La salud del ex dictador chileno Augusto Pinochet evoluciona favorablemente aunque sigue en estado crítico, señaló ayer por la tarde el último parte médico divulgado por Juan Ignacio Vergara, uno de los médicos que trata al general de un infarto que lo afectó el domingo.
Mientras tanto, aunque intentan mantener del debate en secreto, el Gobierno y el Ejército evalúan cómo se llevará a cabo el funeral. El diario chileno La Tercera tituló: “El Plan diseñado para su funeral: protocolo acordado entre el Ejército y La Moneda” y da detalles de lo que será la ceremonia de despedida de los restos del dictador.
Según informó ese medio “habrá una capilla ardiente y luego una misa fúnebre en la Escuela Militar, en las exequias intervendrán el comandante en jefe del Ejército, Oscar Izurieta, y también ex ministros y generales en retiro”.
Lo que podría ser “la crisis final de Pinochet” –tal como sostienen medios chilenos- constituye una “papa caliente” para el gobierno de Michelle Bachelet, que deberá acordar con distintos frentes la manera de llevar a cabo la despedida de los restos del dictador.
Tal como informó el diario estatal chileno La Nación, desde que Bachelet asumió la cartera de Defensa, en enero de 2002, bajo el gobierno de Ricardo Lagos, fue consultada sobre el hipotético final de Pinochet y las medidas que se tomarían. En aquel entonces, la hoy presidenta, había dicho que cumpliría con las normas institucionales de protocolo.
Aunque desde el Gobierno se consideró "de mal gusto" hablar del eventual funeral de Augusto Pinochet, sobre la base de que "aún está vivo", lo cierto es que por estas horas en las altas esferas del poder y del Ejército, no se habla de otra cosa.
Pinochet ingresó al Hospital Militar de Santiago la madrugada del domingo, afectado por un infarto grave al miocardio y un edema pulmonar agudo.
Tras ser estabilizado, fue sometido a un procedimiento de angioplastia para revascularizar el miocardio. Después de los resultados, los médicos descartaron sin embargo una segunda intervención coronaria.
Su gravedad motivó incluso a que el sacerdote católico Ivan Wells le entregara la madrugada del domingo la extremaunición, el sacramento que la Iglesia Católica entrega a los enfermos con riesgo de muerte.