Donald Trump es una bomba a punto de estallar para los republicanos. El empresario de bienes raíces fue el amplio ganador en el debate de precandidatos del Grand Old Party de este jueves, en el que copó la escena con un show de guiños hacia el electorado más conservador de la oposición. Su candidatura irrumpió sorpresivamente, liderando las encuestas de opinión y doblando en votos a su inmediato competidor. “La bomba Trump” amenaza con desnaturalizar la interna, instalando en la agenda de debate políticas de extrema derecha y alejando al partido del centro político. Pero el principal peligro es que rompa con el partido y se postule como independiente, abriendo así la puerta a la fuga de votos. En el bando demócrata, en tanto, observan con serenidad al huracán Trump, con quien evitan entrar en polémicas.
“Creo que el principal problema de este país es ser políticamente correcto. No tengo tiempo para lo políticamente correcto y, seamos honestos, este país tampoco lo tiene”, disparó en el primer debate. A 15 meses de las elecciones presidenciales, su éxito en las encuestas sorprende a propios y ajenos. Según un sondeo de la cadena CBS, el polémico hombre de negocios tiene 24% de intención de voto, frene al 13% de Jeb Bush, hermano de George W. Bush.
Doble agente. “¿Es Trump un infiltrado de Clinton?”, se preguntó ayer el sitio de noticias The Hill, en un artículo que destacó que el empresario fue donante de la Fundación Clinton y en 2008 apoyó la precandidatura de Hillary. Ese pensamiento es compartido por muchos en Estados Unidos. “Pase lo que pase, Trump ayuda a los demócratas”, confió a PERFIL Alan McPherson, profesor de la Universidad de Oklahoma. “Si gana la nominación republicana, va a parecer un extremista para la mayoría de los votantes y los republicanos van a perder. Si hace campaña como independiente, tendremos el escenario de 1992, con un Clinton que gana, un Bush que pierde y un loco rico que se roba el 20% de los votos, sobre todo de los republicanos. Eso es tan claro que muchos republicanos piensan que la candidatura de Trump es un complot demócrata”, agregó el académico.
Cuando en los estudios de Fox News preguntaron si alguno de los precandidatos republicanos estaba dispuesto a presentarse como independiente y crear un cisma en el partido, el único que levantó la mano fue Trump. Sin embargo, McPherson cree que el empresario abandonará la carrera hacia la Casa Blanca a mitad de camino. Para ese entonces, habrá ganado lo que más desea: la atención de la opinión pública y una dosis considerable de influencia en la agenda política.
Pese a que no es un hombre del Tea Party, sus radicales y xenófobas posturas insuflaron aire en las bases ultraconservadoras republicanas. “Tenemos que construir un muro y tiene que ser rápidamente”, aseveró este jueves al proponer que México financie la obra, que separa a los dos países. Además, dijo que los mexicanos traían “droga, crimen y a sus violadores” a los Estados Unidos, lo que provocó un roce diplomático con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
A los 69 años, Trump hace campaña enfatizando su éxito empresarial, pese a haber heredado su fortuna de su padre. Disfruta sumergirse en el barro de la política y es un gran promotor de escándalos. Denunció hace unos años que el presidente Barack Obama había nacido en el extranjero, obligando al jefe de Estado a difundir su acta de nacimiento. Es un negacionista del cambio climático, “creado por y para los chinos para hacer que el sector manufacturero estadounidense pierda competitividad”.
Mientras Hillary saca varios cuerpos de ventaja en la previa de las internas demócratas, en los comandos de campaña republicanos evalúan cómo desactivar “la bomba Trump”, la amenaza más acuciante de cara a las presidenciales de noviembre de 2016.