Desde París (AFP)
Sobrepasados por la cantidad de yihadistas que regresan de Siria teledirigidos o inspirados por Estado Islámico (EI), los servicios de inteligencia franceses reconocen que se veían venir un ataque terrorista de una envergadura inédita como el que este viernes ensangrentó París.
Los medios adicionales en hombres y material otorgados a la lucha antiterrorista tras los atentados contra Charlie Hebdo y una tienda kosher en enero, la movilización del ejército y la adopción de una ley sobre los servicios de inteligencia no fueron suficientes. La operación reivindicada ayer por EI, que promete que se trata tan sólo de un principio, fue obra de al menos ocho hombres armados o kamikazes coordinados y marca un nuevo nivel de las acciones terroristas contra Francia.
Los atacantes eran hombres “al parecer aguerridos y perfectamente entrenados”, según una fuente policial. Y a pesar de su envergadura, la operación pudo ser montada sin llamar la atención de los servicios policiales o de inteligencia.
“No hay nada que hacer”, confió Alain Chouet, ex jefe de los servicios de inteligencia de la DGSE. “Nunca se podrá impedir que ocho tipos resueltos, formados en el extranjero y enviados o motivados desde Siria pasen a la acción”.
“Los atacantes del viernes seguramente se conocían y estaban formados como para no llamar la atención, para quedar fuera del radar, avanzar por separado y dar el golpe juntos”, agrega. “Se puede abrir un Guantánamo francés en Larzac –un lugar remoto en provincias– y encerrar a miles de hombres que regresan de Siria, pero nunca se va a impedir que ocho tipos tomen las armas”.
Los kamikazes estaban equipados con cinturones o chalecos explosivos que accionaron para cometer su atentado o en momentos en que eran abatidos por la policía: un hecho inédito en Francia, señal de que la red yihadista dispone de un experto en explosivos capaz de fabricarlos, lo cual no está al alcance del primer aficionado formado en internet.
Parece que ha sido muy fácil para los terroristas. “Eso es lo novedoso –prosigue Alain Chouet–, y será sin duda uno de los ejes de la investigación. El especialista en explosivos es demasiado valioso y no participa en los ataques. Por lo tanto por ahí anda, en algún lugar...”
El involucramiento de París en la guerra contra EI en Irak y Siria moviliza –y lo seguirá haciendo– a miles de voluntarios internacionales que se suman a las filas de EI y una cantidad aún más importante de internautas simpatizantes, que ya el viernes saludaban el éxito de los atentados, glorificaban a sus autores y amenazaban con otros ataques.
“Por supuesto es necesario movilizar todos nuestros medios, pero es necesario saberlo: habrá otros”, afirma a la AFP una fuente policial que solicitó el anonimato. “Resulta tan fácil para un joven hallar un arma, tomar un auto y pasar a la acción. Miren a Israel: es un pequeño país, con enormes medios de seguridad, servicio militar de tres años, y lo golpean todo el tiempo”.
Por otra parte, el ataque contra Charlie Hebdo, perpetrado por dos hermanos conocidos desde hacía años por los servicios de inteligencia, demuestra que además de tener que vigilar a los que regresan de Siria también es necesario hacerlo con los ex miembros de redes yihadistas, aumentando así la cantidad de sospechosos, que terminan siendo una cantidad imposible de manejar.
“Tal como están las cosas, todo es posible”, confiaba ayer una fuente cercana a la investigación. “Puede ser que fuesen tipos llegados desde el exterior, pero también lo suficientemente astutos y entrenados como para haber pasado inadvertidos. Pero también puede tratarse de agentes durmientes, en apariencia inofensivos desde hace años: es el eterno problema de las prioridades. Hacemos listas por orden decreciente de presunta peligrosidad. ¿Cómo estar seguros de que no nos equivocamos?”
Aunque los medios de los investigadores y de los servicios antiterroristas hayan sido reforzados este año, las contrataciones, la formación de agentes, la implementación de numerosas disposiciones de la ley de inteligencia están en marcha y aún no son operacionales.
A lo largo de los años, y gracias a los miles de páginas de instrucciones y tutoriales disponibles en internet, los yihadistas aprendieron a utilizar los medios técnicos que les permiten permanecer anónimos. Como por ejemplo la mensajería WhatsApp, o los teléfonos de última generación, cuyos sistemas de encriptación son por el momento imposibles de penetrar.