, no de la capital sino de Norteamérica, en que dejemos que esto suceda. Y como presidente de los Estados Unidos, me ofendería que algo así ocurra. Es algo a lo que nos vamos a dirigir directamente. Y creo que el intendente Fenty ha mostrado interés en movilizarse en ese sentido. Ambos vamos a colaborar en esto.

—El otro problema es la tasa de infección de VIH/sida. Creo que sabe que Washington tiene la tasa de infección más alta, lo que es vergonzoso. ¿Podría decir algo sobre esto?

—Sí. Creo que es importante que nos focalicemos en los recursos para el HIV/sida en las comunidades donde estamos viendo el mayor crecimiento de las tasas. Esto significa educación y prevención, particularmente en los jóvenes. Significa que debemos implementar medidas drásticas, en el intercambio de agujas, por ejemplo, para asegurarnos que quienes usan drogas no se transmitan la enfermedad entre ellos. Y debemos expandir los programas de tratamiento. Y todo eso va a costar dinero y tiempo. Pero, de nuevo, si pensamos en el costo enorme de la falta de hogares, o en el costo enorme del HIV/sida en el largo plazo, como la gente que visita centros de emergencia, etc., cuanto más invirtamos en prevención, mejor nos va a ir.

—Otro tema que es importante para la gente del distrito es el control de armas. Usted dijo en Idaho, días atrás: “No tengo intención de sacarles las armas a las personas”. Pero también apoya el control de armas en esta ciudad y dijo que es constitucional. ¿Cómo puede reconciliar ambas posiciones?

—Porque creo que tenemos dos tradiciones en conflicto en este país. Creo que es importante que reconozcamos que tenemos una tradición de posesión de armas en general. Y mucha gente, ciudadanos respetuosos de la ley, las usan para cazar, por deporte o para proteger a sus familias. También hay violencia en las calles, que es el resultado de la posesión ilegal de armas. De modo que me parece que no hay nada malo en una comunidad que diga que saquemos las armas de las calles, que rastrearemos más efectivamente cómo llegan esas armas a la calle, a vendedores inescrupulosos, que muchas veces venden a revendedores para romper las vueltas del sistema de chequeo de antecedentes de niños o personas con enfermedades mentales. Creo que el poseedor de armas común y corriente apoyaría estos temas. El problema es que hay una posición, generalmente de la NRA (Asociación del Rifle Americana), que dice que cualquier reglamentación es el inicio de una serie de medidas represivas. Y eso no es lo que quiere el pueblo americano. Podemos tener medidas de control de armas razonables, que respeten la Segunda Enmienda constitucional y la tradición popular.

— Senador, la presidencia no es un trabajo de inspiración. Es un trabajo ejecutivo donde los presidentes deben tomar decisiones duras casi todos los días. Ninguno de ustedes dos tiene experiencia ejecutiva.

—Tampoco el senador McCain.

—Tampoco el senador McCain, es verdad. Lo que me pregunto es: desde que llegó a Washington, ¿cuál es la medida más dura que tuvo que tomar? ¿Qué la hizo tan dura? ¿Y qué nos dice eso de usted como presidente?

—Bueno, hay que tomar decisiones legislativas todo el tiempo. Quiero decir, una muy difícil fue la de votar contra el decreto de apropiaciones para la guerra. He dicho insistentemente que queremos asegurarnos que las tropas tengan el entrenamiento adecuado en la guerra, a pesar de que me opuse a la guerra en el momento en que el presidente decidió aumentar y enviar más tropas. Estaba claro que él no se iba a sentar y negociar algún tipo de estrategia de salida. Tuve que votar contra el financiamiento como para volver a discutir el tema. Fue una decisión difícil para mí. Porque estaba contra mi idea, particularmente luego de visitar Irak y a las tropas que están allí. Uno querría darles una señal fuerte de apoyo. Pero en el tema más general de experiencia ejecutiva, es verdad que la mayor parte de mi experiencia ha sido en el campo legislativo. Es verdad para todos los candidatos que quedan, excepto para el gobernador Huckbee. Pero tenga en cuenta, si mira, por ejemplo, cómo he conducido la campaña, que empecé de cero, y que estaba contra una operación que se fue construyendo en los últimos 20 años, por un ex presidente con el grueso del establishment del Partido Demócrata de su lado. Y luego de enfrentar una operación de millones de dólares, con cientos de empleados en todo el país, parece que llegamos a un empate hasta ahora. Creo que eso le da una idea de cómo llevamos la campaña. No ha habido mucho drama en mi campaña, no se vieron muchos cambios de rumbo. Y la cultura de mi campaña es tal que todos sienten que forman parte de ella.

