Donald Trump sugirió, en un tuit primero y en una conferencia de prensa en la Casa Blanca después, la posibilidad de atrasar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, previstas para noviembre de este año. El voto por correo (mail-in voting), sostuvo, desencadenaría “la más imprecisa y fraudulenta elección en la historia”.
Sucede que, frente al escenario de la pandemia de Covid-19, los estados están analizando la posibilidad de implementar compulsivamente el mail-in voting. Este formato consiste en que todos aquellos empadronados para votar reciban la boleta en sus casas. Por ahora, solo cinco estados han implementado este sistema. Otros podrían sumarse pronto.
En cualquier caso, la llave la tiene el Congreso: por un lado, podría acelerar la adhesión universal al mail-in voting mediante una ley federal; por otro, es el único que podría cambiar la fecha de la elección presidencial, prevista normativamente para el martes después del primer lunes de noviembre.
Tras sus declaraciones, a Trump salieron a cruzarlo los titulares de la bancada del Partido Republicano en el Congreso. Tanto Mitch McConnell, en el Senado, como Kevin McCarthy, en la Cámara de Representantes, dejaron en claro que la voluntad del partido es que las elecciones se lleven a cabo en tiempo y forma.
La posición de Trump de echar una sombra de duda sobre las próximas elecciones es grave, aunque esté en sintonía con su postura de polemizar. Tres cuestiones clave podrían explicarla. En primer lugar, las fallas en el control de la pandemia y la recesión económica que está generando. En segundo lugar, tanto las encuestas nacionales como a nivel estatal en los estados considerados clave para esta elección (Arizona, Florida, Carolina del Norte, Michigan, Pennsylvania, Wisconsin y Georgia), lo muestra debajo del demócrata Joe Biden.
Por último, la postura del presidente abre la puerta a eventuales reclamos sobre los resultados de los comicios de noviembre. En un escenario de polarización creciente, alentada por el discurso y las acciones del primer mandatario, estos cuestionamientos le dan oxígeno a la fractura más allá de la toma de posesión de enero.
Pero también, quizá de manera inesperada, generó propuestas desde el Partido Demócrata: el ex presidente Barack Obama reapareció el jueves en el funeral de John Lewis, pidiendo la apertura de más centros de votación, el empadronamiento compulsivo de todos los ciudadanos y convertir el día de la elección en feriado nacional, además de solicitar la ampliación de representación del Distrito de Columbia y la inclusión de Puerto Rico. En este sentido, las amenazas pueden convertirse en oportunidades para discutir la forma de incrementar la participación en futuros comicios.
*Profesores de Análisis Internacional de la Universidad Austral