Los contagios del Covid-19 alcanzaron un nivel récord tras las fiestas navideñas en España, lo que provocó que varias regiones pidieran al gobierno central un confinamiento casi total, al que por ahora el primer ministro Pedro Sánchez se ha negado.
Ayer, la comunidad de Madrid fue una de las últimas regiones en anunciar un endurecimiento de las restricciones, que incluye prohibir las reuniones en domicilios, avanzar una hora el toque de queda hasta las once de la noche y el cierre de bares a las diez. Además, limitará la entrada y salida de una veintena de municipios de la región, salvo para ir a trabajar y otros pocos motivos justificados.
En un mes, la incidencia de la epidemia se ha más que duplicado en España, pasando de 194 casos por 100.000 habitantes en dos semanas a 523 el jueves, según los últimos datos publicados por el ministerio de Sanidad. En la despoblada y rural región de Extremadura, por ejemplo, la tasa supera los 1.100.
La semana pasada, el país superó la barrera simbólica de los dos millones de casos confirmados oficialmente. La cifra real, sin embargo, es mucho mayor según un estudio presentado en diciembre por el gobierno, que reveló que un 10% de la población, unos 4,7 millones de personas, habían contraído el virus.
El país fue de los más castigados al comienzo de la pandemia en Europa e inició en julio una dura y precoz segunda ola que no consiguió controlar hasta finales del otoño boreal.
Pero tras las fiestas navideñas, durante las que el gobierno relajó levemente algunas restricciones, “ha habido un cambio significativo de la tendencia”, señaló el epidemiólogo de cabecera del ministerio de Sanidad, Fernando Simón.
Las unidades de cuidados intensivos, con una ocupación media de pacientes Covid del 28%, “están sufriendo”, añadió.
Para frenar este repunte de casos, cinco regiones pidieron al gobierno central que les permita imponer confinamientos domiciliarios en los municipios o barrios más castigados. Pero el gobierno de Sánchez descarta por ahora esta medida drástica, con la población y los actores económicos todavía traumatizados por el confinamiento aplicado entre marzo y junio, uno de los más estrictos del mundo. A diferencia de sus vecinos europeos, los españoles estuvieron largas semanas sin poder salir a pasear o a hacer deporte a la calle.
Confinar “no parece por ahora necesario”, estimó Simón, en una posición que contrasta con otros países como el Reino Unido, que volvieron a aplicar un lockdown total a su población.