—Creo que está refiriéndose a algo que dijo también en el programa de TV “60 Minutos”. Dijo que usted ya había probado que se podía oponer a los republicanos porque se había opuesto a la “maquinaria Clinton”. Y también dijo que los Clinton pueden “jugar fuerte”. ¿A qué se refería?

—No creo que sea algo que esté necesariamente fuera de los límites. Pero creo que la noción de que los republicanos me habían subestimado de alguna manera y que los republicanos son estos señores grandes y malos que tienen una operación de investigación diferente a la de los Clinton no es así. Quiero decir, están compitiendo activamente por la candidatura, como estoy seguro que lo harán los republicanos. Creo que es justo decir que cualquier demócrata compitiendo con otro demócrata estará de alguna manera más limitado en algunas de las cosas negativas de la campaña, sólo por nuestro carácter. Pero también me parece que mostramos que podemos tolerar un golpe, que podemos soportar una pérdida. Nadie esperaba que llegásemos hasta acá. Y si no hubiéramos tenido confianza en la calidad de nuestra operación y, más aún, si no hubiésemos confiado en que el pueblo americano necesitaba desesperadamente un presidente que esté escuchándolos en los problemas que están atravesando, y quisieran a alguien en quien puedan confiar, que no acepte dinero del Comité de Acción Política, y no acepte dinero de lobbistas federales, y esté dispuesto a luchar en su nombre contra las compañías de seguros y las compañías farmacéuticas, que haga que el seguro de salud sea aprobado, o que se elaboren leyes sobre las compañías petroleras y de gas que tengan sentido para los americanos… Eso es lo que quieren. Y el motivo por el que estamos acá es que estamos viendo el surgimiento del apoyo por este nuevo tipo de política.

—Querría continuar con su frase de que puede tolerar un golpe. Querría volver a Carolina del Sur. ¿Se refería a eso con lo de “tolerar un golpe”? ¿Lo sorprendió lo que pasó en Carolina del Sur con Bill Clinton?

—Bueno, yo comenzaría con New Hampshire, a donde fuimos con la idea de que todas las encuestas nos daban una ventaja del 10%. Y terminamos perdiendo esa noche. Y creo que muchas personas pensaron: “Ah... esto rompió su ascenso”. Y no es verdad. Y recuerdo que en el discurso de esa noche dije: “¿Saben qué?: esto no es malo, porque nos recuerda que cambiar el statu quo nunca es fácil”. No debimos haber pensado eso porque habíamos ganado en Iowa, y di un discurso muy inspirador y entonces las cosas comenzaron a cambiar a mi favor. Hay que luchar por las cosas. Hay que ganarlas. Creo que hemos ido ganando en esta carrera, de manera consistente. La gente había pensado que los Clinton nos habían dado un knock out. Pero no va a pasar. Todavía estamos acá.

—Me gustaría continuar, ¿pero ha habido algunos golpes bajos en su contra de Bill o Hillary Clinton?

—Les dejo la decisión sobre eso a los opinadores.

—Senador, hace poco fue rankeado por un diario nacional de tener el voto más progresista durante 2007. Esto nos impulsa a la pregunta de Don Mousch, de Norwell, Massachusetts, en “Político”. Quiere saber por qué un registro progresista nos daría confianza en que logrará hacer las cosas en Washington.

—Bueno, primero, sin intención de oponerme a ese diario nacional, permítame darle un ejemplo de por qué fui rankeado como el más progresista. Fue porque quería una oficina de integridad pública que se ubicara afuera del Senado y afuera del Congreso, para asegurarnos de que tuviésemos una mirada imparcial en problemas de ética dentro del Congreso. Pero yo no sabía que ese fuera un problema de progresistas o demócratas. Creo que era un problema de buen gobierno, que muchos republicanos querrían ver. De modo que el problema con esos rankings, y cómo hacen las listas… usan categorías que para muchos americanos no tienen sentido.

—¿Se siente orgulloso de esa designación? ¿Ser nombrado el senador más progresista?

—Me parece que no entendió lo que acabo de decirle. Que esas designaciones no tienen sentido.

—Michael Dukakis dijo: “Sí. Estoy orgulloso de ser progresista”. Bill Clinton dijo: “No. No podemos ser nombrados progresistas”. ¿Se siente a gusto al ser etiquetado como “progresista”?

—Esto es lo que yo llamaría política vieja. Estas son las cosas que queremos sacarnos de encima. Porque el problema es: cuando empezamos a dividir entre conservadores y progresistas, y tenemos una serie de prejuicios, sea el control de armas, o el seguro so cial de salud, cualquier intento de hacer un seguro de salud es socializar la medicina. Cualquier discusión sobre los impuestos termina en si los está subiendo o bajando. Mientras que la pregunta opuesta es si los estamos subiendo para los individuos de altos ingresos que los pueden afrontar y los estamos bajando para los de bajos ingresos que necesitan ayuda. Esa categorías viejas no funcionan y nos están impidiendo resolver problemas.

—Senador, tenemos una pregunta que va directamente a ese punto. Quien probablemente sea el candidato republicano, el senador McCain, se ha plantado contra su propio partido y tiene algunas heridas por ello, porque creyó que hacerlo era a favor del interés nacional. ¿Podría nombrar algunos temas en los que estaría dispuesto a oponerse a su partido y soportar las heridas?

—Mire, estábamos hablando de educación. Justamente tenemos un debate acerca de lo que se debe hacer con las escuelas. Yo he insistido en que debemos apoyar las escuelas con currícula independiente. Creo que es importante experimentar tratando de ver cómo podemos premiar la excelencia en las aulas.

—¿Los sindicatos de maestros son un impedimento a ese tipo de reformas?

—Diría que no estaban fascinados con hablar conmigo sobre esos temas. Mi hermana es maestra, de modo que apoyo muy fuertemente a los maestros. Pero no me van a amordazar porque hablo de un cierto modo de estas cosas para que avancemos en el nombre de nuestros chicos. Y creo que muchos maestros quieren hablar sobre cómo mejorar su actividad. Lo más importante es que logramos ir más allá de las categorías tradicionales. En términos de unir los espacios aislados. Una de las cosas que se vieron desde que estoy en el Senado es mi trabajo junto a personas como Tom Coburn en abrir la transparencia del gobierno asegurando que cada dólar que gasta el gobierno federal se vea y que todo quede en una pagina de Internet. Ese no es un tema progresista o conservador. Si usted es progresista debe estar preocupado en cómo gasta el gobierno federal sus ingresos, porque no hay dinero suficiente para gastar en cosas como la educación primaria, que es tan importante.

—¿Hay otro tema en el que el Partido Demócrata esté fuera de lugar con respecto a la generalidad de los norteamericanos? ¿Hay alguna posición que usted considera que debe cambiar el partido?

—Creo que el Partido Demócrata es una gran carpa, lo que significa que hay posiciones con las que debo no acordar. Le mencioné una, las escuelas con currícula independiente. Y la experimentación en las escuelas, para hacerlas funcionar, es algo a lo que debemos prestar atención. En lo que tiene que ver con el tema de los acuerdos comerciales internacionales, debemos estar a favor. Pero también creo que es importante asegurarnos de que estemos poniendo en su lugar los estándares laborales, los estándares que tienen que ver con el medio ambiente. Lo que proveerá a los trabajadores americanos de la oportunidad de pelear por los puestos de trabajo. Algunas personas del partido creen que es así, otros no. Lo que trato de hacer es unificar las dos alas del partido. El ala más progresista, y el ala más centrista del partido. Creo que podemos llegar a presentar un acercamiento más americano, a favor del trabajador, a favor del hombre de negocios, a favor del crecimiento, y no dejarnos atrapar por las batallas ideológicas que nos han consumido durante los últimos 20 años.

—No podemos dejar esta conversación sin dejar de hablar del gran asunto del exterior, que es Irak. ¿Usted usará las herramientas que tenemos en nuestro país para evitar la guerra civil en Irak, luego de que se retiren las tropas, incluyendo, si es necesario, volver a enviar tropas?

—Lo que dije es: si lo que hacemos está bien, si hacemos un repliegue en etapas, si somos tan cuidadosos en retirarnos como fuimos de descuidados en ingresar, entonces no habrá problemas en prevenir la masacre masiva que algunos sugieren que ocurrirá. Y parte de eso es que nos comprometamos en esfuerzos diplomáticos que se requieren en Irak, con los chiítas, los sunnitas y los kurdos, con amigos como Egipto, Turquía y Arabia Saudita. Pero también enemigos como Irán y Siria. Van a tener que comprometerse en ese proceso. Debemos tener ayuda humanitaria ahora mismo. Tenemos 2 millones y medio de personas desplazadas en Irak y varios millones fuera de allí: debemos enviarles ayuda urgente. Pero dije insistentemente que me reservaré el derecho, en conjunción con un esfuerzo internacional más amplio, de prevenir el genocidio o la masacre que pueda ocurrir en Irak o en cualquier otra parte.

—Tenemos tiempo para una última pregunta, y puede ser la más punzante que le haré. ¿De veras se ha vuelto un pecho frío al dejar de fumar?

—Fue difícil, pero el Nicorette funciona. No sé si me corresponde porque…

—¿Es un pecho frío si aún necesita tener nicotina?

—Bueno, se supone que uno tiene que atravesar la fase de esa cosa, y yo no lo hice del todo, todavía sigo mascando el chicle.

Leon Harris / John Harris, Gentileza ABC y www.politico.com.